Epílogo

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Seis meses después.

Estoy en el proceso de finalizar los retoques en mi cabello, puesto que Travis me había enviado un mensaje indicándome que me alistara porque tiene una sorpresa y vendría por mí. Sin dudarlo, me tomo mi tiempo para arreglarme.

No tengo ni idea de qué se trata, por lo que me encuentro sumamente nerviosa y ansiosa por descubrirlo.

De repente, la puerta se abre y ahí está él. Su rostro está iluminado por una sonrisa radiante. Se acerca a mí y me besa en los labios, dejando un sabor a naranja en ellos.

Es muy probable que haya tomado jugo de naranja antes de venir.

—¿Lista?—Me cuestiona.

—Si, justo a tiempo.—Le dedico una sonrisa.
Decidimos salir de la habitación, de la casa. Con su ayuda subo a su auto y él comienza a conducir.

—¿A dónde iremos?—Le pregunto.
Por lo menos quiero saber a dónde iremos.
Claramente conduce hacia la ciudad. ¿Que podría ser?

—Eres bastante precipitada, fierecilla.—Su mirada es relajada.

Después de transcurrir varias horas, estamos en la ciudad.
¿Por qué hemos venido a la ciudad? La pregunta flota en el aire, como una hoja que se desliza en la brisa de la tarde. Los edificios altos y las luces brillantes nos rodean.

El automóvil se desliza por un camino bordeado de altos árboles. La tarde está densa, como si el cielo hubiera tejido un manto oscuro sobre la tierra. Las luces de la ciudad quedan atrás, reemplazadas por la quietud de la periferia.

Sus ojos están fijos en el horizonte, como si supiera algo que yo ignoro.

Hasta que por fin hemos llegado a nuestro destino. Una casa inmensa se alza ante nosotros, flanqueada por portones de hierro forjado que parecen extenderse hasta el infinito. Él saca un control remoto, y los portones se abren con un susurro mecánico. El estacionamiento, amplio y bien cuidado, nos recibe. El suelo está cubierto de grava, y puedo sentir el crujido bajo mis pies mientras salgo del automóvil.

La casa, iluminada por focos empotrados en la fachada, es un espectáculo de modernidad. Algunas de sus paredes de vidrio reflejan la luna, y puedo ver destellos de muebles elegantes en su interior.

Travis me toma de la mano, y juntos avanzamos hacia la entrada principal. La puerta, imponente y minimalista, está hecha de acero y vidrio. Él desliza una tarjeta en la ranura, y la puerta se abre sin un sonido. El vestíbulo, amplio y luminoso, me deja sin aliento. Los pisos de mármol blanco se extienden como un lienzo pulido, y las paredes están decoradas con obras de arte contemporáneo. El techo, una estructura de cristal que parece flotar en el aire, permite que la luz de la luna se filtre, creando un juego de sombras y reflejos.

Una fusión de líneas limpias y detalles lujosos. Él me guía a través de los pasillos y puedo ver habitaciones con muebles de diseño, una cocina de acero inoxidable y una piscina interior que parece fundirse con el jardín.  El cielo, visible a través de las paredes de vidrio, está salpicado de estrellas.

¿Quién vive aquí?

—Es preciosa.—Contesto detallando una habitación que me llamó mucho la atención por su asombrosa vista hacia la ciudad.

—¿Te gusta?—Me pregunta acercándose a mi.

—Por supuesto.—Contesto.

—Es nuestro hogar ahora en adelante.—Toma mi mano.

¿Cómo es posible que esta casa en la ciudad sea nuestro hogar? ¿De verdad ha dicho nuestro hogar? No sé cómo reaccionar ante esto, pero lo que sí sé es que me llena de felicidad saber que soy parte de tu vida, que realmente me quiere en ella. Volver a la ciudad me llena de alegría.

—Sé que la universidad ha sido difícil para ti en los últimos meses, pero eso ya no será un problema —Murmura tomando mi mano.

—No lo era —Le miento sin apartar la vista del hermoso paisaje.—Desde aquí se puede apreciar mejor la ciudad, es realmente hermoso —Le abrazo.
Responde mi abrazo para luego tomar mi rostro y besar mis labios.

—Sabia que iba a gustarte.—Menciona.—Desde el momento en que la vi, supe que sería de tu agrado. Por otra razón, tomé la determinación de adquirirla.

Me llena de felicidad saber que valora el esfuerzo que estábamos realizando mientras vivíamos fuera de la ciudad. Para mí, no era una tarea sencilla, y mucho menos para él. Creo que hasta el momento ha tomado la mejor decisión, aunque todavía me cuesta creerlo por completo.

Estoy emocionado por la perspectiva de estar mucho más cerca de mi familia, mis amigos y la universidad. El traslado diario hasta aquí me agotaba enormemente, y el simple hecho de pensar en la comodidad y cercanía que tendré ahora me llena de alivio y gratitud. Estoy ansiosa por disfrutar de esta nueva etapa, rodeada de seres queridos y con la tranquilidad de saber que estamos en el lugar adecuado.

Al principio, me debatía entre la incertidumbre y las dudas, cuestionándome si estaba realmente lista para embarcarme con un hombre. Sin embargo, desde el momento en que lo conocí , todo cambió. A medida que compartíamos más tiempo juntos, me di cuenta de que no quería separarme de su lado. Siempre había creído que el amor conllevaba dolor, pero la realidad es que el verdadero amor transmite paz, confianza y seguridad. Ojalá hubiera sido consciente desde el principio de que tenía a un hombre extraordinario a mi lado, y eso es precisamente lo que Travis es.

Mis inseguridades solían acecharme constantemente, surgiendo por cualquier motivo, pero comprendí que ese no era el verdadero problema. Debía enfrentar y superar mis propias inseguridades, y con su apoyo, logré hacerlo. Hoy en día, confío plenamente en él y esas inseguridades y traumas han desaparecido. Era un proceso que yo debía abordar y trabajar, y gracias a nuestro amor, lo hemos conseguido juntos. No ha sido sencillo, pero tampoco ha sido imposible, estoy plenamente agradecida con Dios por haberme puesto a un hombre correcto en mi vida.

You Will See Me Again ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora