Sin trampas ni ataduras

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Le resultaba increíble tener visitas, pues a nadie le había mencionado sobre su nueva dirección salvo a sus padres; pero conociendo a su hija era imposible que ellos accedieran a proporcionar tal información confidencial. Pensó que no vería a nadie hasta el próximo día hábil así que no se preocupaba en lo absoluto por tener su espacio tan ordenado como de costumbre.

El joven se quedaba esperando en la puerta deseando una invitación para entrar, después de todo su educación le impedía invadir sitios privados como si fueran su casa propia. La castaña continuaba mirándolo extrañada, se sentía un poco incómoda por la facha que vestía o al menos la que ella consideraba de tal manera. La música en el ordenador continuaba corriendo, las cajas esparcidas por la entrada eran la clara muestra de una reciente mudanza.

--¿No me invitas a entrar?-- Preguntaba él.

--Tengo un verdadero desorden-- Bufaba algo molesta. --Pero da lo mismo, adelante. --Abrió la puerta lo razonable para que pudiese ingresar.

--¿Canadá? Nunca llegaste a mencionar nada al respecto.

--Soy una caja de sorpresas Draco, ya deberías saberlo-- Se dirigía a lo que debía ser la cocina. --¿Quieres un poco de café?

--¿A esta hora?-- El platinado rubio alzaba una ceja. -- Está bien, todo sea por tener un pretexto para quedarme.

Hermione conocía a la perfección a su ex novio, aunque debía admitir que su cabello más relajado, su pantalón oscuro y su camisa negra lo hacían lucir endemoniadamente sexy. Observó de reojo una arracada de plata en su lóbulo izquierdo, el perfume a encino dulce que debía reconocer...Aún le enloquecía. Si había alguien que derrochara testosterona, sensualidad, hermosura era precisamente el tan codiciado Draco Lucius Malfoy.

--Admito que me hubiera gustado que me recibieras así todas las tardes después del trabajo-- Se sentaba sobre una de las cajas admirando con descaro las piernas desnudas de Hermione contemplando la manera en que caminaba hasta a la cocina para calentar la bebida.

--¿No te parece que es un comentario de lo más misógino?-- Proseguía. --No entiendo la razón por la que todavía los hombres piensan que las mujeres solo servimos para cocinar. Yo en lo particular soy pésima.

--Nunca cocinaste para mí-- Acotó el rubio. --Si me conoces tan bien te darás cuenta que suelo ser muy honesto y te hubiera dicho lo que no me gustaba en cuanto a los platillos.

--Draco-- Interrumpió la castaña sirviendo una taza humeante de café-- A estas alturas, tu honestidad me es poco creíble .-- Bufaba despacio, no deseaba demostrar abiertamente su molestia. -- ¿Crema y azúcar?

--Por favor-- Suspiraba. -- ¿Ves lo mucho que has influido en mí? Jamás había pronunciado esa palabra hasta que te conocí, y respecto a la honestidad supongo que me lo gané.

Hermione prefirió no contestar a la pregunta, pues de hacerlo tendría que soportar las millones de explicaciones que tendría que darle y no le apetecía perder más tiempo del necesario. Terminó de servir las tazas sentándose en otra de las cajas frente a él mirándolo con seriedad.

--Dime ¿Cómo es que diste con mi dirección Draco?.

--Tengo mis contactos

--Estoy hablando en serio.-- Respondía la castaña. -- La última vez creo haberte dejado en claro que no te quería volver a ver y ahora estamos tomando café como un par de amigos de antaño.-- Dió un sorbo de café teniendo por fin contacto visual con su ex novio. Por extraño que pareciera ahora le importaba poco; quizá en otro momento se sentiría molesta e incluso nerviosa por su llegada, probablemente hace nueve días su reacción hubiese sido distinta, pero ahora le sorprendía el grado de indiferencia que le causaba su presencia.

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