No cruces la línea... Decían

2.1K 117 3
                                    

Hermione aún seguía nerviosa, pues a toda costa evitaba tocar el tema que Pansy Parkinson había abierto en la tienda de ropa con la esperanza ferviente de crear problemas, y como siempre, aquellas palabras venenosas darían frutos llegada la oportunidad. Damon había planeado que era mejor rentar un automóvil dada la prisa que llevarían los próximos días debido al acontecimiento importante.

Sin decir una palabra solo esbozaba una sonrisa tratando de que la castaña olvidara el percance que tuvo en el santuario de locas mujeres adictas a las comparas para hablar con suavidad, asi podría evitarle un disgusto mayor. Se encontraban en otro taxi, el pelinegro observaba la manera en que se frotaba las manos con ansiedad pensando que no sería prudente hablar sobre su vieja compañera de escuela. Simplemente, las preguntas vendrían despues, si y sólo si, ella decidía contestarlas, ya que al fin y al cabo él también tenía secretos.

Adoptó una posición mas relajada en el coche abriendo sus piernas y pasando los dedos por su cabellera oscura, en algunos instantes se le ocurría silbar alguna cancioncilla para romper el hielo pero notaba que su clienta se encontraba en total estado catatónico. Enarcó una ceja y recargó uno de sus brazos en el asiento delantero para observarla.

--No dejes que te moleste, la mayoría de su clase son iguales, digamos que son..—Esbozaba una sonrisa. -Unas vampiras.

Hermione solo lo miraba de soslayo, pues a decir verdad no le apetecía hablar del tema por el momento, pero sabía que era su deber contarle sobre el verdadero mundo al cual estaban a punto de adentrarse, ya que la boda, el acontecimiento, todo el evento sería precisamente en el lugar que los había hecho conocerse; el sitio en el que "todo comenzó" y que a su vez cerraba un ciclo en sus vidas.

La boda se llevaría a cabo en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

--Afortunadamente es mortal, asi que ellos pueden dar gracias a no tener por toda la eternidad a una zorra como esa—Replicaba la castaña mirando hacia a la ventana del coche.

--Entonces tu crees en realidad en vampiros?—

--El hecho que no los veas no significa que no existan Damon—Explicaba ella con toda claridad para despues notar que el coche se detenía dejándolos en su destino respectivo. Hermione salía primero para tomar las bolsas de compras y cargarlas hasta la agencia de autos pero antes de que hiciera cualquier movimiento con ellas, el pelinegro se apresuraba para ayudarla sin quitar esa sonrisa sensual que lo caracterizaba.

--Entonces si vieras uno, ¿No te asustarías?—Le comentaba sutilmente mientras se dirigían al lugar donde rentaban automóviles. Sin embargo, la castaña encontraba un tanto absurda esa conversación, aunque a decir verdad, recordó lo pasado en el estacionamiento de su edificio, la forma en la que su vecina fue atacada.

--No me asustaría, eso es seguro—Hermione adelantaba el paso para después reformularse la pregunta, pues en caso dado de ver algun chupasangre suelto no tendría temor alguno e iria por una estaca para clavársela directa al pecho y acabar asi con algo que consideraba peor que una amenaza sobrenatural.

Definitivamente Damon desistía de contarle sobre su naturaleza vampirica, pues a decir verdad sintió algo en el pecho parecido a la decepción cuando esa forma despectiva a los de su especie emergía a la luz de la forma un poco desagradable. Desviaba la mirada, miraba de un lado a otro preguntándose que rayos tendría Hermione Granger para hacerla una chica sumamente especial.

La observaba caminar, ladear su cabello castaño, mover sus dedos, sus manos, admirar su sonrisa y su rabia cada vez que se molestaba. Una chica antipática a su forma de ver, dueña de si misma con una coraza hecha de acero puro y sobre todo no impresionable con cualquier cosa. Pasó saliva con dificultad, y por algun motivo se arrepentía sobremanera de haber tomado la decisión de ser su acompañante.

Amor de AlquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora