23. Te confieso.

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Dos horas.

Dos horas eternas conducidas por YoonGi, el chico como deseaba que ese tiempo fuese volando como aquellos malditamente cortos treinta minutos con Jimin cuando solía estar encerrado.

Sin embargo, Jimin las disfrutaba, observando como el mayor se frustraba pues el camino le parecía eterno, viéndole con una sonrisa boba en el rostro ocasionando que el rubio –con ya una raíz oscura en su cabello– se sonrojase y sonriera levemente también.

–Tenemos que ir a una peluquería, cortarte el cabello y pintarlo de nuevo ¿por qué insistes con el rubio? Podríamos pintarlo de otro color.

–Pues me gustaría un verde brilloso o un azul intenso, también un tatuaje no estaría mal ¿qué tal unas rastas?

Jimin hizo una mueca de disgusto y golpeo levemente le hombro del mayor –para nada, ni lo pienses.

–Hey, estoy manejando, no me golpees –dijo con un tono ofendido bastante falso –si no quieres eso entonces que se quede rubio –dijo el mayor con una sonrisa de burla, Jimin resopló y se cruzó de brazos.

–Entonces teñiré el mío también.

–Ya lo haces, de café, tu cabello es negro.

–Lo teñiré de un color llamativo.

–uh, ¿qué tal naranja? ¿o rojo? Se te vería bien ¿qué dices?

–¿Estás de acuerdo con que haga eso?

–¿Por qué no? Si te queda mal no habrá problema, todo lo contrario, así me evito que te deseen otras personas, menos golpes para compartir, suena bien para mí.

–Eres un egoísta malvado –dijo el castaño, dando un ligero golpe en el brazo del rubio de manera juguetona –¿qué te hace pensar que te verás bien con un cabello verde llamativo o un azul intenso?

–Cariño, yo soy perfecto y me veo bien como sea.

Jimin soltó una carcajada, causando que YoonGi riera igual.

Sí, fueron dos horas algo largas... Pero estuvo bien, pues era tiempo de ambos, tiempo para disfrutarse el uno al otro.

YoonGi no lo había dicho antes, pero el temía que cuando saliese de aquel lugar, Jimin no fuera a recogerlo, tenía miedo de que el menor se volviera distante. Temía cada mes, cuando el menor le entregaba una carta, tenía miedo de que alguna de ellas dijera algo como "he encontrado a alguien mejor que tú" o algo como eso. Pero nunca lo hizo, siempre era "te amo" o "te extraño" y eso le tranquilizaba un poco.

Por fin habían llegado al tranquilo vecindario donde vivían, YoonGi estacionó el auto frente a la casa y ambos bajaron.

–¡Oh! ¡Casi lo olvido! –dijo el menor, sacando un celular de su bolsillo –es tu teléfono –dijo extendiendo el artefacto a YoonGi –sé que no es el que tenías, pero, parecía que fallaba, aún mantienes el antiguo número así que...

YoonGi sonrió y tomó el celular y de paso, depositó un pequeño beso en los labios del menor.

–Gracias –dijo con una pequeña sonrisa, ya no diría nada respecto el dinero, pues sabía que no tenía caso.

YoonGi tomó la mano de Jimin y sonrió levemente, comenzando a caminar hacia la casa.

Entraron al jardín y YoonGi observó todo detalladamente, todo era de la misma manera que cuando lo miró por primera vez, tal cual, a excepción de que ahora, su moto descansaba a mitad de todo el lugar, sonriendo al observar su preciado tesoro.

A cinco centímetros. [YOONMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora