CAPITULO 27

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Entre a la escuela demasiado molesta, mis ojos estaban poblados de lágrimas, tenía esa extraña sensación que se mezclaba a la perfección la furia de querer golpear algo, y ese gran deseo de echarme a llorar y entrar en depresión. Una lástima que no podía llevar a cabo ninguna de las dos cosas.

Tal vez estoy esperando más de lo que debí. Quizá Mara siempre tuvo razón. Seguramente el amor es algo que no está hecho para mí, es algo de lo que nunca debí haber probado siquiera un poco, estoy segura que hubo algo aquí que me orillo a esto, y es esa maldición que probablemente me seguirá de por vida, aquella que dirá que jamás podré tener una pareja, sí, eso debe ser.

Encontré a Alan viniendo hacía mí, caminando despreocupado, me miró con atención, se quedó parado, camine hasta donde él se encontraba.

Nos miramos por unos segundos a los ojos, él no dijo nada, yo tampoco decía absolutamente nada.

Hizo un gesto de tristeza con la boca, como si estuviera triste, abrió bien los brazos, era claro que me abrazaría. Perdí la compostura y me eché a llorar en sus brazos, olvidando que estaba en medio de la escuela, con todos aquí, sólo quería llorar, quería derramar mis lágrimas en los brazos de mi mejor amigo.

Alan me apretó fuerte en sus brazos, y con las manos frotaba mi espalda. Coloqué mi cabeza bajo su mentón, estaba demasiado afectada, afectada por la impotencia tan grande que tenía, por no poder hacer nada contra ella, por no poder contestarle, liberarme de esas cadenas que me atan a amargarme mientras ella ríe en mi cara.

—Es una loca, deberías huir de ahí—Me dijo al oído, su voz estaba quebradiza, le afectaba demasiado verme así. Él es un amigo de verdad...

—Me hace tanto daño, lo que ayer parecía un sueño, ahora es una pesadilla Alan, ella está loca —Le dije en un sollozo.

—Quédate en mi casa, mi mamá te ama, seguramente le encantará verte, y recibirte ¡Ni se diga!

—Alan eres un amor, pero entiende que estoy atada hasta cumplir la mayoría de edad, te prometo que entonces correré, me iré, no sé a dónde, pero me iré tan rápido como pueda.

Volví a ceder y mis lágrimas caían con la misma fluidez —Aquí te verán las brujas de sus hijas... Vamos a otro lugar.

—Tenemos clase Alan —Le dije.

—¿Y qué?, tú te sientes mal, y para mí eso es más importante, en un rato pido los apuntes y quedamos al corriente —Guiño el ojo.

Me tomo del brazo y comenzamos a caminar, él me llevaba, yo no hice grandes movimientos —Sólo... Camina rápido Alan, ya te explicaré el porqué. —Le pedí. No quería encontrar a Bryan.

Llegamos hasta un área donde no había maestros, y los prefectos no solían visitar, estábamos lo suficiente apartados del resto.

—¿Qué sucedió? —Me pregunto Alan.

Ya estábamos sentados, uno frente al otro, él limpiaba con delicadeza mis ojos, quitando las lágrimas que corrían por mis mejillas.

Suspire, intente tranquilizarme al máximo y olvidar todos los odios que estaban escondidos.

—Bryan, Bryan le pidió permiso para que él y yo saliéramos, para intentar algo... Aunque, él y yo ya somos novios —Le dije frunciendo el ceño, con los ojos cerrados.

—¿QUÉ? —Pregunto exaltado.

—Es que todo sucedió muy rápido, quise decírtelo, pero no te he visto y... Siento no haberte dicho antes —Suspire, mostré una pequeña sonrisa.

Estrellas Rotas (Bryan Mouque y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora