Capítulo 12

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Ni Tae ni yo queríamos regresar a casa tan pronto pero teníamos que irnos. Caminamos hacia el auto y vi que ponía cara triste.

-¡Oh por dios! –grité asomándome al interior del auto- ¡no tiene gasolina!

-¿Qué? ¿Cómo se terminó?

-Anoche manejé durante kilómetros, eso debió agotar el tanque.

-Déjame ver -se acercó a mi pero lo detuve saliendo del auto y cerrando la puerta.

-Mejor avisemos que no podremos llegar, al menos no por ahora -tomé su brazo y lo aleje de ahí.

-¡El manager nos matará! –subió sus manos hasta su cabeza mostrando preocupación.

-Se lo explicaré, no te preocupes. Le diré lo que pasa y él entenderá –sonreí y eché las llaves en mi chaqueta para poder hacer un par de llamadas.

-Espérame aquí ¿sí? -Tae asintió dando un suspiro. Caminé en busca de señal e inicié las llamadas.

Hablé con el manager y los chicos para que no se preocuparan y después regresé a donde estaba mi amor.

Lo encontré sentado en el césped, tenía la cabeza mirando al cielo y con su mano protegía sus ojos del rayo de sol. Me senté en silencio junto a él y vi cómo la luz remarcaba la silueta de su rostro, pasaba por su cabello bajando por su nariz y llegaba hasta sus pequeños labios.

-Que guapo eres –dije en voz baja sin quitarle la mirada de encima y él volteo a verme con una enorme sonrisa.

-Mentiroso... -agachó la cabeza tímidamente.

-Oye... -tomé con mi mano su barbilla para elevar su rostro- me encantas.

-Y tú a mí -respondió dándome un leve beso en los labios.

Era tan adorable, ansiaba pasar el día entero con él.

-Vamos -tomé su mano- estaremos aquí un buen rato, exploremos.

-¿Explorar? -respondió levantándose sin soltar mi mano- ¿Y el manager? ¿Qué pasa si nos perdemos? ¿Qué...

Puse mi dedo sobre sus labios para que guardara silencio y le sonreí- No te preocupes por nada ¿de acuerdo?, este día será solo para ti y para mí, será nuestro -lo jale hacia mí para poder abrazarlo de lado y empezamos a caminar.

Pronto nos encontramos con un pequeño pozo a mitad del bosque. Las flores crecían a su al rededor y a en los costados dos enormes arboles permanecían firmes, como si lo estuviesen custodiando.

-¡Un pozo de los deseos! -corrió emocionado.

-¿Deberíamos pedir un deseo? –me acerqué abrazándolo por la espalda.

-¿Puedo? –sonrío enormemente.

-Creo que tengo un par de monedas aquí... -busqué en mi chamarra y saqué un par de monedas. Tae tomó rápidamente una de ellas y cerró los ojos poniéndose de espaldas al pozo.

Esperó unos segundos y lanzó la moneda...

-¿Qué pediste? –pregunté curioso y Tae negó con la cabeza.

-Eso no se dice –habló burlón.

-Bien... -le enseñé la lengua- no quería saber de todos modos.

Él volvió a sonreír y me puse de espaldas antes de pedir mi deseo, cerré los ojos y apreté con fuerza la moneda en mi puño. La lancé y casi de inmediato llegó al fondo del pozo.

-¿Qué pediste? –me miró ansioso.

-Eso no se dice –contesté imitando su voz y él hizo un puchero.

A la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora