Capítulo 28

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-¿Es necesario entrar con los ojos vendados? -no tenía ni tres segundos que había entregado mi hoja cuando ya empezaba a sentir nervios.

-Si -se sentó a mi lado y encendió el computador para vigilar el registro de los datos- por eso se dice que la atracción mental es mucho más fuerte que la física, de una mente no te liberas ni cerrando los ojos.

-Pero yo no quiero enamorarme o algo así, yo solo quiero hablar.

-Aja, entonces no debiste escoger la opción de los 7 minutos.

-¡Touché! -encogí los hombros y seguí ayudando mientras llegaba mi turno.

-La venda te priva de la vista pero maximiza los demás sentidos, de esta manera conectas con el otro partiendo de su esencia y no de lo físico, no es tan malo como piensas -continuó tecleando cosas en la máquina y mi mirada se dirigió a las parejas que bailaban alegres en el centro de la pista.

¿Esto realmente funciona?

Pasaron exactamente 30 minutos cuando mis resultados al fin salieron, quise tomarlos y Ken me lo impidió de inmediato. Esbozó una extraña sonrisa y con un -encontró a alguien- me dirigió al cuarto donde se llevaría a cabo el juego.

-Conoces las reglas, nada de propasarse -elevó las manos con la venda- la otra persona ya está ahí adentro. Al terminar su tiempo tocaré en la puerta tres veces para que puedan descubrir sus ojos ¿está bien?

-Entiendo -cerré los ojos al sentir la tela sobre ellos- pero será triste si termino interesado en esa persona y después de verme la cara decide que no le gusto.

-¿Bromeas no? -lo escuché decir por lo bajo mientras me guiaba para no tropezar.

-Solo estoy nervioso -reí porque de verdad hasta las manos me sudaban.

-Yo también lo estoy -escuché una voz que no pertenecía a Ken.

-Bien, pueden tomar sus manos -lo sentí tirar de mi brazo y mis dedos se entrelazaron con los del sujeto frente a mí- cuando escuchen la puerta cerrarse pueden empezar a platicar, no descubran sus ojos por ningún motivo, siéntanse libres de expresarse y disfruten este breve tiempo juntos.

En un momento ya estábamos solos, ninguno decía nada y se escuchaba con levedad la música en el exterior. No sabía cómo empezar, él no me soltaba de las manos y yo no me sentía incómodo con eso, al contrario, su tacto se sentía bastante familiar.

-Soy Hose... -intenté presentarme y me jaló hacia él para abrazarme.

-Eres tú, sabía que serías tu -habló en mi hombro y entonces me di cuenta, aquella voz era de Kook.

¿En qué momento llegó él al lugar?

-¿Kookie? -el aroma de su shampoo de coco era inconfundible.

Esa mañana había entrado a la habitación y me había visto abrazando a Tae, aunque lo perseguí para explicarle él no me permitió tocarlo, solo salió de la casa diciendo que quería estar solo.

-Lo siento -susurró enterrando su rostro en mi- odio pelear contigo sin razón, no debería desconfiar de ti.

-Yo también lo siento, todo este tiempo has sido tu él que ha estado a mi lado, no quiero hacerte daño.

-Quédate conmigo -suplicó haciéndome sentir miserable, mi tonto corazón se habia acelerado cuando Tae me abrazó y yo no era capaz de decírselo.

-¿Lo harás? -preguntó ante mi notable silencio y pasé mi mano por su cabello. Él pegó su rostro a mi cuello para darme un beso y eso me hizo estremecer, Kook era tan sincero cuando hablaba conmigo, no tenía ningún miedo en expresarme sus sentimientos. Le estaba muy agradecido por estar a mi lado desde el principio.

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