-Martes, Octubre-
Soleado, sin nubosidad, el verano era perfecto. Siempre que se acercaba lo anhelaba con ansias. Era un día hermoso, de mucho calor. Alguien me llama, no reconozco su voz. Era una persona a la cual parecía agradarle. Siento que en algún momento de mi vida escuché esa voz, más grave, como si estuviese enojado. Un sonido se escucha, una alarma, esa alarma hace mover a los arboles como el viento y todo empieza a desvanecerse. Rápidamente lo veo, el no me miraba porque estaba de espaldas. Corro hacia él, me faltaba poco, llego y empiezo a caer, en un pozo sin fondo. Oscuro. El piso se acerca cada vez más a mí.
Me tapo la cara y reboto en algo suave. Era un sueño, solo un tonto y estúpido sueño. Tomo el reloj, marcaba las 6:32 am.
¿Quién era aquella persona? Ya la había soñado antes, pero no sabía por qué razón nunca podía ver quién era. Lo conocía, de eso estaba seguro. Dejo de pensar en mis absurdos sueños y comienzo a preocuparme por cosas que tenían sentido. Mis marcas en el cuello y la muñeca. Tenía pensado en usar nuevamente la bufanda, anoche mis padres no me descubrieron cuando cené con ellos. También el buzo del colegio para que tapara mi muñeca con la manga. Estaba bien, por ahora. El día estaba nublado. Al fin y al cabo, el día estaba de mi lado.
Por ahora.
Termino de prepararme y me dirijo al baño, me lavo la cara para despabilarme, después cepillo mis dientes y me seco. Me por ver mi cuello antes de ponerme la bufanda, estaba algo desinflamado, pero las marcas seguían allí. Mi muñeca también estaba bastante mejor. Al fin algo bueno. Pero tenía una duda.
¿Si estaba todo el día con la bufanda y no dejaba al cuello respirar se iba a inflamar? No lo sabía, pero por ahora lo debía mantener tapado.
Bajo las escaleras y llego al comedor. Miro el reloj 6:40 p.m. No me había tardado mucho, últimamente la falta de tiempo era muy notable. Por muchísimos factores. El tiempo con la familia, con los amigos y el tiempo de vida. Aprovecho y me tomo un vaso de agua, tranquilo esperando a que mi madre viniera.
_ ¿Estás lista ma? _desde el comedor.
_Ya bajo_.
Me dirijo a baño, del comedor, me miro en el espejo, estaba bien vestido y con la ropa impecable. Abro uno de los cajoncitos para ponerme perfume y encuentro una pomada para lastimaduras. Mucho no entendía de estas cosas, pero sentía que iba a funcionar. Tomo un poco y me pongo en la muñeca. Después me saco la bufanda y me pongo en el cuello. Escucho pisadas y empiezo a apurarme. Guardo la pomada, me pongo la bufanda y tomo el perfume.
_Buen día hijo_ me dice mi madre.
_Buen día _ algo nervioso.
_ ¿Qué haces? _.
_Me pongo perfume_ respondo.
_Está bien. Apúrate_.
Ella camina hasta la cocina y respiro, tranquilo. Saco el peine, me acomodo un poco el pelo, apago la luz y salgo del baño.
_Mira que después va a hacer más calor. Te aviso por el buzo_.
_Si, ya sé, pero hay bastante viento ahora_.
En el transcurso al colegio no podía evitar ponerme nervioso, pero trato de tranquilizarme porque todo estaba bien, mantengo la calma y sigo mi día.
Al entrar al colegio, empiezo a caminar un poco más rápido para llegar al salón. Entro y la primera en notar mi presencia en Palo, estaba hablando con sus amigas, pero me ve y se acerca. La veo algo rara, con los ojos hinchados y ojeras.
_Buen disfraz_ irónica. _ ¿Cómo estas amigo? _.
_Graciosa_ con una mueca en mi rostro.
_Quería verte reír_ rara.
_Yo debería hacerte reír a vos ¿Qué te pasó? _.
_No dormí bien anoche_ responde. _Solo eso_.
_ ¿Tuviste sueños? _sobre lo que habíamos hablado ayer.
_No, no fue eso_ juntando sus manos. _Estuve con el proyecto de Literatura toda la noche y estoy algo cansada_.
_ ¿Enserio? Yo ni siquiera empecé, no tengo ni una idea_.
_ ¿Al final alguna novedad sobre tu mamá? ¿Se enteró? _.
_No, por ahora_ acomodando mi bufanda. _Pero ayer baje con esto a la cena y estaba sospechosa, pero se le pasó_.
_Esperemos que esto no empeore. Un paso en falso y estás en el horno_.
_ ¿Por qué empeoraría? _.
_No lo digo por vos, sino por Ezequiel que acaba de entrar al aula y no te saca la vista de encima_ algo estupefacta.
Estaba muy nervioso. Me doy media vuelta y veo a Ezequiel, quien después de acomodarse en su asiento me mira, como si nos hubiésemos confrontado. En ese momento reacciono, porque en realidad eso había pasado. Dejo que la presión abandone mi cuerpo y miro el reloj que estaba colgado en la pared, faltaban 10 minutos para que la maestra entrara al salón.
_Palo, ahora estoy más nervioso que antes_ serio. _Enserio no puedo con esto_.
_Tranquilo amigo. Hoy no puede empeorar el día, en serio te digo. Va a estar todo bien_.
_Cada vez que lo miro se me viene a la cabeza imágenes de aquella tarde_. Después me agarra un escalofrío. _Todavía recuerdo su rostro mientras me tomaba del cuello, como el apretaba con fuerza_.
_Fran, calmate, porque si no te vas a poner peor_ tomándome de los hombros. _Cree en mi palabra, este va a ser un día distinto_.
Giro mi cabeza nuevamente y veo que Ezequiel, con su cara de enojo, hablaba con sus amigos, pero a veces me veía. Eso hacía que la presión volviese a mi cuerpo.
_ ¿Y si le hablas? _ me pregunta.
_ ¿Qué? _pensando que estaba bromeando. _ ¿Estás loca? Hablarle a él es lo mismo que ganarse la muerte_.
_Creo que si hablan podrían arreglar sus diferencias_ antes de terminar de hablar. _Y, no sé. ¿Amigarse? _.
_Palo_ tomándola de los hombros. _En verdad estás loca. Eso no va a pasar, nunca_.
_Yo que vos intentaría un nuevo cambio_ insistente. _Por los viejos tiempos_.
_ ¿Por los viejos tiempos? _confundido.
Ella empieza a caminar y se sienta en su lugar, junto a su compañera de banco. Mientras esperábamos a la profesora, sentía que su mirada penetraba mi rostro. Algo quería, y creo que no era hablar conmigo, sino seguir con lo de aquella tarde.
Para esta clase de personas a las que les gusta lastimar a los demás. Nada, nunca era suficiente. Nada.
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SIN SALIDA
Roman pour AdolescentsFranco Rodríguez es un chico de diez años, estudia en el Colegio San Cayetano y está en el quinto grado de Primaria. Es tímido y se le es difícil abrirse a la hora de hacer amigos. No tiene a nadie, no habla con nadie. La soledad es su única compañí...