nueve

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─ ¡Tení que decirle que sí po! ─me recomendó mi vecina.

─No sé, Feña... El Maximiliano me dijo que es obvio que me quiere puro sacar brillo.

─ ¿Y eso es malo? ─preguntó la Fernanda con cara de pervertía.

─ ¡Sí po!

─ ¿Entonces también es malo que el Vicho te haya sacao brillo?

─Es diferente. Con el Vicho lo hicimos cuando cumplimos nueve meses. Hubo amor, ¿cachai?

─Ajá.

─Así que... le voy a decir que no.

─ ¿No querí ná con el Santiago entonces?

─No ─sonó más como pregunta que como afirmación.

─ ¿Ni siquiera su amistad?

─Eso sí po.

─Ya po, entonces no te enrollí, si son amigos nomás.

─No me enrollo, pero el Maxi me dij...

─ ¿Y le vai a hacer caso a ese hueón? ─me interrumpió.

─ ¿Y por qué no?

─Porque es obvio que está coludido con el Vicente. ¿Tú creí que no han hablado en estas dos semanas? Obviamente el Vicho le tiene que haber dicho "que la Clara no se coma a nadie mientras yo no estoy allá".

─Una cosa es que el Maxi te caiga mal y otra muy distinta es que sea chueco conmigo.

─Si tú decí... ─cambió el canal de la tele como si no le diera importancia a la conversación que estábamos teniendo.

─Y quiero que te metai bien en la cabeza que el Max siempre será mi mejor amigo. Y que nunca voy a elegir entre ustedes dos, porque los quiero a los dos por igual y confío en los dos incondicionalmente. Así que deja de decir hueás de mi amigo porque ni siquiera lo conocí para opinar de él.

Dicho eso, la Feña apagó la tele. Quedamos a oscuras y acto seguido escuché cómo subía las escaleras y me dejaba sola ahí. Salí de su casa enojá. Crucé rápidamente la calle y unos segundos después estaba a salvo en mi hogar.
Mi vieja y mi hermana todavía no llegaban, y mi tía no estaba, así que fui a tirarme a mi cama a mirar el techo. Estuve unos cuantos minutos así, haciendo ni una hueá. Extrañaba al Vicho. Echaba de menos cuando me llamaba todas las mañanas para desearme wenos días, pero después le robaron el celular por andar huebiando hasta tarde en la calle sacando fotos. También echaba de menos cuando me sacaba fotos de la nada y yo pensaba que salía vendiéndola, pero él me decía "erí tan linda" y me ponía como fondo de pantalla. Y cuando tenía pena siempre era la primera persona a la que él recurría, y yo sentía que me tenía tanta confianza que hasta se ponía a llorar delante mío. Y cómo olvidar que cada vez que íbamos caminando por la calle y yo iba en la orilla, y él me cambiaba el lugar para protegerme de los autos. Y cuando en los días de invierno me pasaba su polerón aunque después quedara en pura polera... Igual yo lo retaba cuando se sacaba el polerón para prestármelo porque no quería que se resfriara. Y cuando de vez en cuanto me dejaba papelitos con mensajes tiernos en mi mesa. O cuando compartía su almuerzo conmigo. Cuando me daba besito en toda la cara siempre que me enojaba, excepto la última vez...

Ya, qué mamona.

Pensar tantas hueás me había puesto emo y se me habían salido unas cuantas lágrimas. Nunca pensé que iba a estar llorando por un mino. Qué ridícula me había puesto el amor.

Por una pelea hueona todo se había ido a la cresta.

Si pudiera retroceder el tiempo no lo habría hinchado y lo habría dejao ver el partido tranquilo. ¿Por qué tuve que nacer tan hincha pelotas?

Andai puro zumbandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora