No sé cuánto tiempo me quedé sentá en el pasto llorando con la cabeza gacha, pero en un momento pensé: ¡para, hueona! ¿Cómo vai a estar llorando en una plaza? Qué bajo caíste.
Me sequé las lágrimas y miré al frente. Había una vieja y al otro lado un grupo de hueones tomando, y estaban todos mirándome, así que me paré, siempre digna, y caminé hasta la casa de mi mejor amigo.No tenía voz para gritar, así que golpeé la reja y me llegó a doler el puño.
─ ¡Clarita! ¿Qué te pasó? ─me preguntó preocupao.
─Parece que mi puño es más debilucho que el tuyo ─le dije intentando sonreír y después me puse a llorar─. El Vicho terminó conmigo...
Él me abrazó y me hizo pasar. Me sequé las lágrimas rápidamente pa' que su mamá no me cachara así.
─ ¡Mamá! ¡La Clara está acá! ¡Vamos a ir a mi pieza!
La tía salió de la cocina y me sonrió. Le intenté devolver la sonrisa.
─ ¿Qué te pasó, mi niña? ─me preguntó con preocupación.
─Problemas amorosos, mamá ─le respondió mi mejoro─. Vamos a estar en mi pieza.
─Ya... ¿Quieres algo, Clarita?
─No, gracias, tía. No se preocupe.
─Bueno. Cualquier cosa me avisan.
Asentí y subí detrás de el Max.
Me senté en su cama y esperé a que cerrara la puerta y se sentara a mi lado.
─Eh... ¿Querí hablar de eso? ¿O preferí que...? No sé... ─no hallaba palabras pa' expresarse el pobre.
Yo ya no estaba llorando, pero tenía los ojos llorosos.
─Le conté la verdad po. Y... me pateó. Y... me dijo que lo decepcioné...
─ ¿Que lo decepcionaste?
─Ajá...
─ ¡Care raja el Vicho, hueón!
─Tiene razón, Max.
─No. Él fue el ahueonao que se mandó a cambiar.
Me sorbí los mocos piolamente.
─Toma ─mi amigo me pasó un paquete de pañuelos que tenía en el cajón del velador.
─Pensé que había pasado piola.
Él se rió.
─He escuchado hasta tus peos, ¿y te avergonzai por los mocos?
─Esa vez estaba enferma ─me defendí─. ¡Y yo también he escuchado tus peos! ¿Y te acordai cuando cagaste en mi casa la otra vez? ¡Escuché toda la explosión! Fue traumante...
─ ¿Y cuando vomitaste encima mío? ¡Eso sí que fue traumante!
─ ¡Tenía diez años!
─El trauma sigue hasta el día de hoy.
─ ¿Y cuando te tiraste el medio chancho? Fue tipo Fiona la hueá.
─Sorry, no soy perfecto... Soy casi perfecto.
Me reí en medio de toda mi pena.
─ ¡Chanchito! ─gritó la tía desde abajo─. ¡Te buscan!
Me cagué de la risa. Siempre me daba risa cuando su mamá le decía así.
─Anda, chanchito ─me burlé.
Me desordenó el pelo en venganza.
─Vuelvo al tiro ─me dijo antes de bajar.
ESTÁS LEYENDO
Andai puro zumbando
Romance¿Quién chucha iba a imaginar cómo era realmente el rico profe de zumba?