veintiséis

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─No pensé que te importaba ese mino ─le respondí.

─Es pa' copuchar nomás. Ya, cámbiate el uniforme porque vamos a ir a buscar a tu hermana a la pega.

─No quiero ir.

─No te estoy preguntando si querí ir, te estoy diciendo que vamos a ir.

¡Me tenía chata mi vieja, hueón!

Le hice caso igual nomás, terrible perkin, y en el camino en el auto me fui escuchando música con audífonos pa' que no me huebiara, pero no me resultó.

─ ¿Y hace cuánto trabaja en tu colegio el profe Santiago?

Más encima me estaba preguntando puras hueás.

─Estoy con audífonos ─le informé.

─Sácatelos, te estoy hablando.

Le bajé el volumen a la música.

─ ¿Qué? ─le pregunté.

─ ¿Hace cuánto está en tu colegio el Santiago?

─No sé, no me acuerdo. Desde esta semana parece. ¿Ahora puedo escuchar música tranquila?

─Hablé con él y... le pedí que te fuera a dejar a la casa durante las dos semanas de castigo porque yo voy a estar trabajando.

¿KEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?

─ ¿Es broma?

─No.

─ ¿Tú querí humillarme delante de todo el mundo? ¡Es que no puedo creerlo! El profesor de educación física me va a ir a dejar a la casa... ¡Qué humillación!

─Eso debiste pensarlo antes de andar portándote mal.

─ ¿Y no le pudiste pedir al Maxi que me vigilara? ¿Tenía que ser a ese profe?

─No confío en el Maximiliano. Sé que te fue a dejar a la casa anoche. ¿Él sabía que estabai castigá?

─ ¡Pero confiai en el Santiago y ni siquiera lo conocí!

─Confío en él porque te salvó cuando casi te ahogai.

─Bueno, no confí tanto en él. Es malo.

─ ¿Te hizo algo?

─No, pero es pedófilo. Le pasa mirando el poto a mis compañeras.

─Todos los hombres miran.

─Tan machista, mamá.

─No es de machista. Es la verdad.

No volvimos a hablar nada más hasta que llegamos al mall donde trabajaba la Celeste.

─Anda a buscar a tu hermana ─me ordenó mi vieja─. Y pobre de ti que te escapí.

Ni siquiera había pensado en huir, hueón. Pa' que cachen lo inocente que soy...

Me tomé mi tiempo pa' ir a la tienda Adidas pa' aprovechar mi poca libertad.
De nuevo estaba el jefe de la Celeste en el local. Estaban de espalda cuando entré.

─ ¡Cuándo se me iba a pasar por la mente que tenía una hermana! Nuestro viejo la hizo de oro ─le dijo él.

¿QUÉ HUEÁ? ¿CÓMO? ¿ESCUCHÉ BIEN?

─ ¿Interrumpo algo? ─les pregunté yo terrible chora.

Ambos se dieron cuenta de mi presencia y se giraron a verme.

─ ¡Clara! ─me dijo mi hermana─. ¿Qué escuchaste?

─Todo.

─Déjame explicarte.

Andai puro zumbandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora