doce

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Yo no seguí el beso porque el Vicho no salía de mi cabeza en ningún momento. Agaché la cara para parar el "beso" porque no me podía soltar del Santiago, o si no me iba a ahogar.

─Disculpa, Clara. No... no sé por qué hice eso. De repente soy impulsivo y... perdón, de verdad.

─...Tengo que irme.

Estaba sintiendo mariposas en la guata y no quería cagarme en el agua. No, mentira, no eran ganas de cagar, eran mariposas. No quería sentir eso. No con él. Con nadie que no fuera el Vicente.

Nuestras respiraciones estaban entrecortadas. La tensión sexual era evidente y no quería que pasara nada. No podía engañar al Vicente.

─No, no... cómo te vai a ir tan luego. Discúlpame. Quédate.

Me quedé unos segundos pegada mirando sus labios.

─De verdad que tengo que irme ─le dije con un hilo de voz.

El Santiago tragó saliva y su manzana se movió. Oh, conchetumare.

Caminó hacia la escalera y ahí pude salir por fin de la piscina. Fui a buscar mi toalla y él venía atrás mío.

─Clara, de verdad perdón. No me pude controlar. Sé que todavía estai enamorá de tu ex. Me desubiqué.

─No tengo nada que perdonarte, Santiago. No estoy enojá contigo ni nada.

─ ¿Entonces por qué te querí ir?

─Porque... ─no se me ocurrió ninguna excusa, y no le iba a decir la verdá, que era que estaba sintiendo mariposas en la guata.

─Olvídate de él ─me pidió─. Se mandó a cambiar. No te merece.

Avanzó unos pasos hacia a mí.

─Clara, dime que esto no lo siento solo yo.

─Santiago, apenas nos conocemos...

─Te dije que me engancho rápido.

─Yo todavía estoy enganchá de mi ex....

─Sí sé. Yo te puedo ayudar a olvidarlo.

─No te quiero usar como clavo...

─No me vai a usar.

─ ¿Cómo sabí que no?

─Úsame entonces.

─No digai eso.

─Entonces cállame para dejar de hablar hueás.

Tenía ese sentimiento de cuando estai a dieta y hay una hueá exquisita pa' comer, entonces tú no sabí si abandonar la dieta y comerte la hueá, o mantenerte firme y seguir con la dieta.

Yo me quedé callá, entonces él empezó a avanzar más hacia mí, y lentamente terminó dándome un beso. Pero ahí sí que fue beso, uno bien apasionao. Y eso no fue todo. Su mano empezó a bajar por mi poto. Sabía que tenía que pararlo, pero pa' qué estamos con hueás, no quería pararlo. Me volví a colgar como koala encima suyo y él empezó a caminar mientras nos seguíamos dando besos. Me acostó en esas sillas pa' tomar sol y se puso encima de mí, obviamente sin aplastarme porque se apoyó con los brazos. Pero no estábamos cómodos en esa posición, así que después yo me subí encima suyo y sentí su copi duro. Una vocecita me decía que parara, pero como dice la frase "donde reina hormona, no manda neurona".

Estábamos entero motivaos comiéndonos.

─Clara... ─me dijo el Santiago entre besos─. Clara....

─ ¿Mmm?

─No ando con condón.

Ahí cagó todo.

Media hora después, estábamos cocinando tallarines. Era la única hueá que sabíamos cocinar. Después de almuerzo, reposamos y al rato nos volvimos a meter a la piscina. Había aprendido a flotar sin ayuda. Un gran avance.

Después de nadar... ya, flotar, nos fuimos a duchar. Juntos. No entraré en detalles, pero no pasó nada más que él enjabonándome y yo enjabonándolo. Nos duchamos con los trajes de baño puestos, así de higiénicos.

Finalmente tomamos once y me fue a dejar a la plaza de siempre, porque yo no quería que la vieja culiá sapa de la Lalés viera que me bajaba de un auto con un mino que no era el Vicente, y le contara a mi mamá y a toda la calle.

Caché que la casa de la Feña estaba oscura, así que habían dos posibilidades:

1) Estaba raja.

2) Había salido.

Si era la primera opción iba a andar terrible pesá si la despertaba, así que fui directo pa' mi casa. Estaban las luces apagás, pero se escuchaba música en la pieza de la Celeste. Desde la mitad de la escalera sentí el olor a pito. Me cargaba que se volara en su pieza porque entraba todo el olor a la mía. Entré a su pieza dispuesta a reclamarle, pero iba a ser en vano porque la pieza parecía sauna. Y cómo no iba a parecerlo, si la hueona tenía la ventana cerrá.

La Celeste cuando me vio, empezó a cantar esa canción de Bob Marley de los volaos.

─Canta conmigo, hermanita ─me incentivó─. ¡Ai shotesheri!

Perfecta pa' Open English la hueona.

La mire a los ojos y parecían piure de lo rojo que estaban.

─Fúmate uno, Clarita ─me ofreció─. Te vai a olvidar de tooodo.

Era una buena oferta porque no quería pensar en el Vicho después de haberme comido y casi haberle entregado mi flor usada a mi profe de zumba.

─Uno verdesito como el Hulk
Uno verdesito como el monstruo Shrek ─cantó mi hermana.

─Presta pa' acá ─le quité la boquilla, y puta, no me acuerdo mucho de lo que pasó después.

Lo que sí recuerdo es que me contó que tenía un secreto que le oprimía el pecho, pero no la pesqué porque esta hueona hablaba puras cabezas de pescao cuando se volaba. También recuerdo que le conté que me había comido a mi profe de zumba y que sentía culpa. Se fue en la profunda y me dijo:

─Estai en la edad perfecta pa' quedarte con la culpa, no con las ganas, así que vo dale que yo te apaño en todo, hermanita. ¿Sabí que te quiero mucho? ─sollozó─. Ojalá las hueás fueran diferentes... Pero pase lo que pase nunca olvidí que erí mi hermanita chica, y que te quiero caleta. Y no lo digo porque esté volá, porque no estoy volá, estoy súper lúcida... Puta que te quiero, cabra culiá. Estai tan grande. Vai a cumplir dieciocho... Si ayer nomás erai una cagá chica...

De la otra hueá que me acuerdo es que me quemé los deos porque el canuto era más chico que la pichula de... de... no sé, nunca he visto una. Aaaaah.

Rato después llegó mi tía y la diversión se acabó. Por lo menos no era mi mamá, ahí sí que habría quedao la senda cagá.

─Tía, ¿tení gotas? ─le preguntó mi hermana.

─En el botiquín hay. Vayan a echarse las dos inmediatamente.

Estábamos cagás de la risa echándonos gotas, porque no le achuntábamos nunca a los ojos.

─Y tranqui, pendex, no le voy a decir a la mamá que te comiste a tu profe de zumba ─me aseguró mi hermana acordándose del tema de la nada, porque estábamos hablando de otra cuestión.

¡Puta la hueá! ¡La Cele se había acordao de que le conté esa hueá! Y mi hermana... era sanguchito de palta.

♡ ♡♡♡

Una foto de la Celeste, que será interpretada por Lauren Steele. Esta hueona tiene los ojos azules, pero la Cele no, así que imagínense que los tiene cafés. O imagínensela como deseen, aaah.

Andai puro zumbandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora