Había una vez una hueona cobarde, que era tan cobarde que le mentía en la cara a su pololo y a su hermana, y esa hueona... era yo.
Pero era cuestión de días pa' que todo se supiera... En cuanto mi mamá reconociera al Santiago, la Celeste iba a cachar, y si la Celeste cachaba, el Santiago le iba a contar al Vicho y mi pololeo se iría a la mierda.
─Clara, ¡tení que contarle luego! No podí estirar más el chicle ─me dijo el Maxi en el camino al colegio.
─Es que no quiero perder al Vicho, ¿cachai?
─Debiste pensarlo antes po. Pero tampoco la culpa es toda tuya... el Vicho se fue por tres semanas y ni siquiera te avisó. Bien maricona la hueá que te hizo. No sé cómo lo perdonaste...
Me quedé pensativa.
─El Santiago no quiere a la Cele ─le dije cambiando el tema─. Me tira los corríos cada vez que puede.
─ ¡¿Y por qué no me dijiste?!
─Porque no quiero que te fracturí el puño po.
─ ¡A quién chucha le importa mi puño! Lo único que importa aquí erí tú. Si el hueón asqueroso ese te sigue molestando, le voy a sacar la cresta, te guste o no. Culiao asqueroso... Santiasco se debería llamar el hijo de puta.
Me reí de su talla.
─Estoy hablando en serio, Clara.
─Me dio risa lo de Santiasco, sorry.
─Ya, te perdono. Oye, ¿podí caminar más rápido? Vamos a llegar atrasaos.
─No puedo, estoy súper cansá. No pude dormir anoche tampoco.
─Te llevo a caballito ─no era una pregunta, era una orden─. Mi espalda es tuya.
─Después te quejai del dolor de espalda ─me crucé de brazos.
─Después se me pasa el dolor.
Le sonreí y me subí a MI espalda y de ninguna otra maraca.
─Oye... ¿y tu mina? Nunca me volviste a hablar de ella y yo nunca te pregunté. ¡Perdóname! Soy la peor amiga del mundo.
─Ahí quedó la cosa nomás. Igual... mejor que no hayai preguntao. Me carga que me interroguí sobre las minas.
─Acostúmbrate nomás, porque te voy a seguir interrogando.
Él me zamarreó.
─ ¡Ay! ─me quejé─. ¡Me vai a hacer vomitar! Acabo de tomar leche.
─ ¿De la granja del tío Vicente? ─se cagó de la risa.
Le pegué un pape.
─Esa granja se irá a quiebra pronto... ─comenté.
─No es por defenderte, pero si el Vicente no te perdona sería el hueón más ahueonao del mundo. Tú le perdonaste que se fuera sin avisarte, ¿cómo chucha no te va a perdonar él?
─ ¿Y tú perdonaría una infidelidad?
─...Puta, pero...
─ ¿Viste? Nadie perdona esa hueá.
─O sea... si yo hubiese dejado a mi mina por tres semanas, sí le perdonaría una infidelidad po. Pero solo si la hueá pasó en esas tres semanas.
─Ojalá todos los hombres fueran como tú, Maxi.
\\
─ ¡No te podí ir! ─le supliqué a mi mami─. ¡Soy menor de edad!
─Solo son tres días, hija. Y vai a estar con tu hermana.
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Andai puro zumbando
Romance¿Quién chucha iba a imaginar cómo era realmente el rico profe de zumba?