dieciocho

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El lunes en la noche no dormí nada craneándomelas pa' arreglar toda la mierda que había.

El Maximiliano insistió en irme a buscar todos los días pa' irnos al colegio juntos y aunque yo no quería molestarlo, me sentía mucho más segura con su compañía.

En el primer recreo del martes, le dije al Vicho que iba a ir al baño pa' que me esperara en la sala, pero era mentira, se lo dije pa' ir a hablar con el Santiago. Se me había olvidado preguntarle algunas cosas la noche anterior.

Lo vi en la sala de profes haciéndose el amoroso, pero en cuanto me vio salió de ahí.

─ ¿Qué pasó, guagua? ─me preguntó en voz baja.

─ ¿Te metiste con mi hermana a propósito?

─Y dale con el tema... Estoy trabajando ahora. Si querí hablar conmigo, en la tarde voy a ir a tu casa ─me guiñó el ojo y volvió a entrar a la sala de profes.

Apreté la mandíbula con rabia. Tenía puras ganas de llorar. No soportaba verlo en el colegio. Me mordí la lengua y respiré profundo un par de veces. Cuando me di vuelta habían unas pendejas de segundo medio mirándome.

─ ¿Qué miran tanto? ─les pregunté.

No estaba de ánimo pa' hueonas sapas.

─ ¿No te podemos mirar acaso?

─No po.

─Ah, ¿y por qué? ¿Erí de oro?

─Sí po, soy de oro. Hueonas sapas... ─dicho eso, subí a mi sala.

Me había ido un poco al chancho con la mala onda, pero tenía que desquitarme de alguna forma o si no iba a llorar ahí mismo.

\\

Tal como me había dicho, el Santiago estaba en mi casa en la tarde, acostado en el living con la Celeste cuando llegué. Ella tenía sus piernas encima de él.

Tan hueona mi hermana por la chucha.

─Hola ─los saludé cortante pa' no ser rota.

─ ¡Wena, Clarinete!

─ ¡Hola, alumna! ─se hizo el gracioso el hueón.

─Oye, qué bacán que seai profe de la Clara. Te dije que ese colegio era pa' ti ─le dijo mi hermana.

¿Qué? ¿Ella le dio la idea de hacer la práctica en mi colegio?

─ ¿Tú le diste la idea? ─le pregunté a la traidora.

─No, se me ocurrió a mí ─respondió el enfermo mental─. La Celeste solamente me aconsejó.

─Igual fue mi idea ─reclamó ella sentándose.

─ ¡Patúa! Si fue MI idea ─le respondió él.

Empezaron a pelear sobre quién había sido la idea y el Santiago terminó callándola con un medio calugazo, y mientras estaban en pleno beso, él abrió los ojos y me miró.

Subí rápidamente a mi pieza e intenté hacer una tarea que era pa'l lunes. Todo por desconcentrarme un poco de los problemas.

Pasó un rato y el Santiago entró a mi pieza.

─ ¡Fuera!

─ ¡Shhhh! ─puso su dedo índice en su boca─. Tu hermana está durmiendo y no quiero que despierte.

─ ¡Ándate! ─fue como un grito/susurro.

─ ¿No queríai hablar conmigo?

─Respóndeme lo que te pregunté en el colegio.

Andai puro zumbandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora