Parte 1 Positivo.

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¡Positivo!

Palabra de 8 letras que expresa afirmación, afirmación que puede mostrar un estado financiero, el estado de salud de una persona, un estado de ánimo o de actitud pero que al presentarse en una prueba de embarazo, es capaz de crearnos un estado de ánimo negativo y más cuando por primera (y única) vez en la vida, esperábamos un resultado negativo. Así como lo esperaba Paola Casillas. Sin duda no era la noticia que deseaba darle a su esposo, al menos no en ese momento de sus vidas cuando ni él, ni mucho menos ella estaban preparados para ser padres. Paola solo tenía 21 años, aun no terminaba la universidad mientras que su esposo, con quien apenas tenía poco más de un año de haber contraído nupcias, Julián Quintana tenía 26...

-Por supuesto que no podemos ser padres -Paola sostenía un tanto angustiada, la prueba de embarazo que con dos líneas rosas en el centro, indicaba un resultado positivo. - Julián está triunfando en este momento como el gran abogado que siempre soñó ser. No puedo arruinarle la vida con esta noticia.

Paola decidió mantener la noticia en secreto por unos días, al menos los suficientes como para pensar exactamente qué es lo que debía hacer. Por supuesto que abortarlo no sería una opción para ella, es decir, a pesar de que no lo deseaba, ella no se sentía capaz de negarle el derecho de vivir a un nuevo ser que ya se estaba formando dentro de ella. Tenía que ocultar la prueba metiéndola en el fondo del cesto de basura, como si la guardara debajo del resto de los papeles usados. Amarro la bolsa de basura y luego la oculto dentro de otra bolsa negra esperando que por ningún motivo fuera a encontrarla su marido.

Llevó la bolsa al patio donde tenía su casa de madera, Max, el perro labrador color negro, que su padre le obsequio de cumpleaños cuando tenía 12. El perro miro fijamente la bolsa, como con ganas de esculcarla. Así son los canes, ellos solo quieren abrir bolsas de basura pensando que pueden encontrar un hueso allí dentro.

-No Max, aquí no hay huesos - le advirtió Paola mientras Max ladraba. -Si llegas a abrir esta bolsa te sacare los ojos.

Mientras tanto, Julián descansaba sobre el sofá color caqui de su despacho, una casa con tres recamaras y un baño que utilizaba como recepción, oficina y cuarto de hotel. Acostado con una camisa blanca y una corbata tinta reposaba su sueño reparador que se vio interrumpido por la llamada entrante de su celular.

-Diga -contesto Julián sin abrir los ojos.

Buenos días licenciado Quintana. Habla el señor Buenrostro. Espero no molestarlo tan temprano, estoy afuera de su despacho, solo vengo por los papeles de mi divorcio, no le quitare mucho tiempo.

-No se preocupe, ya estaba despierto -bostezó. -¿En cuánto tiempo llega?

Ya estoy afuera de su despacho licenciado.

Julián bostezo de nuevo y estiro su espalda, estaba muy quitado de la pena hasta que miro el reloj de pared, en forma de barco que compro el año pasado durante su luna de miel en Los Cabos: diez minutos y daban las 9. De inmediato regresaron sus cinco sentidos a su cuerpo. Ya era muy tarde. Miro a través de la cortina transparente que cubre la ventana que da justo a la calle: allí estaba esperándolo, el señor Buenrostro, uno de sus mejores clientes, si no es que el mejor.

¡Me lleva!

-Pídale a mi recepcionista que lo deje entrar - Julián no sabía que su recepcionista estaba indispuesta.

Imagine que no había nadie. Llevo buen rato timbrando y nadie ha salido, por eso pensé en llamarle.

Julián se molestó, su recepcionista ya estaba retrasada como por media hora con respecto a su hora de entrada, eso es inaceptable.

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