Paola es una mujer hogareña. La típica hembra con la que todo macho sueña casarse: amable, amorosa, fiel y sobre todo hermosa con un cuerpo divino.
Paola escucho entrar a Julián a la casa y se apresuró a servirle un rico y humeante platillo de bistec de res con puré de papa, espagueti y un vaso con agua de naranja. Nada de lo que esperaba ver Julián. Él imagino que se encontraría con la versión más furiosa de su esposa. Esperaba gritos y reclamos, tal vez una bofetada. ¿Qué estuviste haciendo anoche, porque no llegaste a dormir, con quien pasaste la noche, porque tu camisa huele a perfume de mujer? Y bla, bla, bla... Se imaginó a si mismo dándole miles de explicaciones falsas (como siempre) para evitar más problemas y continuar la cena en paz. Pero por el contrario, su esposa lucia radiante, como una flor en mayo. Su cabello negro, suelto, prendido de un costado con un pasador en forma de gardenia y, lejos de escuchar reclamos escucho su dulce voz preguntándole: ¿qué tal tu día, cariño?
-Me fue bien amor -respondió Julián cortando un trozo del bistec. -Bueno, en realidad se amontonaron los pendientes anoche y eran urgentes... –Julián sabia esconder a su amante y a sus aventuras debajo de un tapete de hipocresía.
-Pero lo bueno es que ya terminaste todo -Paola siempre le mostraba su mejor sonrisa, ella era pésima para barrer debajo "de ese tapete".
-Claro amor -contesto Julián. -De hecho, quiero darte una sorpresa. Sé que últimamente no he estado regresando a dormir con frecuencia a la casa por mi trabajo tan opresor y, quiero recompensarte con unas vacaciones este fin de semana. Me pondré de acuerdo en la oficina para no dejar pendientes y disfrutarnos solo tú y yo. ¿Qué te parece?
Paola asentó con la cabeza y cruzo sus manos. Era evidente que no estaba contenta. Julián lo noto y le pregunto en un tono muy falso que le ocurría, a lo que Paola respondió:
-Nada - agacho su mirada, guardándose el pequeño secreto que solo ella sabia y que no quería revelar, no ahora, no en este momento cuando aún no se sentía preparada para decírselo, así que mejor decidió continuar la charla con otro tema. -Es solo que me siento feliz de tenerte de vuelta en casa.
Julián beso su frente, pasando por alto su sincero semblante y la miro a los ojos, luego volvió a besarla pero esta vez en los labios. Ambos debían ocultar una verdad debajo de un tapete distinto: por un lado, Paola buscaba ocultar una prueba de embarazo y por otro lado, Julián buscaba ocultar una amante. Por eso es que a ninguno le convenía hablar sino acariciarse y desvestirse hasta llegar de la mano a la recamara para hacer el amor. Sin embargo, el maldito celular de nuevo interrumpió ese íntimo momento y Julián era un hombre tan ocupado con una vida tan exigente que estaba obligaba a contestar la llamada.
-Enseguida vuelvo -le dijo Julián a Paola, saltando de la cama. Era otro de sus clientes que le pedía ayuda con otro caso de divorcio. Cuantos divorcios hay en estos tiempos, debió pensar Julián quien nunca ha sabido negar un favor y mucho menos cuando ese favor significa dinero, así que corrió a su despacho personal en casa para atenderlo.
Paola se molestó y a la vez se entristeció. No tanto porque Julián la hubiera dejado con las ganas de hacer el amor. Paola ya se había acostumbrado a quedarse con las ganas. Realmente su molestia se debía a un síntoma del embarazo porque el embarazo vuelve sumamente sensible a las mujeres. Por eso no pudo evitar dejar escapar una pequeña lágrima mientras se acurrucaba sobre su almohada. Los minutos pasaron y Julián no regreso. El sueño se apodero de Paola y decidió vestirse con su pijama para dormir. Qué más puedo hacer. Se dijo Paola. Este hombre desea más a su trabajo que a mí. Añadió, mirando a un par de osos de peluche, color rosa que había sobre el tocador. Los peluches representaban la cúspide que alguna vez existió en la relación entre ella y Julián, porque fueron esos osos los que la sorprendieron con las sortijas de oro con que Julián le pidió matrimonio. Paola los llamo: Sam (al oso macho, que llevaba puesto un gorro negro, muy al estilo de los caballeros de los años 20's) y al otro: Sara (el oso hembra que llevaba puesto un velo de novia).
Así como la sonrisa de Sam y Sara, que lucían felices porque sus vidas se habían unido en santo matrimonio, Paola guardaba la esperanza de reencontrarse con el mejor Julián durante las vacaciones que le prometió mientras cenaban pero, llegado el fin de semana, mientras Paola y Julián subían las maletas a la cajuela del taxi del aeropuerto, una llamada hizo sonar de nuevo el celular de Julián, llamada que le regreso la preocupación a Paola. Julián contesto, era el señor Buenrostro.
-Señor Buenrostro, que sorpresa escucharlo tan temprano -solo con escuchar el nombre de ese tipo, Paola sintió nauseas. Tal vez las provoco el embarazo, o tal vez las provoco la angustia de imaginar que Julián cancelaria el viaje.
Licenciado, disculpe que lo moleste a estas horas pero ayer, el abogado de mi esposa anulo el caso, haciéndome quedar como un imbécil frente a ella. No sé qué haya hecho ese hijo de puta pero me ha quitado toda posibilidad de ver a mis hijos -informo el señor Buenrostro, en un tono preocupado. -Ayúdeme Licenciado Quintana, confió plenamente en usted.
Julián dirigió una mirada a Paola con la que trataba de disculparse por tener que cancelar el viaje.
-No se preocupe señor Buenrostro... lo veré en mi oficina dentro de una hora.
Paola resoplo y bajo enseguida (molesta) el equipaje del taxi y cerró la cajuela con mucha furia. El chofer del taxi no sabía lo que pasaba. Julián se acercó a Paola para tranquilizarla.
-Escucha, Paola, iremos la semana próxima, te lo prometo. Tú sabes que el trabajo es prioridad.
Pero Paola se negó a creerle. Levanto las maletas y las arrastro hacia el pórtico de la casa donde se detuvo un momento para recriminarle lo sucedido a su marido.
-Es que siempre pasa lo mismo Julián. Nunca podemos ser solo tú y yo, siempre hay algo por hacer, siempre es tu maldito trabajo, porque siempre ha sido tu trabajo tu única prioridad. Es lo único que te importa. -contesto enojada Paola.
-Tú sabes a qué me dedico y sabes que mis clientes me necesitan. Soy un gran abogado y soy muy solicitado. ¿Es eso lo que te molesta, que sea un gran abogado, que busque una manera decente para ganarme la vida que yo quiero para mí y para ti?
-Es que eres una persona muy egoísta, Julián, porque jamás te has preguntado si en verdad es esta la vida que yo quiero -tiro las maletas sobre la puerta. -Cuando me case contigo, lo hice por amor, porque sabía que eras una gran persona conmigo, que me valoraba y me regalaba lo único que yo en verdad deseo en la vida y era tu tiempo. Y hoy tu tratas de reponer el tiempo que no eres capaz de regalarme con viajes, con ropa, con una casa, con joyas, con lujos estúpidos que no quiero.
-Dime que es lo que quieres entonces, ¿quieres que te lleve a mi despacho para que veas lo que hago, para que estemos siempre juntos, para que dejes de dudar de mí?
-No, yo no dudo de ti. Y tampoco quiero que me lleves a tu despacho, solo quiero que me des un maldito segundo de tu ocupada vida -Paola abrió la puerta. -Sé que usas una agenda. Todas las personas ocupadas las usan para anotar los pendientes de la semana, así que te pido que hagas un espacio en esa ¡puta! agenda, no me importa que día y no me importa a qué hora, solo quiero que escribas: atender a mi esposa. ¿Crees que será mucho pedir?
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Positivo.
Teen FictionPositivo. Ese fue el resultado de la prueba. Ser mujer no es fácil, se necesitan cojones para mirar la prueba y aceptar y resignarse a procrear el hijo de un hombre al que ya no se ama. Pero ser hombre tampoco es cosa sencilla, se necesitan mas cojo...