Fátima se viste con la mejor ropa que pudo conseguirle Gonzalo. A pesar de ser un cerdo despiadado, tenía buen gusto en cuanto a moda se refiere. Vestido plateado, largo, tan largo que podía arrastrarlo por debajo de los talones pero también contaba con una enorme partidura a un costado que le permitía llevar una pierna por fuera, desgraciadamente era la pierna izquierda la que debía sobre salir, por eso Rebeca oculto la herida con mucho maquillaje; el escote en forma de V, en la espalda una abertura en forma de ovalo le lucia la espalda que, de alguna manera con maquillaje, Rebeca también intentaba ocultar esas cicatrices que se produjo Fátima encerrada en el sótano; sus tacones eran color beige, puntiagudos, llevaba un par de muñequeras, adornándole las manos, unos aretes discretos y un peinado no muy extravagante, solo parecía un chongo atado en la cabeza pero, al final, con el maquillaje que le vertieron sobre la cara, Fátima lograba lucir radiante. Solo faltaba rosear un poco de loción sobre su piel para oler mejor que un campo de rosas.
-Ay amiga, en verdad te envidio -le dijo Rebeca.
-Te ves muy bien, chula -añadió la madre del señor Buenrostro. -Ese diputado va a enamorarse de ti en cuanto te vea.
-Diputado, saldré con un maldito diputado -ahora era Julián el que hablaba. Sinceramente a Julián no le agradaban esos tipos, toda la vida se refirió a ellos como unos tipos pedantes y corruptos. -¿Y porque si hay tantas putas en esta casa, forzosamente quería salir conmigo?
-Ay Fátima, ¿en verdad no recuerdas nada? -le dijo Rebeca mientras le acomodaba el vestido de la parte baja. -Ya dime la verdad, que te estas metiendo. No recuerdas como maquillarte, como peinarte, como vestirte, como caminar con tacones, no recordabas a tus padres, no recordabas como usar una toalla femenina y ahora me sales con que no recuerdas al diputado Ramiro.
-No -confeso Fátima, sinceramente.
-Ay hija -continuo la madre del señor Buenrostro. -Casi te apostaría a que estabas enamorada de ese hombre.
-¿Yo enamorada, de un diputado? Por favor, en todo caso me habría enamorado de Julián, pero de un diputado jamás.
-Ya que lo veas, tal vez refresques tu memoria y recuerdes porque te estabas enamorando tú de el y el de ti -finalizo Rebeca, ajustándole el escote a Fátima. -Listo.
Fátima se notaba peculiarmente nerviosa. Aun así subió a la camioneta de Gonzalo que la llevo hasta el restaurante donde se habrían quedado de ver con Ramiro. Durante el traslado, Fátima no cruzo ni una palabra con Gonzalo, incluso no lo volteo a ver.
-El amor y el odio es reciproco -le dijo Gonzalo, viéndola a través del retrovisor. Gonzalo debía aceptarlo, Fátima lucia tan bella y sus piernas sobresalían tan provocativas que sin duda pensó en llevársela lejos para follarla el mismo y no compartirla con nadie.
Fátima no le contesto su comentario, solo agacho la mirada.
-Está bien, no me hables -le dijo. -Me conformo con que me permitas mirarte. -le sonrió sínicamente. Fátima cubrió sus piernas con la tela del vestido.
Finalmente llegaron al restaurante. Era elegante, una casona aparentemente remodelada con piedras de mármol y acabados de cantera. Los marcos de la ventana lucían radiantes, igual que el camino de rosas que se formaba hasta llegar a la entrada del restaurante. Justo allí la esperaba Ramiro. Vestido muy elegante por cierto, con un traje obscuro, camisa blanca, un pañuelo beige sobre su pecho y un moño tinto, como los labios de Fátima a quien Gonzalo se apresuró a darle la mano para bajarla de la camioneta, y quien le negó la mano en un gesto que decía: "vete al diablo imbécil".
Fátima se acercó al camino de rosas. Era para ella o, más bien para él, para Julián, el verdadero habitante de ese cuerpo, un heroico reto salir con ese hombre esa noche. Si bien era cierto que ya se había acostado (a la fuerza) con Gonzalo y, de alguna manera sabía lo que significaba ser penetrado, en esta ocasión sentía un miedo diferente. A ese hombre definitivamente no lo conocía, no sabía sus intenciones aunque claro, cualquier intención que comience con una cena en un restaurante como ese, sería mucho mejor que las que tubo Gonzalo con ella.

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Positivo.
Fiksi RemajaPositivo. Ese fue el resultado de la prueba. Ser mujer no es fácil, se necesitan cojones para mirar la prueba y aceptar y resignarse a procrear el hijo de un hombre al que ya no se ama. Pero ser hombre tampoco es cosa sencilla, se necesitan mas cojo...