Julián estaciona su camaro y luego abre la puerta de su casa, con mucha cautela, como si se tratara de un ladrón. Dentro, todas las luces estaban apagadas y había mucho silencio, porque hay tanto silencio, donde esta Paola, se preguntó. Encendió las luces y comenzó a buscarla.
-Paola... Paola... Paola... - le grito.
Recorrió toda la casa, la registro de arriba a abajo sin respuesta de Paola, hasta que subió a su habitación, esta vez muy preocupado. Encendió la luz y se dio cuenta de que la ventana estaba cerrada, cuando a Paola, que sufría de claustrofobia, prefería mantenerla abierta, aun cuando el termómetro registrara muy bajas temperaturas. Camino hacia el buró y noto que algo faltaba y algo sobraba: faltaba la fotografía del día de su boda y sobraba una carta que leyó enseguida.
Sé que no notaras que me abre ido, porque nunca te detenías a admirar que tenías una mujer en casa; sé que no notaras grandes cambios, porque para ti yo solo era un pequeño estorbo en tu vida, no era nada; sé que no te hará falta un café por la mañana porque ya ni siquiera lo bebías; sé que no te faltara un buen consejo porque tú lo sabes todo; sé que no te hará falta calor en esta cama, porque casi nunca dormías en esta cama y, también se, que no te faltara hacerme el amor, porque ya nunca querías hacerme el amor...
Sé que no notaras que me abre ido y, espero que así siga siendo porque, a partir de este momento, aunque me cueste mucho trabajo aceptarlo, comenzare a notar como que no te he conocido...
Paola.
Julián termino de leer la carta y lo que nunca imagino sucedió: el gran Licenciado Julián Quintana, doblegado, llorando, tumbado sobre la cama, con una arrugada carta en las manos, añorando viejos tiempos, pidiéndole a Dios una segunda oportunidad, porque esto no tenía que ser así. Y por eso lloraba de rabia y de impotencia, porque el sentía que solo por la imprudencia de un ser que pide a gritos vivir en un momento en que Julián también pide vivir y sin darle la vida a alguien más, ha cambiado su vida, es por eso que, dentro del pensamiento de Julián Quintana, solo ronda la dramática idea de abortar a ese pequeño y recuperar a su esposa y su vida, bajo cualquier costo, porque todo ese lio lo estaba volviendo loco. Por eso, para disminuir esos niveles de locura, decidió esa noche embriagarse, bebiéndose todas las botellas que guardaba en la barra de su casa. No importaba si era tequila o un buen ron, Julián se bebió todo.
Al final, una vez que no podía ni siquiera sostenerse de pie por el alcohol de sus venas decidió llamarla a su celular sin suerte de que ella contestara. Paola se prometió a no buscarlo, a no llamarlo, a no saber nada de él hasta que el mismo no la buscara para pedirle perdón porque había reflexionado realmente. Fue por eso que Julián volvió a buscarla, días después en casa de su prima Brenda en Cuernavaca. Supuso que allí la encontraría ya que no tenía otro lugar en donde quedarse porque sus padres Vivian en Los Ángeles y dudaba mucho que hubiera viajado tan lejos.
Julián llego una mañana tranquila en que Paola se había quedado sola en casa, preparando la comida. Toco a la puerta y ella abrió sin esperarse que pudiera tratarse de Julián. Al verlo, ella le cerró la puerta en la cara pero él lo evito poniendo el pie entre la puerta.
-Por favor Paola, dame otra oportunidad -le rogo.
Ella intento cerrar de nuevo la puerta, era evidente su rencor.
-Tú no tienes cavidad en mi vida.
-Pero tú aun tienes un espacio en mi corazón, Paola. Estos días sin ti me he dado cuenta de que la vida no es lo mismo.
-¿Porque lo dices, ya no tienes quien te prepare café por la mañana o es que acaso ya se enfrió la cama?
-Por favor Paola, no seas tan dura conmigo.
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Positivo.
Teen FictionPositivo. Ese fue el resultado de la prueba. Ser mujer no es fácil, se necesitan cojones para mirar la prueba y aceptar y resignarse a procrear el hijo de un hombre al que ya no se ama. Pero ser hombre tampoco es cosa sencilla, se necesitan mas cojo...