Parte 27

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Fátima es fuerte y por ello sabe que debe continuar con su cometido, a toda costa solo queda resguardar la vida del bebe que espera y de ella. Su única esperanza es que Paola se encuentre en su antigua casa para, de alguna manera, entrar a quitarle las llaves de la cabaña de Mazamitla que guardaba siempre en una de las jardineras de las afueras de su casa, justo donde Julián sembró un pino.

Marca con desesperación, el número telefónico de su antigua casa, con el temor de que Paola lo haya cambiado. Comienza a sonar el bip que indica que ya está en proceso la llamada; no cambio Paola el número. Espera impaciente Fátima a que le responda la madre de sus gemelas pero, algo que no esperaría jamás era que, una de sus gemelas fuera quien le contestara la llamada.

Hola...

Es la voz infantil y frágil de una de las pequeñas, Fátima ignora de quien se trate, solo tiene la certeza de que es una de sus pequeñas.

Ahora Fátima no parece tan fuerte, ahora su voz parece no tener potencia y sus ojos se le inundan definitivamente de lágrimas.

-Hola -contesta con un hilo de voz, Fátima. -¿Se encuentra tu mama?

No, ella salió

-¿Crees que vaya a tardarse mucho en llegar?

No lo sé, salió con mi papi. ¿Quién la busca?

Fátima se quedó helada, deseaba responderle con la verdad a su hija pero no podía hacerlo porque sería infringir con la primera condición de Pedro que seguía allí, al lado de la cabina telefónica, observando los gestos entristecidos de Fátima quien respondió finalmente con una pequeña mentira:

-Soy, soy solo una amiga de tu mami.

Yo le digo que la llame cuando llegue.

-Sí, muchas gracias -respondió Fátima, quebrándosele la voz. -¿Con quién tuve el gusto?

Mi nombre es Sofía.

-Sofía -se dice Fátima, hincándose frente a la caseta. Guardo silencio por un segundo y luego añadió. -Sofía... es, un bonito nombre...

Trato de colgar el teléfono pero estaba tan distraída, llorando, reclamándose a si misma el arrebato tan tonto que hizo hace tantos años por el miedo de ser padre que, ahora, añoraba esos años perdidos al lado de su ex mujer que hoy vivía con otro hombre y también los que perdió al lado de sus hijas que hoy, ya estaban creciendo, tan hermosas como él las hubiera imaginado, lejos de conocer la verdad de su vida y a su verdadero padre.

El teléfono cayó. Pedro se le acerco, como queriéndola consolar. Pero ella solo podía lamentarse sus fechorías.

-¿Porque lo hice, porque lo hice? -se dijo.

-Ya eso no importa -Pedro tenía su semblante muy serio. -Lo que importa es que el mal se hizo y el bien, aun se puede hacer. Esta creatura que ya vive dentro de ti, debe tener un buen final, así que, de ti dependerá que así lo sea.

Pero Gonzalo ya la buscaba por todas partes. Llego primero al motel donde se hospedo Adalberto a quien encontraron tirado en el piso, desangrado con un trozo de vidrio encajado en el vientre.

Gonzalo estallo en furia y pidió a la recepcionista que le mostrara las grabaciones de la cámara de seguridad del cuarto pero la recepcionista le respondió que tenían más de un mes sin funcionar. Qué clase de motel tan patético es este. Se preguntó histérico Gonzalo, descargando su furia con su pistola sobre la cámara de seguridad de la cabina y la pantalla donde se supondría que debería estarse transmitiendo las grabaciones.

-Ahora ya necesitan unas cámaras nuevas.

Enseguida llamo a sus matones que ya habían arribado a la casa de los padres de Fátima. Gonzalo había planeado vengarse de ella de la peor manera posible, así tuviera que llevarse entre los pies a toda su familia. Sin embargo, los matones buscaron por todas partes, debajo del colchón, en el baño, en la azotea, por toda la casa y no encontraron más que una rosa marchita en la mesa, dentro de un vaso sin agua y con una nota al lado que decía: encuentro muchas semejanzas entre usted y esta rosa, el color, la textura, el olor y sobre todo la vida... nunca tuvo vida.

-Me lleva la puta madre -Gonzalo arrojo hasta donde pudo el celular, de coraje. -La voy a matar, la voy a despedazar, le cortare los dedos, le desprenderé las uñas, le arrancare los ojos...

Gonzalo había ordenado desplegar a sus colegas y amigos por toda la ciudad, a bordo de camionetas que tenían la orden de subir a Fátima de amordazarla y torturarla o abusar de ella si querían, en lo que llegaban a su casa para interrogarla pero, las horas pasaban, el sol comenzaba a brillar en lo alto de los rascacielos y nadie le tenía respuestas de su ramera fugitiva.

-Señor, ella ya debe estar muy lejos de la ciudad -le dijo su asistente. -Sera imposible localizarla.

Pero Gonzalo estaba muy pensativo, el sabia la única manera en que podría dar con su paradero y es que alguna de sus amigas rameras tendría que saber porque y a donde se escapó.

-Rebeca -pensó Gonzalo, dirigiéndose a toda prisa a su casa para interrogarla. -¿Donde esta ella, donde esta Rebeca? -Gonzalo la busco por toda la casa. Ella estaba encerrada en el baño por miedo a Gonzalo y a lo que pudiera hacerle.

Gonzalo no se detuvo y derribo de una patada la puerta. Entro por Rebeca a la fuerza. La llevo a rastras al sótano donde la ato a una silla y la torturo con golpes al principio, preguntándole porque había escapado Fátima y a donde había ido. Pero Rebeca respondía renuente que no sabía.

En efecto Rebeca sabía por qué pero no el donde, así que después de probar Gonzalo con una tinaja de brazas ardientes que le coloco debajo de las plantas del pie, las cuales se chamuscaron en un par de intentos, provocándole exclamar un fuerte gemido de dolor a Rebeca, logro hacerla confesar un porque falso.

-Ella solo quería visitar a su madre que ha sido diagnosticada con cáncer en el pecho -Rebeca lloraba como nunca mientras se desangraba de los pies.

Gonzalo no se creía esa respuesta, le parecía bastante falso su argumento. Y enseguida la desmintieron cuando uno de sus asistentes le llevo la ampolleta que debió inyectarse Fátima hace un par de meses.

-Señor encontré esto en la habitación de Fátima.

Gonzalo la analizo con cautela y de inmediato se dio cuenta de que se trataba de la ampolleta anticonceptiva que mes con mes sus rameras debían inyectarse.

-Mira estúpida, te perdonare la vida si logras convencerme de que esta ampolleta es la cura contra el cáncer de mama y no la ampolleta anticonceptiva que imagino que Fátima debió olvidar inyectarse.

Rebeca se decepciono al ver la ampolleta y comenzó a llorar porque sabía que Gonzalo la había descubierto.

-Dime una cosa perra, ¿tú ya sabias que Fátima estaba embarazada?

-Solo dispáreme ya -le rogo Rebeca.

-No te preocupes -le dijo Gonzalo tomando un arma y cargándola frente a Rebeca. -No seré tan cruel contigo. Solo quiero que me digas en donde se oculta.

-Te juro que eso realmente no lo sé, eso no me lo dijo.

-Ah no te lo dijo -Gonzalo comenzaba a desesperarse. Frente a él estaba su asistente cargando en sus manos, con unos guantes, la tinaja repleta de brasas ardientes que con un manotazo le tiro encima a Rebeca.

Positivo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora