Fátima termina una llamada que hizo en secreto en el baño, con un celular viejo olor azul. Con ello, ha preparado su escape. La única persona que lo sabe es Rebeca, su mejor amiga la chica quien le ayudo a sobre ponerse durante esta travesía y a quien más le dolía tener que dejar.
-Voy a escapar esta noche -le dijo Fátima. -Esta noche, Gonzalo me ha conseguido una cita con un cliente que desea llevarme a un motel, de allí me escapare mientras duerma. Para cuando el despierte y para cuando Gonzalo trate de buscar culpables, queriendo averiguar, quien se llevó su puta, yo ya estaré lejos, muy lejos de aquí.
-No llevaras ropa -le pregunta Rebeca.
Claro que si -responde Fátima, me la pondré debajo del vestido verde que llevare esa noche. Es que si hago una maleta, todo mundo se daría cuenta de que pienso escaparme.
Después de arreglarse para salir con su cliente y de haber escondido bajo el vestido verde, un pantalón de mezclilla y una blusa blanca, casi transparente, antes de que Gonzalo llegara para apresurarla porque su cliente ya la espera afuera, se despidió con un fuerte abrazo de Rebeca. Para ella representa Rebeca lo que Octavio para Julián. Por eso derraman unas cuantas lágrimas, es obvio que no quieren separarse, tal vez nunca vuelvan a encontrarse en la vida.
-Que tengas mucha suerte -le deseo Rebeca a Fátima.
-Tu también, Rebeca y analízalo, vete, sal de aquí haz tu propia vida se feliz a costa de ti misma -le sugirió Fátima.
-Hare lo posible -contesto Rebeca.
Fátima se limpió las lágrimas para evitar que se le corriera el rímel y se marchó.
Afuera de la casa ya la esperaba un Volkswagen azul, el auto de su cliente del día, un tal Adalberto que pago 8 mil pesos por una noche entera con Fátima. Habría de. Devolverla a la mañana siguiente en el mismo sitio donde la recogió. Lo que no sabía Adalberto ni Gonzalo, que fue del último que se tomó la delicadeza, Fátima, de despedirse, era que sería esa la última vez que la volvería a ver en su casa.
-Hasta pronto -Fátima tenía pintada una sonrisa socarrona que preocupo por unos segundos a Gonzalo aunque, definitivamente ni se imaginaba de su embarazo ni su escape.
Subió al Volkswagen y, mientras el auto arrancaba y Adalberto le sonreía, pasándole de manera lujuriosa su mano sobre sus piernas cálidas, se despedía con una mirada de tristeza, del puterio en el que vivió los últimos meses. No es que le hubiera tomado cariño a la casa ni mucho menos a Gonzalo (a él lo odiaba con todo el odio que puede guardar una persona en su corazón), sino de las chicas, de Rebeca y de la señora Buenrostro, de quien no pudo despedirse porque ya se había marchado hace horas, a dar un servicio; ellas se habían convertido ya en sus amigas, en sus hermanas y en la. Única familia que le quedaba. Ahora solo le quedaba orar para que todo le saliera bien durante su escape pues de lo contrario, tal vez en esta ocasión, Gonzalo tendría para ella un destino peor que la soledad del sótano.
Más tarde, el motel en el que Adalberto hizo la reservación en la mejor de las habitaciones, no solo jacuzzi sino alberca incluida, los esperaba con sus tenebrosas luces de neón color rojo que incitaban a explorar sus más bajos instintos. Fátima sabía que debía ser esa la última noche en que se acostara con un hombre, al menos con uno al que no conociera.
Adalberto se apresuró a desvestirse. No reparo en preámbulos románticos ni caricias de ningún tipo, solo la arrojo a la cama con cero delicadezas. Fátima se asustó porque conocía esa mirada que se había dibujado en el rostro de Adalberto, la había visto casi todos los días, en hombres que solo tenían la intención de follar y de venirse en ella sin tomarse la más mínima molestia de saber si ellas están disfrutando del sexo.

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Positivo.
Roman pour AdolescentsPositivo. Ese fue el resultado de la prueba. Ser mujer no es fácil, se necesitan cojones para mirar la prueba y aceptar y resignarse a procrear el hijo de un hombre al que ya no se ama. Pero ser hombre tampoco es cosa sencilla, se necesitan mas cojo...