Más de una semana había transcurrido desde que Gonzalo disparo en la pierna de Fátima. Desde entonces, la chica había sido inmovilizada con un vendaje alrededor de su pierna. No podía caminar, necesitaba usar muletas en todo momento. Por su puesto que tampoco podía atender a los clientes, cosa que financieramente hablando, Gonzalo lo tomo como si se tratara de un pasivo, un gasto que debía minimizar al máximo y, para minimizar los costos, le redujo todo a una patética ración. Fátima termino siendo la única puta con derecho a dos raciones de comida al día: solo un par de panes integrales, un vaso de leche y tres vasos de agua al día, para que no cayera deshidratada.
Para que ninguna de las chicas se apiadara de ella y compartiera sus alimentos, Gonzalo la envió al sótano durante ese tiempo. Era un sitio obscuro y pequeño. Si Gonzalo hubiera decidido enviar a otra de sus chicas allá sótano ya no habría habido espacio para una tercera. El lugar olía a polvo y a humedad. Había telarañas pegadas en cualquier rincón.
Es cierto que como todo buen pastor, Gonzalo debe conocer a su rebaño y el, conocía los talentos de Fátima, no solo para la cama era buena, también le gustaba dibujar y era buena en ello. Por eso para que se entretuviera, Gonzalo le permitió tener con ella un lápiz muy pequeño, con una punta chata (para que no intentase cortarse las venas en caso de que le ganara la desesperación) y un cuaderno enmohecido por la humedad.
Por las mañanas, Gonzalo le tocaba muy fuerte la puerta para despertarla y le arrojaba las porciones de sus dos comidas y de sus vasos de agua en una cantimplora y un olfato desechable, todo atado a una bolsa que en ocasiones caía al suelo, abriéndose la bolsa, rompiéndose la cantimplora o el plato, de tal forma que la comida, muchas veces se tiraba y por eso Fátima, después de varias semanas, confinada en soledad, tenía que correr a beberse la leche que caía al suelo y la que se tiraba de los botes y, cuando la comida no se derramaba, debía ser cautelosa y administrar bien sus raciones diarias, si es que no pretendía pasar sed o hambre.
Fátima no tenía derecho a la luz de un foco porque según Gonzalo, costaría dinero que ella no estaba regresándole. Tampoco tenía derecho a bañarse más que un solo día a la semana, los domingos, porque referir gastos de agua y de jabón innecesarios. Una puta que no coge, es una puta que no suda y una puta que no suda, es una puta que no se ensucia y una puta que no se ensucia, es una puta que no se apesta y una puta que no se apesta, es una puta que no debe bañarse. Decía Gonzalo. Sin embargo, Fátima, aunque no sudara, no dejaba de ser un ser humano con necesidades de defecar y de orinar. Por eso Gonzalo le dio una pequeña bacinica que sus sobrinas ya no usaban, para que Fátima hiciera allí sus necesidades.
-Como piensas que voy a defecar en este lugar -le dijo Fátima a Gonzalo, impresionada de ver la pequeña bacinica.
-Esta bacinica no es para que defeques, es solo para que orines -contesto Gonzalo, tirándole al suelo un cucharon de aluminio. -Cómo puedes ver aquí abajo el piso es de tierra. El cucharon es para que escarbes un pozo si tienes necesidad de cagar.
Fátima lo odiaba a cada segundo que pasaba. Y más lo odio cuando después de unas cuantas horas de aguantarse las ganas de defecar, su estómago se le inflo, causándole malestares estomacales y terribles flatulencias que no pudo soportar más y se tiro al suelo para escarbar un pequeño pozo con el cucharon que después de unas cuantas paladas se quebró. Fátima hizo un berrinche de los mil demonios porque ahora tenía que usar sus delicadas manos de mujer para escarbar. Pedro la vio en su ajetreada situación y mejor decidió retirarse. Era demasiado penar para sus ojos.
Fátima no soportaba el dolor de su estómago y lloraba porque era muy intenso y porque sus manos eran lentas y débiles y se abrían sus dedos con la tierra tan dura después de varios minutos de escarbar. Su sangre mancho su vestido.
-Por Dios, que clase de maldad he hecho para pagarlo de este modo -le pregunto a Pedro, una noche mientras bebía el ultimo. Leche y comía el ultimo trozo de pan que, a pesar de estar todo empolvado, le supo a gloria.
-Nunca dije que regresar a este mundo a redimir tus actos sería algo sencillo -contesto Pedro. -Debes darte cuenta de cuan difícil es ser mujer y porque es que debes ser tratada con cariño y no como las basuras que tu imaginabas.
-Yo nunca las trate como basura.
-Pero pensabas hacerlo -exclamo Pedro. -¿Quién te creías que eras como para pensar que la mujer no debía tener más derechos que el hombre? Ahora sabes porque deben tenerlos. Pero lo sabes porque. Eres una mujer, una prostituta y está encerrada en el sótano.
-Está bien, me arrepiento de todo el. Daño que cause -confeso Fátima. -Pero creo que ya es suficiente padecer. Las mujeres también deben tener un lado amable, un lado que diga: que bueno que he sido mujer.
-Ah, claro que los hay y muchos. Sin embargo, la felicidad de una mujer, depende de cierta manera en los tratos del hombre, si las tratan bien vivirán como reinas, pero si las tratan como a ti y como tú trataste a Paola... entonces vivirán como una basura.
-Si lo sé y me he dado cuenta de ello tal vez muy tarde -continua Fátima. -Pero ahora solo dime, que debo hacer.
-Sobrevivir hasta donde te sea posible en este sitio, con Gonzalo y, sobre todo, lo primero que deberás hacer, a partir de este momento será... -Pedro se le acercó al oído para susurrarle el resto: ... aprender a usar toallas femeninas...
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Positivo.
Teen FictionPositivo. Ese fue el resultado de la prueba. Ser mujer no es fácil, se necesitan cojones para mirar la prueba y aceptar y resignarse a procrear el hijo de un hombre al que ya no se ama. Pero ser hombre tampoco es cosa sencilla, se necesitan mas cojo...