Cuatro

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Julián conducía el camaro amarillo dirigiéndose al súper mercado con Paola para hacer las compras de la semana. Se sentía tenso el ambiente. No habían conversado ni media palabra desde que salieron de casa. Paola se mordía el labio, estaba nerviosa y no sabía de qué manera iniciar una conversación sobre un tema que (al igual que Julián con su tema) la estaba volviendo loca. Debía decírselo de alguna manera. Por lo menos de manera hipotética para saber qué pensaría Julián al respecto.

-Amor, ¿te acuerdas de Helena? – Paola estaba insegura al hablar.

-Si -contesto a secas Julián, sin despegar la mirada del frente. -Es tu amiga de la preparatoria.

-Pues que crees que me dijo esta mañana, está embarazada.

-Uy pobrecita -respondió Julián. –Que lastima.

-¿Qué lástima? A mí me parece una buena noticia.

-Yo no creo que lo sea. La gente piensa que traer a un niño a este mundo es la cosa más sencilla, más sencillo incluso que hacerlos y en verdad conlleva muchos problemas.

-Pero un hijo siempre representa una bendición, Julián, yo no sé porque piensas de esa manera.

-Bueno, esa es mi humilde forma de pensar.

-No hay nada de humildad en tu forma de pensar -respondió molesta Paola. -Deberías de estar agradecido con Dios por tener la vida tan maravillosa que llevas porque habría mucha gente que quisiera tener al menos la mitad de lo que tú tienes.

-Mi trabajo me ha costado -añadió Julián, siempre tan soberbio. -No ha sido fácil y aun puedo alcanzar mejores puestos, justo estoy en ese momento de mi vida, es por eso que pienso de esta manera, porque un pequeño en este momento me arruinaría mi carrera. Ellos solo comen, lloran, cagan y vuelven a cagar. Se ocupa mucho dinero y muchas atenciones, las cuales no quiero ofrecer.

-Es que tú no tienes tiempo ni para ofrecerle atenciones a tu esposa.

-Exacto. Tengo tantos pendientes que ni siquiera puedo atender a mi esposa. Como esperarías entonces que atendiera a un bebe.

-Debería darte vergüenza pensar de esa manera.

-No, más bien debería darle vergüenza a la gente pensar de ese modo tan mediocre, es decir, mira al médico, míralo que feliz vive. Está a punto de alcanzar el punto más alto de su carrera. A sus 32 años, está por convertirse en el director del hospital donde trabaja. ¿Y sabes porque va a poder lograrlo?

-Julián, Octavio no puede tener hijos –Insiste Paola.

-Exactamente. Gracias a que no puede tener hijos es que vive tan feliz, al límite, dedicando realmente su vida a su carrera. Y eso es lo que yo quiero hacer. Mucha gente que lo conoce piensa que porque no puede tener hijos ha sido maldecido por Dios y yo, más bien creo todo lo contrario, pienso que ha sido bendecido porque no tiene ningún bebe que le quite el sueño.

Julián estaciona el camaro en el estacionamiento del centro comercial y apaga el motor. Él está seguro de que con su cátedra, ha convencido a Paola de quitarse esa ridícula idea de la cabeza de ser madre. Sin embargo, solo consiguió molestarla.

-Eres un imbécil -le ha dicho Paola, saliendo del auto.

-Hare como que no escuche eso.

-Pues haz como que vuelves a escucharlo: ¡imbécil!

Paola se fue caminando por su cuenta, encontrándose con la sección de ropa y artículos para bebe. Se detuvo unos minutos en esa sección para ilusionarse con las carriolas, para admirar los porta bebes, para escoger ropa que le gustaría comprarle a su pequeño. Y cada vez que los miraba, una lágrima rondaba sus ojos.

Positivo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora