CAPÍTULO 19

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MARÍA

Cinco días, cinco días para que suceda la pelea.

Cinco días donde no pienso separarme de él.

Cinco días para que mi corazón pase por uno de los peores momentos de mi vida.

Ver como lucha, pelea,sangra contra un hombre que posiblemente le saque más de una cabeza.

Tengo miedo. Tengo miedo de que algo malo le pase, pero confío en el, confío en sus ganas de ser fuerte.

Ahora estoy en mi casa, pensando , analizando. Comiéndome la cabeza de una manera que se que lo único que conseguirá será hacerme daño.

Jesús sabe lo que hace y confío en el.

Miro el reloj que está sobre la mesa de noche de mi habitación y me impresiono al darme cuenta que solo me quedan diez minutos para que Jesús venga por mi e irnos juntos a la casa del campo que comparten él y su hermano.

Rápidamente me levanto de la cama y me pongo un biquini negro.

Nos bañaremos en la piscina o al menos eso es lo que me ha dado a entender.

El timbre suena indicando que ya es la hora. La hora de dejar de pensar y simplemente disfrutar de mi chico.

Mi chico que bien suena eso.

Corro hacia la puerta queriéndome lanzar a sus brazos y eso es lo primero que hago al tenerlo frente a mi.

Mientras mis piernas están en su cintura y mis brazos en su cuello Jesús me agarra fuerte del culo mientras escucho como su cuerpo vibra haciéndome saber que se está riendo. Mi sonido favorito desde que fui consciente de el.

Su risa ronca, varonil, sensual. Definitivamente es mi sonido favorito.

J: tanto me has echado de menos muñeca?

Y: no lo sabes tu bien

Apreté mas fuerte mis brazos a su alrededor y entró en mi casa mientras sus manos no se separaban de mi trasero.

J: ya estás preparada?

Me bajé de sus brazos pero a un así mis manos seguían en su nuca acariciando su cabello.

Y: si, ya estoy más que lista

J: pues no sabes lo bien que nos lo vamos a pasar

Dijo acercándose a mi rostro lentamente.

Y: ah si?

Me encantaba provocarlo siempre, por lo tanto yo también me fui acercando poco a poco hasta que nuestros rostros estuvieron a menos de dos centímetros.

J: nena no sabes las ganas que tengo de besarte y saborearte.

Sus palabras siempre causaban en mi un mundo de cosas, entre ellas despertaban una pasión. Una pasión que nunca antes me había pasado.

Y: y yo no sabes las ganas que tengo de que lo hagas.

Entre los dos se notaba la tensión sexual que había. Era notoria y obvia.

Pero dejando atrás esta pasión también se veía ante los ojos de la gente el amor que había aparecido entre nosotros.

Acortó la distancia que nos separaba y me besó de esa manera tan peculiar.

Mordió mi labio inferior y solté un gemido sin poder evitarlo. Al momento su lengua ya estaba jugando con la mía sin piedad, una guerra en la que no se sabía cual de las dos era la ganadora.

POLOS OPUESTOS-Jesús Oviedo {ACABADA} EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora