CAPÍTULO 31

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MARÍA

Ayer fue un día increíble. Pude olvidarme de mi discapacidad y simplemente fui yo misma como tanto tiempo he estado deseando.

Disfruté cada momento junto a Pedro quien poco a poco se va haciendo un hueco en mi vida para convertirse en uno de mis mayores apoyos.

Pero aunque no quiera mi mente siempre está con Jesús. Día tras día me pregunto qué estará haciendo. Si me echará de menos o simplemente si piensa en mí como yo lo hago con él.

Ojalá que sí. A pesar de no hablarnos siempre lo tengo presente en mi mente y sobre todo en mi corazón, no pienso olvidarlo.

Ahora a las siete y veinticinco según marca mi reloj especial para ciegos me indica que ya toca mi hora de fotografía, o al menos intentarlo de cualquier forma.

El momento de fotografiar es mi momento de paz, donde claro que soy consciente de que estoy ciega, pero finjo no estarlo y así por un rato disfrutar de la sensación de ser la misma María que siempre soy.

Desde hace un tiempo descubrí que era lo que más amaba fotografiar, o más bien a quién amaba fotografiar. A Jesús.

Me encanta tener fotos de él en mi cámara, bueno me encantaba porque ahora ya no puedo verlas.

Ando apoyándome en cada mueble que sienten mis manos para poder llegar finalmente a donde tengo la cámara y vuelvo a caminar hacia la ventana donde sé que tengo una vista increíble aunque ahora no pueda disfrutar de ella.

Mis manos funcionan solas, y la música suave que me acompaña todavía crea un ambiente mucho mejor y más tranquilo. Estoy haciendo una vez más lo que siempre he soñado, fotos.

Una vez he acabado de fotografiar camino hacia el cajón donde guardo todas las fotos que imprimo y que no solo me valen tener en una cámara y entre ellas hay una pequeña sesión que le hice a Jesús sin que él se diera cuenta, bueno menos la última foto que aún la recuerdo de manera increíble. Su enorme sonrisa cuando me pilló haciéndosela. Sus ojos estaban achinados debido a la enorme sonrisa que partía su rostro en dos y su mirada era de puro amor. Daría lo que fuera por poder ver la foto una vez más.

Una sonrisa sale en mi rostro al imaginarme dándole esta foto a él, que la viese. Nunca ha sabido que he echo con estas fotos y aunque duela nunca lo sabrá. Esta foto será mi mayor tesoro junto a todas las que tengo de él.

Jesús es mi mayor tesoro.

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P: cómo está hoy mi solecito?

Su voz es suave y afeminada como siempre y la sonrisa que me sale en el rostro podría desencajármelo en dos partes. Es un amigo increíble, alguien con quien reír, alguien que me escucha siempre pero que si tengo un problema intenta de millones de forma hacerme sonreír.

Este chico es increíble y me siento muy feliz de que forme parte de mi vida. De haberlo conocido.

Y: estoy bien Pedro eres como el amuleto que me da fuerza para seguir

Se queda callado como si estuviera pensando las palabras que acabo de decirle o como si simplemente no se las esperara. Pero con él puedo ser yo misma y no callarme nada, es genial.

POLOS OPUESTOS-Jesús Oviedo {ACABADA} EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora