Capitulo 20

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Narra Samuel:

-¡Ese es el problema! ¡Que quiero tener el derecho! –Me miró confundido, había aguantado desde ayer cuando me beso antes de dormir el decírselo, ambos nos quedamos en silencio ante mi confesión, y luego seguí hablando-. Sé que no eres un niño chico y sabes cuidarte por ti mismo, pero no puedo evitar ponerme algo celoso... Desde que te conocí has alborotado mis sentimientos de una manera que no es normal. Has conseguido romper mis esquemas y hacerme pensar en un posible futuro contigo... Comiéndome la cabeza por no saber darle nombre a lo que somos. Cansado de tener que conformarme sólo con tenerte cuando estamos solos. Y puede que lo que te vaya a decir no cambié nada, pues lo nuestro seguirá sin tener un adjetivo capaz de describirnos, pero de algo estoy seguro, y es de hacerte esta pregunta.

Me sorprendí a mí mismo de lo que había dicho y la forma en la que lo había hecho, nunca en mi vida había hablado con tanta verdad, es que el chico había llegado a mi vida para no irse jamás, Cuando lo conocí enseguida llamo mi atención, un chico con el que saldría un par de veces y si todo salía bien, terminar follando, poco a poco esa idea se había yendo desvaneciendo poco a poco, al punto de que yo, un chico que planeaba casarse con una chica y tener un hijo para aparentar, ahora podía ver en el la clara oportunidad de ser feliz sin importar lo que los demás dijesen o pensasen.

Porque al fin y al cabo, él y yo, estando juntos, ¿Qué podría Salir mal?

Tome su mano, y subiendo la mirada a su sonrojada cara, enfocándome en sus ojos cristalizados, finalmente solté

-Guillermo Díaz ¿Quieres ser mi novio?

Su expresión petrificada me hubiese asustado por unos instantes, si no es porque en seguida una mueca en forma de sonrisa se pintó en su rostro que tan pronto llegó desapareció, bajo su mirada a nuestras manos unidas matándome de curiosidad por esa ansiada respuesta.

Observe como se frotaba los ojos y abría la boca lentamente, preparándose para responderme...

-Yo... - No fue así. Un sonido de golpes fuertes en la puerta de mi habitación hizo que ambos pegásemos un brinco y nos separásemos un poco, pues sin darnos cuenta nos habíamos acercado mientras hablábamos.

-Samuel De Luque, te he dicho millones de veces que no dejes el balón de futbol dentro de... -Mi padre se frenó en seco al ver a Guillermo frente a mí.

-¿Pa-Papá? ¿Qué haces aquí? – Pregunte nervioso, había entrado tan de repente que había causado esa reacción en mí.

-Esta es mi casa, ¿Quién es este? - respondió hablando con un tono grosero que hirvió mis venas. Guille se levantó enseguida, extendiendo su mano.

-Mucho gusto en conocerle, Me llamo Guillermo Díaz – Dijó Guillermo, hablando de la manera más educada y formal que existía en su vocabulario. Sorprendiendo gratamente a mi padre por sus modales, quien le miró de arriba a abajo analizándolo, para finalmente devolverle el saludo apretando su mano.

-Sebastían De Luque, Un Gustó igual – dijo en un tonó más amable pero aun así muy serio, haciendo que yo me tuviese que aguantar la risa, pues Guille se había puesto muy colorado al darle la mano

No voy a mentir cuando digo que me apetecía hincharle a besos en este momento ¡Se veía demasiado adorable! Pero obviamente cualquier gesto cariñoso con otro chico es prácticamente imposible con mi padre delante, así que tuve que tragarme todas mis palabras. Estuvimos en un silenció incomodo después de que ambos soltaran sus manos.

-Mejor me voy ya. –Dijo intentando salir de este ambiente tan extraño para él-. No te olvides de ir al entrenamiento mañana, este viernes tenemos partido... Luego seguimos hablando sobre eso –Me dijo con una alegre sonrisa refiriéndose a mi atrevida pregunta antes de salir por la puerta. Mi padre se quedó callado unos segundos hasta que escucho como la puerta se cerraba por completo.

Dreamers {Wigetta}Where stories live. Discover now