Capitulo 27

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Narra Guillermo:


-¿Entonces me perdonas? -Preguntódespués de contarme todo lo sucedido. Yo simplemente miré haciaotro lado, asimilando toda la información.

-No, Samuel... no te perdono.


Me levanté inmediatamente, sin dejarque siguiese hablando o que reaccionase, simplemente abriendonuevamente la puerta y llamando la atención de Samuel.


-Será mejor que te vayas.


Samuel, sorprendido por mi respuesta,hizo el amago de volver a hablar, pero termino callándose y saliendodel piso.

Una vez cerré la puerta todos losrecuerdos vinieron a mí: Nuestro primer beso, las miradas, lassonrisas, nuestra primera vez... Tantos hermosos momentos que ahorase opacan frente al peor de todos: Samuel besando a Oscar.

A pesar de todo lo que me acababa decontar Samuel no podía perdonarle, me sentía engañado... ¡Memintió! Ocultó su relación con Oscar todo este tiempo... ya se,tampoco llevamos tanto tiempo saliendo, no es necesario conocer contodo detalle su vida, pero cuando le hablé de Oscar deberíahabérmelo contado... Que hayan estado juntos no justifica que memintiesen y se besasen a escondidas. ¡Él no se apartó! ¡Continuóel beso!

Mis ojos se cristalizaban con todosesos pensamientos. Por mucho que Samuel se disculpe el dolor ya estáhecho.

Y creerme que a mi me duele más que anadie estar enfadado con él, aún le amo, pero no se si podríavolver a confiar en él.


(...)


-¿Hablaste con él?

-Si.

-¿Y que te dijo?


Suspiré mientras sacaba los libros, notenía muchas ganas de dar explicaciones. El maestro había faltado ynos habían dicho que nos quedemos en la biblioteca, lugar en el queme encontraba hablando con Mangel.


-Me contó que el beso lo inicióOscar. Que él solo me quiere a mí. -No quería darle explicacionessobre la relación que hubo entre ambos, no estaba de humor.

-Entonces... ¿Volvéis a estar juntos?

-No -Respondí serio. Esperando que noabriese la boca el resto de la hora, pero Mangel no se daba porvencido tan fácilmente.

-¿Porque? ¡Si os amáis!

-¡No! -Elevé el tono mientras lemiraba fijamente. Me dí cuenta de lo alto que había hablado y bajéel tono de voz-. Él no me ama... Si me amase no habría hecho eso.


Me levanté sin guardar los libros,dejando la mochila sobre la mesa y saliendo de la biblioteca. Mesentía agobiado, impotente... engañado. Sabía que era imposibleque alguien tan genial me amase. Todo era demasiado bonito; Un sueñodel que algún día tenía que despertar.


-¿Que te pasa, Guille? ¿Estás bien?


Los pelos se me erizaron al escucharesa conocida voz. Era lo que me faltaba...


-¿Que mierda quieres?

Dreamers {Wigetta}Where stories live. Discover now