04. La bienvenida a Tokio.

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Horas y horas de viaje.
Destino, Nueva York.
-¡Sí Nueva York! - John eligió eso, dijo que ahí iban a haber más opciones de trabajo.
Vamos camino allá, John decidió que no venderíamos los autos, ni el suyo ni el mío, bueno sus autos fueron embargados, usa uno que era mío, el Audi negro que me regaló el abuelo antes de partir al lado de su hija, mamá, hace dos años.
El Audi estaba a mi nombre, pero siempre usé mi convertible, jamas tomé en cuenta éste, así que ahora es de John, mi descapotable llega mañana.

Ahora vamos en su auto.

-Mi amor estamos llegando.

John hace lo posible por agradarme, lo entiendo, siempre desde que murió mamá, a pesar de lo ocupado que estaba, me dedicaba tiempos de calidad, aunque de mimada que soy, siempre le reproché lo poco que me daba. Ahora entiendo que siempre todo lo que hizo y lo que hace lo hace por mí.

He sido mala, vanidosa, una blonda, que si mamá me viera no estaría orgullosa de mí. Mamá era real, buena, tierna. ¿Qué he hecho con mi vida?

"¿Por qué te gusta aparentar que eres mala?"

Las palabras de Evan vienen a mi mente, miro a John y le tomo el hombro.

-Todo estará bien Papá.

Al salir por primera vez esa palabra 'papá' de mis labios, me doy cuenta que el necesitaba escucharlo, hace mucho tiempo no se lo decía.
Y en esta nueva travesía necesitaba él escucharlo, era una manera de decirle que juntos saldríamos adelante.
Los ojos de John se cristalizan al mirarme, toma mi mano y sonríe aguantando las lágrimas, y vuelve a mirar la ruta hacia el frente.

-Gracias mi amor.

-Seremos capaz de soportarlo y podremos enfrentarlo papá, juntos. - le digo recordando las palabras de mamá.

-En qué momento creciste tanto hija.

-¡No soy solamente una cara y cuerpo perfecto John! - alzo mi ceja por sobre mis lentes de sol para mirar a John. Éste ríe. Ambos reímos.

Pasan unos veinte minutos más de viaje en silencio, para nada incómodo junto a papá.
Y llegamos a los suburbios ¡Oh por Dios! Jamás en mi vida pensé pisar un lugar así.
-¿Qué dice mi bitácora de supervivencia? Nada, nada sobre la pobreza. ¡Amanda Berns sé fuerte! - me repito a mi misma mientras papá estaciona el auto frente a una casa, pequeña, en relación al castillo donde había vivido toda mi vida, muy pequeña, era como nuestra cocina -Bueno un poco más- ¿cuántos baños tendrá? ¿uno? ¿tendré mi propio baño o tendré que compartirlo con John? ¡tranquila Am, tranquila! -suspiro y John se da cuenta-.

-Tranquila princesa, me preocupé de que tengas tu propio baño - John me sonríe y estaciona. Atrás nuestro estaciona el camión de mudanza.

-¡Gran alivio! - expreso expulsando todo el aire posible de mi boca.

-Bajemos hija. - John baja del auto y le imito.

El clima era agradable, no era para nada parecido a mi amado, adorado, inigualable Beverly Hills.
Tengo que adaptarme al cambio de horario y la verdad que el viaje me agotó -bufo-.

-No es a lo que estabas acostumbrada, pero sobreviviremos hija - John me abraza y juntos miramos la casa mientras los hombres de mudanza bajan las pocas cosas que traemos.

-¡Por lo menos traje toda, toda mi ropa! - expreso y John ríe.

-Mañana comienzas las clases Amanda, Ana me recomendó un buen colegio.

-¿Ana? Ya la extraño - suspiro-.

Ana debe tener unos cincuenta años, nunca le pregunté nada sobre su vida personal ahora que lo recuerdo, pero Ana casi me crió, fue importante después que mamá murió.

NIÑA RICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora