07. HDD

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Ahí me quedé, casi toda la hora de colación, comiendo la manzana que logré rescatar de la asquerosa comida que dan aquí.
Si seguía así, iba a terminar como la señorita Shilop, mi profesora, digo, ex profesora de Lenguas -¡Rayos! Hasta a ella la extraño! -
Saqué mi teléfono para ver la hora y recordé que entre Evan y yo hay dos horas de diferencia por lo tanto, no podría llamarlo ahora.

-¡Pero qué demonios pretendía esa tipa!- golpeé mi taco contra el suelo recordando el suceso pasado en el comedor -No tengo amigos, no conozco a nadie, aquí no soy nadie - digo mirando las rosas del jardín apretando mis dientes y rodando los ojos.

Mirando bien a mi alrededor, me doy cuenta de que éste es un lugar privilegiado. Es relajado, tranquilo, un lugar de paz, que si me lo hubieran contado, no lo habría creído, con semejante espanto de instituto que es por fuera, no el casi cinco estrella del de L.A donde reinaba hace un par de días.
-Bueno Amanda, esto no es L.A. - me digo en voz alta.

Pongo mis ojos en un ventanal que hay hacia el frente de la banca donde estoy sentada.
Creo que es la sala de castigo.
Logro ver que hay alguien ahí, al cuidado de un inspector, profesor, bueno lo que sea.
El chico hace un movimiento con la cabeza, quedando sus ojos color miel mirando fijo hacia mi dirección.
¿Cómo lo sé? Son los mismos ojos que vi cuando caí frente a mi taquilla, los mismos que calmaban a la fiera que cubrí con salsa.

Miro para otro lado, evitando su mirada, ¿Por qué diablos me mira, hace cuánto está ahí? Vuelvo a girar a verlo y ahí siguen sus ojos, posados en mí.
Ahora baja la mirada y le responde algo al profesor que está con él.

-¡Gracias a Dios! - digo en baja voz, ya me estaba comenzando a dar calor. Así que decido salir del mágico lugar y recorrer un poco más de mi nuevo Tokio - río para mí - aunque bueno quedan sólo diez minutos para que comiencen las clases otra vez según mi ya arrugado papel que me dicta las clases, trato de verlo estirándolo con mis dedos, cuando choco mi cabeza con un pecho duro y bien trabajado.

-¡Auch! - levanto mi cabeza y topo mi frente.

-¿Qué no miras por dónde caminas?

Ahí estaba él nuevamente. Con el ceño fruncido mirando a mis ojos.

-Bueno si yo iba distraída, tú - lo apunto riendo con mi índice - ibas en las mismas ¿o me equivoco? - levanto una ceja victoriosa.

-Si no sabes no hables.

-¿Distraído? - le sonrío.

El chico, que ahora recordé que lo nombraron Jack, es decir, lo nombró Jack la bestia bañada en salsa, se da la media vuelta y sale caminado hacia uno de los pasillos.

-¿Jack? - lo llamo.

Jack se que me escuchó, pero no volteó, ni se detuvo.
Bueno y ahora ¿a quién le pregunto que significa HDD en mi papel con las clases? - hago un puchero con mi labio inferior, y sigo el camino.
El timbre suena muy fuerte, tan fuerte que tapo mis oídos para no hacer sufrir mis tímpanos.
Al cesar éste ruido analizo entre la multitud alguien con cara de amabilidad para poder preguntar por las siglas que salen en mi súper hoja.

Con mis ojos recorro los pasillos, y encuentro a un chico de lentes, parado frente al diario mural solo. ¡Perfecto!
Me dirijo hacia su posición para hablarle.

-¡Hey! - toco sonriendo su hombro, el chico voltea y se sonroja en un segundo - Hola, soy Amanda Berns, mucho gusto. - le estiro mi mano, el chico de unos ojos azúl intenso me sonríe más que cohibido con mi presencia y asiente.

-¡Lo sé! - dice mientras sube sus anteojos por su nariz.

-¿A sí? - arrugo mi nariz y le sonrío - ¿Ya soy famosa?

NIÑA RICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora