CAPITULO 15º: EXTRAÑO DESPERTAR:

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Adela se despertó sintiendo algo extraño en su pierna, cuando se dio cuenta de lo que era sintió miedo. Raúl sonrió por la inocencia de ella. Quiso besarla y abrazarla para calmarla pero sabía que eso sería peor así que optó por tranquilizarla con palabras.

-Tranquila nunca te haría daño. Ni haría algo que tu no quisieras.-

-Es culpa mía cuando te propuse dormir conmigo no tenía pensado...-

-Te dije que tranquila, ¿por qué no vas yendo a arreglarte? Aprovecharemos para salir rápido ahora que no llueve ni graniza ni nada.- Propuso él interrumpiéndola, esperando así aligerar el ambiente.

Adela se apresuró en hacerle caso, le daba mucha vergüenza mirarle en ese momento a la cara, se puso sus zapatillas para ir al armario a escoger su ropa.

Él la miraba sonriente y feliz con los brazos debajo de su cabeza, le causaba gracia que ella fuera así de tímida, las muchachas de su edad solían ser más alocadas y liberales.

Vio como salía del cuarto y le cerraba la puerta, entonces aprovechó para desahogarse en silencio. Se sintió como un adolescente de nuevo, hacía años que no usaba esos métodos. Pero ahora por culpa de aquella linda chica de ojos negros, se veía obligado a usar esa práctica de nuevo.

Adela se dio una ducha rápida y se puso esta vez un pantalón negro de pana de cintura elástica, un blusón blanco de manga larga y un jersey de lana rojo. Se peinó con una larga trenza para que no le estorbara el pelo.

Después con timidez tocó a la puerta para avisar a Raúl que ya estaba lista.

-¡Estoy abajo!- Exclamó él.

Ella guardó la ropa usada y la toalla en una bolsa para llevársela, como no sabía cuando iba a volver no era cuestión de dejar nada usado por ahí.

Bajó sintiéndose triste y cuando llegó a la cocina la recibió el olor a café y tostadas. No se esperaba ese detalle.

-Gracias por el desayuno.- Murmuró cohibida.

-Hoy me tocaba a mí. Desayunemos quiero salir pronto. Espero que el camino para llevarte a casa de Javier este transitable.- Dijo él en respuesta.

Desayunaron en silencio, Raúl respetando el silencio de Adela. Cuando terminaron de comer recogieron entre los dos, cogieron la comida congelada y la de nevera para guardarla en el coche.

Con todo recogido, todo guardado Raúl se subió en el vehículo, lo sacó del garaje y esperó que Adela cerrara bien las puertas.

Ella se subió y se puso el cinturón de seguridad, pero él se lo quitó para enganchárselo. Aprovechó el momento para darle un beso en la mejilla.

-No estés triste, tu padre se pondrá bien y volverás pronto a tu casa.- Intentó animarla, aunque él en el fondo no quería que se fuera nunca de la hija de dios. Quería tener la oportunidad de conquistarla, de demostrarle que podía ser un hombre bueno.

-Ojalá pronto pueda llamarte y decirte que papá despertó. Eres una buena persona Raúl. Me alegra mucho haberte conocido.- Afirmó ella.

Raúl en respuesta le cogió la mano y le dio un beso en ella. Adela sonrió por el gesto.

Él era tan diferente a Francisco, pero aún le dolía pensar en su primer amor. Así que optó por mantener una conversación con el hombre que estaba a su lado para conocerle mejor.

Cuando ya se iban acercando al pueblo Raúl empezó a advertirle de con quién iba a compartir casa a partir de ahora.

-Ella se llama Ruth, es una mujer dura y un poco agresiva cuando piensa que tiene que defender lo suyo. No te dejes ningunear, demuéstrale que contigo no puede. Y también esta su sobrino Santiago, pero por él no preocuparía. Es un pobre monigote manipulado por Ruth. Por ahora no te preocupes por ella. Se fue a la ciudad a solucionar no se que asuntos. Ahora está solo Santi.-

PECADO TERRENALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora