EPILOGO:

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Adela estaba asomada a la ventana, esperaba a su marido. Estaba muy nerviosa. Tenía algo que confesarle.Y no sabía como lo iba tomar.

Era ya muy tarde y como siempre llegaba muy tarde de su jornada en el hospital. Esperanza dormía tranquila en su cunita después de haber sido amamantada por su madre. Dormiría ya el resto de la noche del tirón.

Por suerte no se había vuelto a tropezar con Francisco, el amor que algún día sintiera por él se había transformado en nada. No quería volver a verlo en toda su vida.

Manuela preparaba su boda muy emocionada, esta vez si se casaba por amor.

Santiago estaba feliz con su vida en el pueblo atendiendo a todos los que habían sido pacientes de Raúl. Su novia se había traslado a vivir con él.

Y Ruth había sorprendido quedándose embarazada, ni Javier ni ella lo esperaban, pero agradecían el regalo del destino con una felicidad enorme.

Adela sintió como unas manos grandes masajeaban eróticamente su trasero y suspiró.

-Raúl. ¿No estás cansado?- Preguntó riendo y excitándose sin querer.

-La verdad no. Nada me parece más emocionante que llegar de trabajar y encontrarme a mi mujer esperándome.- Contestó él dándole la vuelta para besarla apasionadamente.

Ella respondió con entusiasmo, nunca se cansaría de esas muestras de afecto. El ambiente se fue calentando haciéndola olvidar que era lo que tenía que decirle.

-Me gustaría mucho probar una cosa.- Propuso Raúl mirándola con picardia.

-Miedo me das. ¿Qué es?- Preguntó ella estremeciéndose de deseo.

Él no contestó, solo le quitó el camisón para masajear sus sensibles pechos. La empujó hasta el colchón y la puso de espaldas.

Adela sintió como deslizaba sus bragas y untaba un líquido que olía a rosas por toda su zona intíma. Tragó saliva expectante. No sabía que esperar.

Raúl no dijo nada y fue penetrándola poco a poco, estaba muy estrecha y él se estaba excitando demasiado.

Ella creyó que el dolor le rompería en dos, no sabía como se podía sentir al ser penetrada de esa manera, pero cuando le iba a pedir que se retirara empezó a disfrutar.

Sintió que esa forma de quererse los estaba uniendo aún más si cabe. Cuando terminaron Raúl la hizo acurrucarse junto a él. Entonces recordó que no le había dicho lo que quería decirle.

Suspiró y llamó su atención. Tenía que contarle antes de que se durmiera.

-Cariño tengo que contarte una cosa. ¿Te acuerdas que insistías que tomara la anticonceptiva? Pues te engañé, no me la estoy tomando. Nunca me la tomé. Quería quedar embarazada de ti. Y ahora ya lo estoy. Vas a ser papá. Tengo un mes de embarazo más o menos. ¿Me acompañas mañana a la ecografía?-

Raúl sintió que perdía el sueño, encendió la luz de la lamparita y miró a su esposa con el ceño fruncido.

-¿Me estás diciendo que voy a ser papá otra vez? Adela debes estar de broma. ¿Qué pasara si esta vez te sucede algo? Tuviste un parto complicado con Esperanza.- Protestó él sintiendo mucho miedo.

-Cariño, el parto con Esperanza fue complicado porque no fue en un hospital. Y se adelantó. Y no teníamos medios. Todo saldrá bien esta vez.-

Él la abrazó seguía sintiendo mucho miedo pero a la vez felicidad. La miró mientras se iba quedando dormida y se prometió cuidar a su familia.

Por fin parecían tener un futuro sin nubes negras. Un futuro feliz siendo una gran familia. Como agradecía al destino haber puesto a una mujer como Adela en su camino.

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PECADO TERRENALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora