CAPITULO 20º: PROPUESTA:

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Media hora después Raúl entró cargando una máquina en la habitación de Adela, miró duramente a Ruth muy secamente le dijo:

-Encuentro a Javier bien, pero sería conveniente hacerle chequeo completo en el hospital. Por seguridad y tranquilidad. Ahora déjame solo con mi novia, voy a auscultarla a ver cómo están el bebe y ella.-

Ruth le miró durante unos segundos, mirándole, no reconociéndole, lo conocía de hacía tantos años que siempre había jurado que él nunca haría nada como lo que estaba haciendo.

-¿De verdad te vas a hacer cargo de un bebe que no es tuyo?- Preguntó Ruth sin poderse contener.

Adela estaba despierta, pero con los ojos cerrados. La curiosidad que sentía era muy fuerte, estaba deseando oír la respuesta de Raúl.

-Ya se lo dije a Javier abajo. La amo tanto a ella que no me importa que este embarazada. Es más ya voy teniendo cierta edad en la que debería plantearme tener una familia. Un hogar. ¿Y con quién mejor que con Adela? Tú no te has molestado en conocerla, no ves las cosas que veo yo en ella. Es inteligente, buena, generosa, guapa... No sé lo tiene todo.-

Adela tuvo que contener las lágrimas para no delatarse, nunca nadie le había dedicado palabras tan bonitas, Ruth miró a Raúl y pensó que definitivamente lo desconocía. El amor lo había cambiado.

Decidió dejarles solos tal y como él le había pedido, se levantó y una vez que llegó a la puerta le informó a Raúl:

-Prepare las maletas para ir a la ciudad. ¿Crees que Daniela se querrá hacer cargo de los animales?-

-Llámala y le preguntas, sus padres están aquí ahora. Le gustará dejar la casa de sus abuelos aunque solo sea por poco tiempo.- Contestó él deseando que se fuera.

Ella entonces sin decir nada más salió del dormitorio cerrando la puerta. Raúl aprovechó para echar el cerrojo. Colocó el aparato que llevaba cerca de la cama de Adela y se sentó a su lado.

La movió para despertarla pensando que estaba dormida. Ella decidió fingir que no había oído nada. Bostezó e intentó sentarse pero él se lo impidió.

-Mi sorpresa, bueno una de ellas. ¿Ves este aparatito que he traído? Con él veremos cómo esta ese pequeñín. Ve levantándote la blusa, voy a enchufarlo.- Pidió él sintiéndose contento, cuando había visto por primera vez al bebe se había sentido emocionado, aún a pesar de que no era su hijo.

Unos minutos después el dormitorio se llenó con el sonido del corazón del pequeño, Adela se emocionó, él o ella había crecido mucho. Incluso algunas noches había sentido sus pataditas. Ya empezaba a moverse.

-Un campeón tenemos aquí, esta sanísimo. Cuando lleguemos a la ciudad iremos al hospital para hacerte análisis a ver cómo estás del hierro y demás. Venga levanta te ayudaré a meter cosas en la maleta.- Ordenó Raúl.

-Hay que ver no eres mi marido, pero mandas como uno.- Protestó Adela riendo, no estaba enfadada solo un poco incomoda con tanta atención por parte de él.

-Lo cual me recuerda mi segunda sorpresa.- Dijo Raúl poniendo una rodilla en el suelo y sacando una cajita de terciopelo rojo del bolsillo de su chaqueta, estiró la cajita hacía ella. Entonces con miedo y esperanza le hizo la gran pregunta. -¿Te quieres casar conmigo? Ya sé que hace muy poco que nos conocemos pero te necesito a mi lado. Y si antes de que lo preguntes estoy loco.-

Adela se puso las dos manos en la boca pero su grito ya se había oído por toda la casa, algo extraño se apoderó de ella y sus ojos se llenaron de lágrimas. Parpadeó para alejarlas, pensó que no tenía nada que perder aceptando esa proposición. Podía darle a su hijo y a ella misma un hogar con un hombre atento y bueno.

PECADO TERRENALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora