Adela había pasado la hora y media más terrible de su vida, estaba tensa, asustada y agobiada. Se preguntaba que rayos la tenía deparado el destino para darle esa sorpresa que para nada necesitaba.
Sentía la vista de Raúl clavada en su espalda, sabía que la miraba con deseo y amor. Y también notaba la mirada de Francisco sobre ella. Esa mirada que le decía que la había reconocido aunque no quisiera reconocerlo.
Cuando llegaron por fin a la casa de Javier, respiró aliviada. Raúl y Santi la ayudaron a organizar la comida antes de que los novios llegaran de su sesión fotográfica.
Todo estaba perfecto, tal y como ella quería que todo estuviera organizado. Se quedaron unos instantes solos en el patio trasero decorado con flores y guirnaldas. Santi fue a recibir a su tía que ya había avisado que subían. También a recibir a los invitados.
Raúl la cogió por la cintura atrayéndola hacia su cuerpo, chocaron sus narices y la respiración de Adela se aceleró. También la de él.
El ambiente se caldeó, se cogieron las manos, retándose. Midiéndose, deseando poder ir a encerrarse en una habitación y no salir en todo el día de allí.
-Te quiero.- Dijo él.
-Te quiero.- Dijo ella abrazándole y poniendo la cabeza en su hombro. El bebe pateó fuerte en ese momento y Raúl como cada vez que lo hacía se agachó para sentir las patadas en la palma de su mano.
Entonces lo vio allí parado con gesto de dolor y enfado, con los puños apretados deseando golpear algo. Lo conocía tan bien que sabía exactamente lo que estaba pensando.
"¿Por qué tendría que venir a comer?" Se preguntaba Adela disgustada, su perfecto momento con su futuro marido se fue al garete.
No podían despegar la mirada el uno del otro y nadie parecía darse cuenta. El resto de la mañana fue tensa y agobiante.
Cuando por fin la comida finalizó ella pensó en una excusa para poder marcharse sin despertar sospechas.
Javier llamó la atención de todos, quería dar un discurso. Y lo hizo mirando a su hija, a su pequeña:
-Quería agradecer a todos el haber asistido a mi boda, pero en especial quería agradecer a mi hija. Por cuidarme, por quererme, por venir de tan lejos para estar conmigo. Por ser mi madrina en este día tan especial. Yo quería hacerle una promesa a mi niña. No estuve en tu vida cuando eras pequeña pero prometo estar en la vida de mi nieto. Y lo último es decirle a mi princesa que acepto su relación con mi amigo Raúl, acepto su boda. Tenéis mi bendición. Raúl cuida a mi pequeña y a mi nieto.-
-Gracias amigo, era lo que estábamos esperando para ser completamente felices. Además te prometo que los cuidaré con mi vida. Ellos son lo más importante para mí.- Admitió Raúl sin dejar de mirar a su futura esposa.
Adela le dio un beso tierno en los labios a su prometido y se levantó para abrazar a su padre.
-Gracias papá. Te quiero.-
Ahora tenía su momento para escapar. Tenía la excusa perfecta no quería que los invitados vieran sus lágrimas.
Se acercó a Raúl para decirle donde iba a estar para que no se preocupara por ella. Se agachó a su lado y le comentó:
-Cariño estaré fuera, necesito un momento a solas.-
Él acarició su vientre con ternura, posó sus labios en su frente y le preguntó:
-¿Estarás bien?-
Adela asintió y disimulando se escabulló para poder pasear un poco y tranquilizarse.
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PECADO TERRENAL
RomanceElla quiso huir de su padre, del compromiso que quería imponerle. Entonces tomó la decisión más fácil. Él es un hombre con unas fuertes convicciones morales. Ninguno conoce el amor, ni el deseo. Dios decide que se conozcan. Saltarán chispas. Tendrán...