CAPITULO 27: NUEVA VIDA:

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 Santiago procedió también a bañarla con mucho cuidado. La dejó envuelta en una toalla gruesa de algodón.

Raúl respiró aliviado cuando escuchó el llanto de la pequeña igual que Santiago. No hubieran podido soportar tener que darle una mala noticia a Adela.

Santi dejó al bebe en la cama para ir a buscar una cuna, sabía que tenían varias. En la época de verano solían venir parejas con niños. Corrió para ir al almacén cogió la primera que pilló y volvió a la habitación.

Raúl ya estaba desconectando las agujas de la transfusión y conectándole a Adela una vía con suero.

-Saca a esta basura de la casa.- Le ordenó él a Santi.

Santiago con una sonrisa hizo lo que le ordenaban, le cogió por la túnica sin importarle que estuviera débil y mareado y lo arrastró por las escaleras para abajo.

-¡Santi! ¡Lleva al imbécil a la casa parroquial!- Volvió a ordenar Raúl.

-¿Puedes armar tú la cuna? Las sábanas están en el armario del pasillo.-

-Tranquilo yo puedo con lo que queda aquí.- Dijo Raúl tranquilizando a Santiago.

Cuando escuchó la puerta cerrarse suspiró y volvió a entrar en la habitación. Abrió la cuna y la colocó al lado de la cama.

Salió para buscar las sábanas. Una vez tuvo lista la cuna, miró en el armario de Adela buscando la ropa de bebe. Esperaba que hubiera algo, aliviado comprobó que había pañales y dos bodis de manga larga. También varios pantaloncitos.

Con delicadeza vistió a la niña que miraba todo con los ojos muy abiertos, con cuidado la colocó en su camita.

Luego se sentó a esperar que su novia se despertara. Acarició su cabello y sonrió orgulloso. Aunque muchas mujeres parían para él en ese momento la suya era especial.

Media hora después volvió Santiago, entró en la habitación sin llamar y se acercó a Adela para comprobar cómo estaba.

-Tengo que darte la enhorabuena muchacho. Serás un gran médico. Además de darte las gracias por todo lo que has hecho.- Dijo Raúl.

-No se merecen. Adela es mi familia, daría lo que sea por ella. Por ayudarla. Lo que me recuerda que deberíamos cambiarle las sábanas. Yo puedo cogerla con cuidado mientras tú cambias las sábanas.- Propuso Santi.

-Buen intento, yo cojo a Adela y tú busca las sábanas.- Contestó Raúl sonriendo.

Una hora más tarde Adela ya estaba despierta, se sentía muy débil, cansada y soñolienta. Como si su hija estuviese conectada a ella empezó a llorar débilmente.

Raúl sonrió y cogió a la pequeña para entregársela a su madre. En cuanto el bebe estuvo en brazos de la mujer que le había dado la vida dejó de llorar para mirarla.

Adela sintió el lazo que empezaba a forjarse entre ellas. Sintió que a pesar del dolor que había sufrido había merecido la pena. Ahí estaba lo mejor que había hecho en su vida.

-Es una nena. ¿Qué nombre le pondremos?- Preguntó Raúl rompiendo el mágico momento entre las dos.

-¿Me perdonarás Raúl?- Preguntó ella a su vez.

-Ya estás perdonada mi vida. Olvidemos ese capítulo de nuestras vidas. Tenemos que ir a la ciudad, hay que ir al hospital a revisar a la niña. Ha nacido antes y aquí no tenemos medios para atenderla. Pero iremos mañana cuando descanses del trabajo del parto. ¿Ahora que nombre le ponemos a la nena?- Contestó Raúl decidido a olvidar que Francisco había intentado entrometerse en sus vidas.

PECADO TERRENALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora