Tanto la universidad donde iba a estudiar Anabelle como la mía quedaban lejos de nuestro hogar. Los dos debimos mudarnos a esas nuevas ciudades, lo cual representó un gran cambio para ambos. Ana y Romina decidieron ir a la misma universidad, por lo que decidieron alquilar un pequeño departamento para las dos cerca del campus. En cambio, yo tuve que conformarme con rentar una habitación en una casa de familia, el presupuesto no me daba para más.
A pesar de la distancia nos manteníamos en contacto todo el tiempo, ya sea a través de llamadas, mensajes de texto, MSN e incluso nos habíamos creado una cuenta en una nueva página del que todo el mundo hablaba, llamada Facebook. La extrañaba horrores, tanto que mi primer año de universidad casi ni lo disfrute.
Es que no podía sacarme de la cabeza aquella noche, había quedado totalmente prendido a ella. No voy a negar que durante ese año me acosté con otras chicas, pero eso no hizo más que hacerme sentir peor, porque no podía evitar compararlas con ella. Tenía claro que no iba a existir nadie más que me hiciera sentir lo que ella provocaba en mí. Pero eso también me asustaba en la misma magnitud.
Tenía miedo a fallar, a arruinar las cosas, a no ser suficiente, a mandarme una cagada y perderla para siempre. Tenía miedo a ser como mi padre. Sé que me estaba comportando como un cobarde, pero no podía evitarlo.
Cuando llegaron las vacaciones de verano estaba bastante emocionado, había pasado casi diez meses desde la última vez que la había visto. Habíamos quedado en que pasaría a buscarla en mi auto para ir juntos a nuestra ciudad. Romina se había ido unos días antes con su familia a vacacionar fuera del país.
Llegue a las diez y media de la mañana a la puerta del pequeño edificio donde vivían, me baje del auto y estire un poco mis piernas antes de caminar hacia el portal. Toque el timbre del 3D y a los pocos segundos su preciosa voz se escuchó del otro lado del portero.
—¿Ger?
—Hola peque —dije con una sonrisa plantada en mis labios.
—¿Subís?
—Claro.
Se escuchó el sonido de una chicharra y empuje la puerta para poder abrirla. Subí los tres pisos por escalera ya que el edificio no contaba con ascensor. Recupere el aire una vez que estuve frene a la puerta de su departamento y luego golpee.
Una Ana algo despeinada y a medio vestir me abrió la puerta. Estaba aún más hermosa de lo que la recordaba y verla en ese estado solo hizo que quisiera desnudarla ahí mismo y hacerla mía. Ella me sonrió y su sonrisa llego a sus ojos, los cuales me observaban con aquel brillo especial que tanto me gustaba.
Di dos pasos hacia ella y con mi pie cerré la puerta. Ella pego un salto y se subió a mí, enrollando sus brazos a mi cuello y sus piernas a mi cadera. Apoyó su cabeza en mi hombro haciendo que su respiración me hiciera cosquillas en el cuello. La abrace con fuerza, Dios, cuanto la había extrañado.
—Te extrañe —dijo en un susurro.
—Yo más —respondí en el mismo tono.
La baje a regañadientes, se sentía demasiado bien tenerla así de cerca, pero era demasiada tentación.
—¿Te quedaste dormida?
—Sí, ayer salí con Juan. Cuando volví estuve hasta tarde armando el bolso y dejando todo listo. Bancame que me doy una ducha rápida así nos vamos.
No pude evitar sentir una punzada de celos al escucharla.
—Dale.
A los diez minutos ya estaba lista, bajamos la valija, la guardamos en el baúl del auto y arrancamos rumbo a nuestra ciudad. Tardamos unas cuatro horas en llegar, pero el viaje se me hizo corto con su compañía. Charlamos y bromeamos como si no hubiéramos estado separados los últimos diez meses.
Ella me contó sobre Juan, el chico con el que estaba saliendo desde hace poco tiempo y yo le conté sobre alguna que otra fiesta a la que había acudido. Ana sabía perfectamente que yo me acostaba con chicas de ocasión, por lo cual ni me preguntaba si andaba con alguien o no.
Cuando llegamos a su casa nos llevamos la sorpresa de que nos estaban esperando con una pequeña fiesta de bienvenida. Ahí estaba mi madre, Cristian, Vero, Lore y los padres de An por supuesto. Merendamos todos juntos entre charlas, anécdotas y chistes. Con los chicos quedamos en salir el próximo sábado, ya que para ese finde estarían de vuelta Mauro y Meli que se habían ido de vacaciones juntos una semana.
A partir del viernes An se iba a quedar en casa conmigo durante unos días ya que sus padres se habían ganado un viaje en el trabajo y no quería estar sola. Mi mamá tampoco iba a estar, resulta que había conocido a alguien y la había invitado a su quinta ese mismo fin de semana. Cuando me había contado sobre ese hombre la había notado nerviosa, le daba vergüenza decírmelo. Pero le hice saber que me parecía perfecto ya que ella se merecía rehacer su vida y ser feliz.
El sábado llegó pronto, Ana había dormido conmigo la noche anterior. Nos habíamos quedado hasta altas horas de la madrugada recordando anécdotas de nuestra infancia. Ya eran las once de la noche, estaba esperándola en el comedor a que estuviera lista. Me pareció extraño que tardase tanto, ella nunca era de producirse demasiado.
Cuando escuche sus pasos me gire y al verla mi corazón se saltó un latido, estaba hermosa. Llevaba un vestido negro ceñido que apenas le tapaba el trasero. Trague saliva instintivamente, iba a ser una noche muy larga.
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Hola!! Nuevo capítulo! Podrá Ger aguantar la tentación? ;)
Ya falta menos para el final, pronto sabremos que los llevo a ese presente tan complicado...
Espero sus votos y comentarios ♡♡
Saluditos!

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Lo juro
RomanceGermán y Anabelle han sido amigos toda la vida y sí, se aman, pero ambos temen que ese amor los destruya y los separe para siempre. Llevan años jugando con fuego, jurándose que nada va a destruir su amistad, pero sus caminos están a punto de separas...