—Estás hermosa —dije con una tonta sonrisa en el rostro.
—Gracias —contestó mientras sus mejillas se teñían de rojo.
Comencé a sentir que la temperatura subía varios grados en el ambiente, necesitaba salir ya de ahí.
—¿Vamos?
—Dale.
Nos llevó quince minutos llegar al bar donde habíamos quedado con los chicos. Durante el viaje no había podido evitar desviar mi mirada hacia sus piernas desnudas. Eso había tenido un efecto inevitable en mí anatomía, algo que me costó mucho esfuerzo ocultarlo.
Me sentí más tranquilo en cuanto entremos al bar, estaba bastante concurrido y las luces eran tenues. Buscamos con la mirada a nuestros amigos y los encontramos en una mesa al fondo. Luego de los saludos y palabras de rencuentro, comenzamos con la primera ronda de tequila.
Al cabo de un par de horas estábamos todos bastante alegres, era tanto el entusiasmo que teníamos que ninguno se acordó de abstenerse de tomar para ejercer de conductor designado. No nos importó, solo nos dedicamos a bailar, reír, charlar y beber como si fuera la última noche de nuestras vidas.
Con An decidimos volver en un taxi a casa, no quería corre el riesgo de que nos pasara algo por conducir en ese estado, ya iría al día siguiente a buscar mí auto. Cuando llegamos a casa no podíamos coordinar ni un solo paso. Subimos como pudimos a la planta alta entre gritos, tropiezos y risas. Nos turnamos para ir al baño y luego caminamos juntos hasta mi habitación. Pero al abrir la puerta An tropezó con sus propias piernas y cayó al piso llevándome a mí con ella.
Estallamos en una muy ruidosa carcajada la cual perdió su intensidad al percatarnos de la posición en la que habíamos quedado. Nuestros rostros estaban muy cerca, demasiado a decir verdad. Ella trago saliva y su respiración se aceleró mientras que yo aguantaba la mía sin darme cuenta. Baje mi mirada a sus labios y ella hizo lo mismo, pero aún así no nos movimos.
—Estoy saliendo con alguien.
—Lo sé.
—No puedo...
—Como poder, podes... aunque no debes... —dije sobre sus labios.
—Sos malo... —Sonrió sobre los míos.
—Pero te gusta que sea así....
Ella se rió y yo ya no puede contenerme más, cerré el espacio que separaban nuestros labios y la besé.
Como pudimos nos pusimos de pie y la empuje contra una de las paredes sin dejar de besarla. Ella me devolvía el beso con la misma necesidad e intensidad con la que la estaba besando yo. La ropa comenzó a molestarnos, así que comenzamos a desprendernos de ella dejándola esparcida por toda la habitación.
Volví a tomarla en mis brazos y la llevé a la cama. Una ola de placer me invadió ni bien estuve dentro de ella y pronto nuestros gemidos llenaron la habitación. Estar así con ella no se comparaba con nada, me hacía sentir completo. Nos besamos, nos tocamos, nos acariciamos, todo con tanto cariño, cuidado y pasión que me quitaba el aliento.
Cuando ambos llegamos al orgasmo me dejé caer sobre ella, nuestra respiración estaba bastante acelerada al igual que nuestros corazones. Una vez que recuperamos el aliento me dejé caer a un costado, la abracé por la cintura y la apreté contra mí.
—Me llevas por mal camino —dijo en un susurro.
—¿A qué te referís? —No entendía su comentario.
—Una semana con vos y ya le fui infiel a mi novio.
—En realidad me estas siendo infiel a mí con él, nuestra amistad con derechos vino primero.
—Jajaja... eso no es válido, no es una relación Ger.
—¿Cómo que no? —dije aguantando la risa.
—Si lo vamos a considerar de esa forma entonces yo llevo unos cuernos más altos que la Torre Eiffel.
—Eh, no seas exagerada, no fueron tantas.
Ella golpeo mi pecho a modo de reprimenda sin dejar de reír.
—Te hablo enserio Ger...
—Lo sé... —dije mientras acariciaba su espalda—. Peque, si realmente te importara ese chico nada de esto hubiera ocurrido, sé perfectamente que no sos esa clase de persona.
—No estoy tan segura.
—Yo sí —dije mirándola a los ojos—. Vos sos la persona más buena, fiel, incondicional y hermosa que conozco.
—Eso lo decís porque sos mi amigo.
—Lo digo porque es verdad.
—Pero, aun así, jamás te involucrarías conmigo en algo más serio.
Unos segundos de silencio nos envolvieron, nos habíamos quedado mirándonos fijo el uno al otro. Algo dentro de mí me pedía a gritos que le confesara de una vez por todas mis sentimientos, pero la otra parte quería que saliera corriendo de ahí. Creo que ella noto la indecisión en mi mirada, porque de pronto se puso seria.
—Tranquilo, no pienso hacerte ninguna confesión de amor ni ningún planteo de algún tipo.
—Peque... yo...
—Está bien, sé lo que somos, sé que éste es tu límite, jamás te obligaría a nada.
—Vos te mereces alguien mejor que yo, lo dos lo sabemos.
—Algún día vas a conocer a alguien que te importe lo suficiente como para afrontar tus miedos al compromiso.
Eso no era cierto, porque ella me importaba más que nadie en el mundo y aún así, el miedo era más fuerte. An se dió media vuelta, pero no se zafó de mis brazos.
—Hasta mañana Ger.
—Hasta mañana peque.
Esa noche no dormí, no pude. Me sentí el peor de los cobardes, la peor mierda del mundo.
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Hola!!! Y la tentación fue más fuerte.... aunque la cobardía sigue guiando sus actos :(
Espero sus votos y comentarios!!!
Saluditos!!!!

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Lo juro
RomanceGermán y Anabelle han sido amigos toda la vida y sí, se aman, pero ambos temen que ese amor los destruya y los separe para siempre. Llevan años jugando con fuego, jurándose que nada va a destruir su amistad, pero sus caminos están a punto de separas...