Capítulo 6

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Despertar sin alarma le favoreció a Adela, que, reincorporándose en la cama de gran tamaño, pasa una mano por su alborotado cabello.

—He dormido tan bien—sonríe volviendo a tirarse en la cama.

Tocan la puerta de la habitación, es por eso que piensa:

«¿Dónde está Wanda?» a regañadientes se levanta de la cama sin prestarle atención a la bata de seda que se colocó al no tener ropas disponibles para dormir en ese hotel.

Esa bata expone su silueta y en lo único que piensa en esa hora es ¿En dónde estarán su papá y su hermana?

—Buenos días, señorita.

Se sobresalta al ver aquel hombre escuálido, de una prominente altura, almendrados ojos marrones con unas pestañas largas que se hacían llamativas por su rubio color.

«Parece un vampiro» se reprende así misma al creer en eso, en lo menos que debería estar opinando es en cómo se ve aquel que le ha traído el desayuno.

—No soy un vampiro.

Adela deja de sonreír y le devuelve una mirada llena de desconfianza.

—No se asuste, lo dije por qué suelen suponer tal cosa cuando me ven. Esas cosas no existen, señorita.

—Si—responde rápido tratando de tomar la comida y despedirlo cuanto antes, pero entre el carrito que trae ese hombre hay al lado de las bandejas un celular—Mi celular, mi celular...

Con la punta de sus dedos toca el celular, llevándose la otra mano a la boca sintiendo ganas de vomitar.

—¿Su padre no es el señor Robert Smith?

Viéndolo con los ojos ensanchados, él se disculpa de inmediato.

—Lamentó si hay un malentendido, soy un empleado del hotel y me asignaron esta tarea. Su padre fue quien me encargó traérselo.

Respirando aliviada, Adela se pasa una mano por el rostro.

—Discúlpeme a mí, estos días han sido difíciles y he estado un poco paranoica, gracias, gracias por traerme esto—le muestra una gran sonrisa como signo de gratitud, sin embargo, la mirada del hombre se queda fija en ella, Adela toma un mechón de su cabello llevándolo detrás de su oreja y cuestiona:

—¿Pasa algo?, ¿tiene otra cosa que decirme?

Se queda en silencio por unos segundos, que se hacen eternos para Adela, que espera una respuesta.

—Lamentó la descortesía «es que me perdí entre la belleza de sus ojos esmeralda».

—Diga algo que no sepa—susurra, tratando de encender el celular que ayer ella misma apago, no sin antes decirle gracias tomando la bandeja y sin mirarlo cerrarle la puerta en la cara.

«Ser tan bella es agotador» bromea consigo misma, viendo lo mucho que tarda su celular en encender.

—Huele delicioso—destapa la bandeja, encontrando unos panecillos recién hechos que todavía humean, un pequeño envase, mantequilla, crema de maní y otro de fresa. Unos huevos revueltos con beicon, tiene en la mitad del plato, en la otra mitad una ensalada puede apreciar—Empiezo la dieta mejor el lunes.

Descarta la ensalada y procede a comer los panecillos recién horneados, disfrutando lentamente de todas las cremas que le han traído.

—Pero ¿Wanda dónde está? Mira de lo que se pierde—destapa otro platillo notando muchas más delicias. Toma el celular sin pensarlo dos veces para poder llamar a su hermana.

La ruta de escape, no funciona. +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora