Capítulo 22

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El sonido del auto hace que el hombre apoyado en la ventanilla se quede viendo a su hermano que no pretendía quedarse hablar con él más de lo debido.

—Asegúrate de darle una pastilla cada doce horas—Derek irritado declara entregándole el frasco a Brandon.

—Si, si, se las daré.

—Oye, ¿por qué está bebiendo esas pastillas de nuevo?

—¿Te estás preocupando por nuestro hermano? —con una amplia sonrisa evita responder, pese a eso la seriedad de Derek le hace hablar.

—Apareció un fantasma del pasado y lo está inquietando un poco, nada serio.

Derek sabe que Brandon lo único que le interesa es que Evandro siga produciendo dinero para él gastar a diestra y siniestra, haciendo una mueca de disgusto le advierte:

—Llévalo al hospital, soy cirujano, no siquiatra. No te daré más medicamentos, así que no me llames.

—¿No quieres saber quién es la mujer a quien Evandro atormenta?

Teniendo en cuenta que Evandro es un hombre problemático con el que no quiere relacionarse, sube la ventanilla de su auto.

Él no es como su padre, mucho menos como ellos, no se involucraría en el bajo mundo, no después de trabajar tan duro por mejorar su futuro.

Viéndolo marchar, Brandon sacude el frasco repleto de pastillas.

—Tan frívolo como siempre... Si supieras quien es esa mujer, no estarías tan tranquilo.

Al imaginar a esos dos hombres enfrentándose por una mujer, Brandon sonríe teniendo la mirada oscurecida.

—¿Cuál será tu reacción al saber que la mujer que amas desde hace cuatro años va a vivir un infierno en manos de tu traumado hermano mayor?

Riéndose de eso, se monta en su auto, yéndose de allí cuanto antes.

•••

Despertando Adela se da cuenta de que su tobillo está atado a la cama, con bruscos movimientos intenta soltarse.

—Es inútil.

Esa voz la paraliza y voltea notando que Evandro le sonríe entregándole una bandeja repleta de comida.

—Saldremos más tarde.

—No quiero salir contigo.

—No recuerdo haber pedido tu opinión.

Mirándolo con gran resentimiento no dice nada, quiere buscar la oportunidad para salir bajo el control de ese hombre.

—¿Cómo te hace sentir toda esta situación? Cuéntame.

Se ríe.

—No vengas a utilizar tu psicología barata conmigo—de su bolsillo saca un habano y comienza a fumar.

Adela se cubre la nariz, empezando a toser, en cuanto el olor llego a sus fosas nasales.

—Apaga eso, me hace daño.

Mira su móvil y se da cuenta de que lo llaman.

—¿Qué quieres? Estoy ocupado.

—Señor, el hijo del gobernador, está visitando el casino y causando problemas.

Viendo a la mujer en la cama cubriéndose la nariz, comenta:

—Sácalo, Johari.

Aquel grandullón tira de sus largas trenzas, esperando que su patrón sea más racional. Él no podía meterse con el hijo del gobernador y salir impune.

La ruta de escape, no funciona. +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora