Capítulo 32

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El tic tac del reloj colocado en la pared, hace que Adela respire profundo.

Han pasado varios días desde aquel fatídico momento en que intentó envenenar a Evandro Barker.

Se mantuvo en cama por dos días debido a un resfriado, en ese tiempo de ocio un plan arriesgado se apoderó de sus pensamientos.

Aprovechando la ausencia de Evandro, en la habitación que Derek le enseñó cómo suya, rebusca por cada rincón.

Mientras eso hace aquella noche que delirando confundió a Evandro con Derek, se dio cuenta que debía tener más cuidado al hablar, por suerte Evandro parecía estar bajo los efectos del alcohol y no ha mencionado el tema.

Si hubiese descubierto que lo confundió con su hermano se lo diría ¿cierto?

Estornuda varias veces, a causa del polvo que tienen las cosas guardadas en el armario.

«Bingo» con el corazón acelerado mirando hacia todos lados comprueba que está sola, saca la laptop del fondo de la caja.

Esa es una de las laptops que un día le vio utilizar cuando lo acusó de ser hacker y este se limitó a informar «Es un negocio familiar, me gusta investigar por mí mismo, así me ahorro disgustos» eso le dijo aquella vez.

¿Podría ser mejor su suerte? Temblando de felicidad enciende la laptop, entre sus manos esta información con la que puede destruir a Evandro Barker.

Pero... una vez use tales evidencias e informaciones no hay marcha atrás, si Evandro la descubre la mataría.

Se detiene viendo que pide la contraseña.

Ha sido tan plausible su comportamiento que él ayer salió como en esos últimos días lo ha estado haciendo y le comentó:

-¡Sorpresa! Mira lo que te compré.

Sin tener alegría por recibir algo de él, esboza una sonrisa que se convirtió en una mueca graciosa para Evandro que se apresura a salir de la mansión y entrar con las comisuras de los labios elevadas.

-Mira que linda ¿te gusta?

Apretando los puños en su regazo, Adela contiene las lágrimas.

-Si, me gusta... gracias... Evan-murmura por lo bajo al él subirla en la silla de ruedas que le acaba de presentar.

Limpiándose bruscamente las lágrimas que calientes se deslizan por sus mejillas, se anima.

Ya no importa.

«No tengo nada que perder».

Desbloquea la laptop, Derek le dio a conocer la contraseña. Un sin fin de archivos aprecia, ríe acariciando su flequillo.

Sigue rebuscando en la caja observa tres memorias USB destacando en el fondo.

¿Cómo es que Evandro no ha revisado las cosas de Derek?

«Su altanería y ego le hacen creer que nadie puede alcanzarlo, menudo imbécil».

Traspasando los archivos uno a uno, en la memoria USB se masajea los hombros nerviosa, pues la carga es lenta.

«No puedo pasarlos todos ahora».

Con eso presente, la hora le revela que es mejor seguir con los demás archivos al otro día.

-No tarda en llegar.

Guardando deprisa la memoria en su ropa interior, suspira.

Estos días Evandro desaparece sin dejar rastros todas las mañanas y regresa sin falta a las cuatro de la tarde.

La ruta de escape, no funciona. +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora