Capítulo 13

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—¡Te has perdido de algo muy emocionante, el muy imbécil creyó que Adela no era su hija!

Es lo que se escucha al otro lado de la línea, mientras que para Evandro es un juego, Axel no deja de pensar que le diría a su novia cuando pregunte:

«¿Dónde está mi papá?».

—¡Vaya, casi se me olvida! —exclama y Axel, al otro lado de la línea, bufa.

Eso solo significa una cosa, más trabajo... Cosa que en verdad detesta.

—Necesito que vayas a cobrar un dinero a las afueras de esta asquerosa ciudad a un cochinero llamado «Blue-bar».

—¿No es eso un cabaré?

Ignorándolo, Evandro se limita a ordenar.

—El dueño se llama Michael, déjale un «gran regalo» que todos vean y se asombren. Quiere revolotear a las avispas y es mejor que lo piquen antes de que siga perturbando ¿entiendes?

Apretando el volante se quita los guantes y aflojando la corbata responde:

—Cómo ordene, patrón.

Recuesta su cabeza, pensando descansar un poco antes de partir.

•••

Soplando la taza humeante de té medicinal, Adela espera moviendo uno de sus pies de manera constaste, en cuanto nota que esos dos hombres están tardando mucho.

A fuera de esa mansión el bosque parece infinito, además el día nublado no deja que Adela se anime a salir sola.

«Siento que ese hombre he visto en algún otro lado, ¿en dónde he visto a ese rubio loco?» sorbe el té al recordar cómo Brandon disparó, apenas llegó.

—¿Esperaste por mucho? —se acerca Derek, bajando las escaleras y dejando a su hermano detrás, quien recostándose en los barandales entrecierra los ojos al verlo suavizar su expresión ante esa joven.

—¿Te sientes mejor? —rebuscando en un estante, Derek agarra su estetoscopio.

Se desplaza de forma elegante y parecía no darse cuenta del aura intimidante que emana.

Adela se queda quieta en el mueble, traga con fuerza, Derek tiene el cabello humedecido y su camiseta blanca revelan que ha tomado un baño, mientras estuvo allá arriba.

—Permíteme—le quita la taza de té y se coloca el estetoscopio.

—Respira profundo... —cerca de ella le hace inhalar su fragante olor a menta, mientras le toca el hombro con el aparato en su pecho.

Con una ampliada visión del hombre frente a ella, su corazón late tan rápido que Derek se detiene bajando la mirada hasta verla a los ojos.

—Tengo que irme—desvía la mirada ante el bochorno que siente al saber que ese hombre se ha dado cuenta de que la puso nerviosa.

—Déjame llevarte—actuando ágil, busca las llaves de su vehículo, también del perchero un grueso abrigo trae, el cual coloca en los hombros de Adela, asegurándose de protegerla, le tiende la mano.

Por un segundo sus miradas se cruzan, no parece tener malas intenciones, su cálida expresión la tranquiliza y mentiría si dijera que cerca de él no se siente segura.

—Adiós, bella dama.

El susurro de Brandon hace que voltee a verlo, su amplia sonrisa le da mala espina y se encoge al lado de Derek, evitando que el hombre en los barrotes siga viéndola.

«Qué tierna conejita» es lo que piensa Brandon cubriendo su sonrisa con la palma de su mano.

•••

La ruta de escape, no funciona. +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora