Sacudiendo el polvo de las alfombras, Adela, en la azotea de aquel edificio, suspira.
Ha pasado una semana y no tiene ninguna noticia de su hermana, mucho menos de su padre.
«¿Dónde estarán?» por lo menos desea que no estén en peligro.
Derek ha sido magnifico con ella, entonces para no sentirse como una carga. En cuanto él salía a ejercitarse en las tardes, limpia el departamento, aunque él menciona que no era necesario hacerlo.
«¿Hasta cuando estaré huyendo?».
El viento le revolotea el cabello al mismo tiempo que el suave vestido floreado. Ya anochecería, la ropa que lavo se encuentra seca.
—¡Es el colmo! Mientras los hermanos mayores hacen un desastre en esta ciudad, el menor vive haciendo obras de caridad.
—¡Cierra la boca Mariela, por eso te metes en problemas!, ¡los Barker no son una broma!
Esas voces se aproximan a la azotea, Adela se estremece ante la mención «Los Barker». Es mejor evitar ser vista por extraños, no quiere causarle más problemas a Derek, a pesar de que este no parece interesado en los chismorreos de la vecina de al lado.
La puerta se abre sin darle tiempo de escapar, dos mujeres, rondando los veintitantos como Adela, dejan de hablar viendo a la mujer que lleva un canasto de ropa.
—¡Tú!, ¡aléjate de mí, maldita! —una de las dos mujeres paranoica retrocede, con los ojos ensanchados a más no poder.
—¡Mariela! —su compañera le reprocha para que dejara de gritar.
Adela baja la cabeza viendo la pierna amputada de esa tal Mariela.
Sus ojos llenos de desprecio hacen que Adela se acerque tratando de ayudarla, si bien eso desea Mariela la empuja con todas sus fuerzas haciendo que Adela choque contra los barrotes de la azotea.
—¡¿Por qué vienes a molestarme otra vez?!, ¿trajiste a tu maldito novio loco? —brama apoderándose de la atención de los vecinos que salen a ver por qué tal escándalo.
Esa mujer de grandes anteojos, piel trigueña y ojos que siempre denotan desprecio hacia ella, hacen que Adela se acaricie la nuca dándose cuenta de que el golpe la hizo sangrar.
Se marea y apoya la cabeza en los barandales, la que acompaña a esa tal Mariela ve aquella escena, por tanto, se apresura a llevársela, no fueran a verlas tras herir a Adela.
«Novio loco» la palabra se repite en su cabeza una y otra vez, con la mirada perdida en el horizonte, pierde las fuerzas, desmayándose al instante.
•••
—¡Estoy tan aburrida! —Adela se sentaba en el borde de su cama, viendo a Lily buscar uno de los libros en la repisa.
—¿Adela que es eso? —la joven de unos dieciocho años ve a su amiga dos años menor, mientras señalaba una caja debajo de la cama.
Levantándose deprisa en aquel momento, Adela se puso entusiasta.
—Son las cosas de mamá.
Lily se estremecía cada vez que recordaba cómo esa mujer le dio un manotazo en más de una ocasión por tocar sin querer uno de sus tacones.
—Oye es mejor que dejes eso donde está.
Adela le dirigió una mirada llena de travesura, haciendo caso omiso, sacó la caja y se puso a revisar todo el contenido, riendo, en cuanto veía objetos extraños.
—No quieras saber dónde se mete eso, suéltalo ahora—anunciaba Lily cada vez que la veía sacar extraños juguetes de sadomasoquismo de esa caja.
Adela seguía curioseando, hasta encontrar un traje rojo de cuero que de inmediato se puso, a pesar de las quejas de su amiga.
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La ruta de escape, no funciona. +21
Детектив / ТриллерEl frío metal de la pistola que se posa en la frente de Adela, le molesta cada vez más, el tiempo se acaba y no tiene muchas opciones. -¿Acaso me dispararás por una tontería como esa? -le susurra, tratando de ganar tiempo. Este sonríe de forma mali...