¡A los juegos!

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Empecé a temblar, ¿habrá sido el frío o tu presencia lo que me tenía tan nervioso? Eso no lo sé, solo sé que entré en pánico al ver tus lágrimas. Estaba inmóvil y no podía hacer nada entonces supe que tenía que armarme de valor, te abracé muy fuerte y besé tu frente, y te dije «Pequeña, no llores por favor. Yo estoy contigo y no dejaré que nada malo te pase » siento que cometí un error puesto que empezaste a sollozar aún peor y yo continuaba sin saber el porqué.
«Te odio, lo sé todo» me dijiste entre lágrimas, me quedé helado, frío y pálido como si hubiera visto los ojos de la mismísima muerte. Entonces me soltaste y sin dudarlo huiste, abriste la puerta y te marchaste.
Me tomó 2 segundos darme cuenta que debía ir tras de ti, el primero fue para darme valor y el segundo para perseguir mis sueños, ¿Qué debo hacer? Me pregunto ahora, solo quiero encontrarla y saber que sucede. Así pasó, la alcancé a un par de cuadras de mi casa, estaba escondida en un lugar que solo ella y yo conocemos bien, los columpios.

El Bueno Para NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora