Hoy aquí sentado en mi escritorio de la escuela he decidido hablarte, saber qué es lo que sientes por mi y es que a pesar de tener una vida desdichada sé valorarme y no quiero que nadie juegue con mis sentimientos, se acerca ya el último periodo y yo estoy impaciente, miro el reloj y siento que cada minuto que pasa es una triste agonía, cada momento que paso viéndote y sin saber qué piensas en realidad.
¡Ya no aguantó más!
Acaba de sonar el timbre y corro a tu asiento, te planto las manos firmes sobre la carpeta y con agitación te replico «¡Rose, basta ya! No juegues conmigo, ¿Por qué un día me amas y al siguiente me odias? ¿Qué sucede contigo?». Enmudeciste y no dejabas de observarme, creo que nunca pensaste que me acercaría de forma tan intempestiva pero bueno ya estoy aquí y necesito respuestas pero ¿las tendría?
«Al final volviste a tierra» te dije, entonces me miraste con esos ojos cristalinos y parecía que querías desaparecer, solo me dijiste que debías irte y luego me dijiste que lamentabas lo que dijiste ayer, huiste de prisa luego de eso y yo me quedé con el corazón en la mano y el te quiero más sincero del mundo entre los labios, simplemente salí de la escuela, pasé a mi casa a cambiarme, saqué dinero y ese día recuerdo que pensé que mis pulmones me dejarían, terminé fumando 5 cajetillas en una tarde, pienso que es demasiado para solo un niño pero vivo de excesos.
Si nunca haces locuras de joven no tendrás de qué reírte cuando seas grande.