Capítulo cinco.

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  La casa estaba solitaria; se sentía sola. Mi hermana había ido a dormir a dormir a la casa de su mejor amiga, porque mañana sería su cumpleaños. Obviamente, la dejé... ya que la niña, vive a menos de cinco casas de la mía. Todo estaba en silencio. Y en cierta parte, era reconfortable estar tranquila por un momento. Sin gritos histéricos de parte de mi hermana, ni las invasoras preguntas de mi abuela de acuerdo a mi vida personal, ni a la tía contando sobre su novio, Leandro.
Angelina, es la tía más cercana que tengo. Más que una tía, es una hermana. Es, solamente, ocho años mayor que yo y con 25 años, es la persona más carismática que conozco. Lo más cercano a una hermana mayor; la típica que te organiza la ropa a la supuesta "perfección", la que elije por ti, la que te obliga a ponerte grandes tacones que generalmente evito por miedo a caer.
No soy la perfecta señorita, educada y sofisticada. También eructo, amo dormir, vivir en pijama todo el día, y soy anti-maquillaje; aunque no suelo zafarme a veces de las manos finas de Angelina. Que ella sí que tiene demasiada experiencia en toda esa porquería.
Sin embargo, me sentía bien así. La idea de que soy yo misma no me atormenta, solo alejo chicos y eso, pero es lo de menos. También chicas. Por lo que no tengo amigas; solo Beethoven, mi fiel amigo, y él sí que es el mejor amigo de todos. Y tampoco tuve antes de ser ciega; mi dentadura no fue perfecta de pequeña; las paletas me sobresaltaban llamándome "castor", "ardilla" entre otros insultos, que dolían... pero ahora no. Luego, en la época de mis trece años, los frenillos se volvieron otros amigos que me acompañaron por tres años, seguramente... dejando una linda y blanca sonrisa, según mi lengua, mi tía y la abuela.
De niña, fui muy frágil. Y lo era mucho más, cuando los insultos me rodeaban. Mi único recuerdo, era acurrucarme en mi cama y llorar sin molestarle a nadie, antes de dormir. Sin embargo, nunca tuve problemas en el colegio, era buena alumna... lo que significaba otros 'defectos' para mis insoportables compañeros. Con la muerte de mis padres, me volví dura y prepotente, sin temor y con suficiente fuerza interior. Por eso, en parte me siento bien por la perdida, porque pude encontrar a la mí que siempre quiso ser. Y lo logré. Un logro que me siento orgullosa.
Lancé un suspiro contenido, librando todo el aire de mis pulmones. La ensalada de tomate, lechuga, zanahoria, almendras y rúcula estaba deliciosa. De verdad, debería ser vegetariana.
Alguna de las cosas que odio, es el sacrificio a los animales; pero según la iglesia, fueron creados para hacer el alimento al hombre. Aunque no... eso no ayuda en nada.


{••••}

Estaba tan arqueada que me dolía la espalda. El sofá era jodidamente incómodo; y puedo jurar, que nunca más dormiré allí.
Luego de despabilarme un poco, me levanté con ayuda del bastón, y en instantes, la cola de Beethoven pegaba mi pierna, pidiéndome comida. Lo acaricié un rato, y caminamos al patio, recordando y acomodando en su pote la comida de él; que la devoró en segundos según el ruido.
Y de repente recordé. Hoy era día de mi turno con el oculista; el novio de mi tía Angelina. Justamente, ellos son novios hoy, gracias a mí; en ese caso, fui un gran Cupido. Reí tontamente y volví a la casa por el bastón, dejando a mi perro en el patio alimentándose.
El sonido de la televisión marcaba las 11:56 de la mañana. ¿Qué sentido tenía desayunar? Además de que hacía frío y los días de frío, no me daban ganas de nada... sinceramente, de nada. Pero mi estómago crujía en reclamo.
Volví a cocinarme la misma ensalada de anoche, pero con un poco de pollo cocido.
Y ya no tenía nada para hacer. No había nadie a quien quiera llamarle, y mi abuela y tía quedaron en que me llamarían a mí cuando se recuerden. Pero claro... no las culpo si no lo hacen, yo también suelo olvidarlo.
El sonido del teléfono fijo sonó. Caminando hacía él, levanté el auricular, pensando que sería mi abuela.
–3 meses y 30 días –me sobresalté del miedo al no reconocer la voz; pero en instantes, rodé los ojos "tranquilizándome".
Este chico no me dejará tranquila. Era extremadamente exagerado, loco y... estúpido.
–¿Qué quieres? ¿Puedes dejar de seguirme, llamarme y averiguar hasta qué calzón tengo? –pregunté retóricamente. La carcajada de su parte se escuchó.
–Algún día lo sabré –comentó. Estaba hablando de mi ropa interior, pero también lo decía en doble sentido.
Y me maldecí al sentir mis mejillas rojas por la vergüenza. ¿Por qué? No sé. Mi sistema nervioso debe estar tan alterado y loco como soy yo.
–Ya quisieras. – luché en el intento de sonar tranquila y sin preocupación. – ¿Qué quieres? –pregunté ya cansada, al no poder escuchar que maldita cosa quería o por lo menos... de dónde sacó el teléfono fijo de mi casa. Solo sus respiraciones lentas y profundas.
–Nada... solo quería escuchar tu voz –podía apostar que sonreía como un idiota intentando comprar a una puta. Pero yo no lo era. No. Se ha equivocado.
–¿Puedes dejar de molestar? Odio los cumplidos y mentiras como esas –bufé. De verdad los odiaba, y no solamente por la persona que me hablaba. Siempre los odié; y mucho más a las mentiras.
–¡No miento! –exclamó con firmeza. –Deberías conocerme ya –respondió. Sarcásticamente, sonreí.
–¿Mmmh, sí? –Murmuré – Se que sos un tarado, idiota, creído, cantante con voz horrible, y peor... ¡Rastreador! –enumeré pensativamente. Otra carcajada de su parte, mientras sonreía irónicamente yo.
–De todos modos... estarás loca por este rastreador.
–Apostemos.
–¿Dinero o nosotros?
–No me interesa cuál. –Respondí.
<<Porque no pasaría. Idiota>>
–Una noche. –¿Una noche? Fruncí el ceño. ¿Por qué quiere una noche conmigo?
–¿Noche de qué? –le pregunté. Estaba siendo infantil, pero no entendía.
–Cama. –sentenció. Y cuando estuve a punto de discutir y renegar a eso; no por creer que lo haría, habló: –Trato hecho. ¡Chau! –y en segundos... el teléfono cortó.
Quedé petrificada. ¿De verdad era tan cerdo? Lo sabía... ¿pero tanto? Para colmo, era un cerdo pervertido. Pero sabía que no debía tomarle importancia. No era importante; y nunca dejaría que me toque nuevamente, como ayer. Nunca. Más. Jamás.
Y suspiré.

Salí de la casa con una sonrisa. Había dejado a Beethoven, pero llevaba mi bastón. Afuera, me esperaba el amigo de mi tía, mi "chofer" Homero; bueno... le decimos Homero; hace como cinco años lo conozco, antes del accidente, pero nunca supe por qué le decimos así. Sin más, subí al auto, donde lista y preparada para salir lo saludé y partimos.


–¿Recuerdas lo de la operación? –preguntó. Pestañé varias veces y ladeé la cabeza para ambos lados.
–Sigo ahorrando. Pero recuerda el secreto –me recosté sobre la camilla. El único que sabía de mis ahorros, es Leandro; y claro... es el que se hacía cargo de la operación.
–Lo recuerdo. –comentó y abrió mis ojos ampliadamente con sus dedos. Podía sentir como los observaba. –Están más claros, ______ –sonreí sin pestañar, no podía hacerlo.
–Lo sé. –Respondí – Este último tiempo, estuve observando las cosas y diferenciándolas por el color –agregué siendo sincera. Yo sabía que era un gran paso; porque a pesar de que seguía siendo ciega, los tonos oscuros como el negro, blanco, azul y violeta, junto con el rojo son colores que diferencio con facilidad. Aunque sigo sin poder observar.
–¡Ese es un gran paso! –exclamó con felicidad, y se alejó de mí. La luz blanca que pasó sobre mis ojos, también la reconocí. Era blanca; me llamaba demasiado la atención.
–Síp –volví a sonreír en respuesta.
La visita fue rápida; más de lo común, y en cierta forma, era malo; porque hoy no había nada para hacer. Nada. Ni siquiera mi hermana estaría de vuelta, y mi abuela y Angelina tampoco.
Bufé y me dejé caer sobre el sillón. Tomé la laptop, que estaba en la pequeña mesita de café, donde siempre la dejo, y coloqué los auriculares, para escuchar cada palabra que escribía.
"Hay veces... que duele ser así. Distinto a todos; raro y en cierta forma, te sientes extraño; perdido, divagando en un horizonte que no sabes cuál es. No entiendes a las personas que te rodean; y te sientes sola, a pesar de tenerlo todo."
Y tuve que cortar, porque al instante, el sonido de mi celular, que estaba adentrado en los bolsillos delanteros de mi pantalón holgado, me hizo sacar los audífonos y contestar. Me avisaba que era un número desconocido.
–¡______! –exclamó una chillona voz del otro lado. Fruncí el ceño, sin saber quién era. Pero lo aflojé, al acordarme de la rubia hueca de Millén.
Ella nunca estuvo en contacto conmigo, además de para pedirme la tarea y de vez en cuando... dejarme en ridículo.
–Hola. –Respondí seca. Ella era una interesada; pero ahora, me preguntaba por qué querría hablar o comunicarse conmigo, sin haber una mínima razón.
–¿Cómo te encuentras, amiga? –Hasta yo me di cuenta de la falsedad al pronunciar 'amiga'. Rodé los ojos intentando bajar la irritación. Ella irritaba con su chillona voz. Y era tan falsa, que me daba tanto asco al escucharla.
Ella y Justin, serían la pareja perfecta.
Y sí... casi puedo pellizcarme por pensar en él. Pero es que las palabras: idiota, cínico, egoísta y rastreador como violador, me recordaban al chico que me imagino que tiene el aspecto de Justin.
–¿Amiga? Yo no soy tu amiga. –Le dije sin rodeos, directa y fulminadora; porque era así. Sé diferenciar a una amiga, y ella no lo era en absoluto.
–Yo muy bien... gracias –habló rápidamente, ignorando lo que he dicho. De un modo, parecía entusiasmada. – He oído que saliste con Justin Bieber... –<<A eso venía todo.>>
Y nuevamente... Millán y Justin. Debo presentarlos.
Volví a rodar los ojos.
–No salimos. –le contesté. Lanzó una carcajada espantosa. De verdad me desagradaba.
–¡Cállate picarona! ¡He visto las fotos! ¡Han salido por toda la televisión! –exclamó. La idiota quería que le presente a Justin; pero si quiere lo regalo.
Sin embargo, eso no importaba ahora. ¿Yo en la televisión? ¿En serio?
Maldita sea.
Y los recuerdos del egoísta que quiere una noche conmigo, y que tengo una cita en 3 meses y 30 días; ese tipo, es famoso mundialmente. Me estremecí. En ningún momento recordé eso.
Mierda.
¿En qué me metí esta vez?.-  

Ojos Ciegos ( Justin Bieber & Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora