Capítulo nueve.

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  Luego de horas de hablar con Justin, apareció mi hermana sorprendiéndonos. Ella se sumó a la conversación y de paso, me contó todo lo que sucedió desde su punto de vista; sobre lo mucho que le costó entrar a la casa y que se sentía una total celebridad, también comentó que iba a ser famosa por ser actriz, lo que fue otro motivo por el que Justin y ella se amigaron en minutos.
A él le gustaba actuar... y a ella también. Pero todo era más fácil para Justin, que tenía su carrera destinada a todo eso.
En esa conversación, pude darme cuenta de lo distinta que soy a mi hermana, y lo simpático que es Justin... aunque la modestia es algo por el cual trabajar.
Después de lo que pareció tres horas de hablar y hablar, más comer, Justin se fue y yo volví a mi habitación, para tirarme como una bolsa de papa sobre la cama.

{••••}

Hacía frío. Era un sábado friolento y completamente invernal. Hoy era tiempo de sacar las camperas viejas de mamá para entre casa, y colocármelas sin importarme nada. Cuando sentí que mis ojos estaban lo suficientes descansados, y con unas ganas de levantarme, lo hice sentándome en la cama y con la fuerza de mis manos, arrastré la colcha para tapar mi cuerpo alrededor. Lista y abrigada, salí de la habitación con una mano adelante por si acaso, donde la abertura de la colcha estaba.
–Buen día. –Le saludé a mi hermana cuando la televisión era lo único sonoro.
–Hola, ______. –Dijo dulcemente, sonreí.
–¿Tienes hambre? ¿Has comido? –pregunté.
–Son las 9, ______. Y no hay nada.
–¿Nada? –bufé. –¿Tendré que vestirme e ir yo con este frío? –Pregunté ofendida, en juego. Ella lanzó una linda carcajada.
–Síp –. Carcajeó.
La verdad, es que tenía ganas de salir. Ayer había resultado imposible hacerlo... pero, ¿quién andaría a las 9 de la mañana vagabundeando por la calle para obtener una foto de una supuesta novia de... bueno... Justin?
Cierto, los que viven de eso.
Sin embargo, di la vuelta con la mano aún adelante, pero en un intento de pisar un paso con mi pie cubierto por la media blanca de algodón; sin querer, pisé la manta con brusquedad y fue tan rápido, que en instantes estaba tumbada en el piso quieta como un muerto; las risas de mi hermana retumbaron toda la casa, mientras yo bufaba y sentía mi garganta arder por el "pequeño" grito que había hecho mandado desde lo profundo de mi pecho, al estampillar mi cabeza con el piso. De verdad... mi cráneo se siente enamorado del piso. ¡Cuarta vez! ¡Cuarta maldita vez que me caigo en menos de un mes! Para cuando me dé cuenta, voy a estar con cincuenta moretones en el cuerpo, sin contar los chichonazos en la cabeza... iguales a los que me creaba de pequeña. Porque sigo siendo igual de torpe.
Para colmo... el piso estaba helado por la temperatura fría, y las risas de mi hermana eran chillonas y completamente sin aire.
Tonta.
–¿Te caíste, hermana? –Burlonamente, preguntó irónica.
Pero no la culpo... si estuviera en su situación me moriría de risa.
–No, es que quería besar el suelo. – Contesté de la misma forma, escuchando su linda carcajada.
Rodé los ojos y no pude soportar no sonreír. Podía ser una idiota mi hermana, pero la amaba. Me senté en el piso luego de unos segundos, sobándome la cabeza y haciendo muecas extrañas, mientras Kelsey se tranquilizaba e intentaba controlar sus murmullos divertidos.
Finalmente, y luego de un ratitín, ella se acercó y me ayudó a levantarme, también a ir a la habitación y cambiarme con la muda de ropa ya preparada.


Salí de la casa, quince minutos, con la correa de Beethoven en mi mano derecha dispuesta a ir al supermercado más cercano.


–_____ te buscan. – Dijo mi hermana en un leve tono de picardía en su voz.
Hay veces que olvidaba que tiene siete años.
–¿Justin? –Pregunté normal, quitándome el otro auricular del oído. Supe que adiviné, porque murmuró un 'ajam'
Y también supe que ya no me molestaba el hecho de compartir tiempo con Justin. Bueno... solo a veces.
–¡Hey, ____! –exclamó él de la nada. Podía imaginarme su sonrisa blanca con dientes perfectos; tal vez falsa, pero eso no importaba ahora. El asiento de mi cama se hundió en el lado contrario a mí. Seguidamente, dos besos sonoramente encantadores, fueron plantados en mis mejillas haciéndome sonrojar... un poco. Él se dio cuenta, porque rió.
–¡Hey, Justin! –exclamé en el mismo sentido, alegre y sorpresivo.
–Vamos. –sentí sus manos enguantadas en las mías desnudas. Fruncí el ceño confusa.
–¿A dónde?
–A China, princesa.
–Hablo en serio. –Levemente, pestañé clavando la cabeza en donde la columna vertebral me indicaba.
–Es una sorpresa. –Respondió. Sonreí contestando y enganché mis dedos con los suyos.
Que linda sensación.
Un escalofrío, y no precisamente de frío, rellenó mi interior junto con las maripositas, o el zoológico, que vagabundeaban por allí.
Me sentí cohibida y por solo un agarre de simples manos.
–Vamos. – empezó a caminar, y yo lo seguí sin soltar su mano. Cuando ya estuvimos en la cocina, en la puerta principal de la casa, me ayudó a ponerme el abrigo que debería haber colgado en la puerta.
–¿Y mi hermana?
–Irá con nosotros.
Una punzada de desilusión desconocida apareció extrañamente.
–Está bien. –Sonreí falsamente, sin saber por qué me molestaba eso. –¡Mueve el trasero, Kelsey! –grité sin ser delicada en absoluto.
Justin rió y yo también, olvidándome de todo. Luego de la rápida respuesta de Kel, Justin volvió a hablar.
–¿Listas para un día de flashes y súper estrellas? –Preguntó y me imaginé mirando a ambas.
–¡Sí! –Exclamó Kelsey, entusiasta.
–Nou –pronuncié la 'u' con más fonética. No me sentía preparada aún. Pero era parte del trato, ¿no? –pero ya no importa. –Sonreí intentando tranquilizarlo.
Y sin más nada... salimos.
Los flashes hacían que mi vista se vea blanca y luego negra; dolía... y siquiera tenía los anteojos puestos. Él, en movimientos rápidos, nos hizo conducir al auto por sobre el jardín, cruzando todo el césped lleno de rocío por los murmullos y quejas de mi hermana. Finalmente... nos adentramos en lo que dijo Justin, un 'Ferrari'.
<<¿A dónde iremos?>>

Ojos Ciegos ( Justin Bieber & Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora