PARTE I: "El secuestro, camino lento hacia mi propia muerte".
Estaba segura que no tenía salida de aquí.
Tenía miedo, tanto miedo que a pesar de estar sentada, mis piernas temblaban hasta tal punto de querer desarmarme, y ellas salir corriendo. Estaba claro que cada cosa que pasaría, no era bueno... mi propio presentimiento lo decía.
Y no tenía ideas para hacer algo. No podía escapar, ni siquiera portaba algo para defenderme.
Estaba tan sola como nunca, y sin poder salvarme de las garras de Jason, si es que él hizo esto... porque la verdad no lo sabía. Todavía no me lo había dicho ni había ninguna prueba que me garantizaba que era el, pero... ¿acaso tenia alguien que me odiaba tanto como para hacer semejante cosa? Yo creía que no... pero nunca se sabe nada.
Volví a revisar mi celular: una rayita de señal que se iba alejando. Me desesperé. Ignoré mis dedos temblando como gelatina, y no dude en escribirle un mensaje a Justin a velocidad de la luz, a escondidas del taxista.
<<Tengo miedo; me están llevando hacia Filadelfia. ¡No sé qué ocurre! ¡Ayúdame!>> y una lágrima cayó sobre la pantalla de mi celular; me apresuré a borrar el mensaje ocultando evidencias, y puse en silencio el teléfono, mientras mis sollozos eran iguales de silenciosos que él.
Otra lágrima, luego otra más, y otra y otra, y... millones.
–¿Por qué a mí? –le pregunté, sintiendo como me estaba dando un horrible ataque de nervios. La saliva de mi boca, no cruzaba mi garganta y mis sollozos hacían que mi nariz no pueda mandar aire a mis pulmones. –¿Qué mierda hice para que me secuestren? –volví a decir, con mi voz gruesa aunque siempre era tan fina, tan aguda.
Por un momento, cruzó por mi cabeza que esto era una broma, que una sorpresa me esperaba y que nada malo pasaría. Intenté pensar eso; rogaba y anhelaba eso. Pero... ¿por qué engañarme? Nada bueno me esperaba, porque no te secuestran de esta forma de un día para el otro. Además, si las cosas fueran buenas, de seguro el taxista no me trataría así, tan serio como si le daba asco y tan repugnante como si pensaba cada segundo, que quizás me matarían. Como hicieron con la anterior novia de Justin.
Oh mierda.
–Yo no manejo nada, señorita; yo sólo hago lo que me dicen –dijo, tan tranquilo pero con voz cansada. Bufé, roja de furia.
–¡Debe saber qué va a pasar conmigo! –grité histérica. –¡Ni siquiera sé que mierda hice para estar aquí! ¡Soy una estúpida! ¡Usted es un estúpido! ¡Todos están locos! –volví a gritar con fuerza, sacando desde el centro de mi corazón todo. No me importaba nada; no me importaba que él se enoje. Junté mis piernas contra mi pecho y las abracé, sin miedo a que me vea llorar ni siquiera hice esfuerzos para que mis sollozos no se escuchen.
Quería que él se sienta una mierda, tal y como yo me estaba sintiendo.
–Mira, ______ creo que eres... –dijo, su mirada seguro mirándome por el espejo retrovisor –He dicho que no tuve nada que ver en esto...
–¡Entonces dé la vuelta, y lléveme a mi casa! –exclamé, furiosa, llorando.
–No puedo, me gustaría pero no...
–¡Déjeme salir entonces! ¡No será su culpa, será mía y entonces sí podrán matarme por ser una imbécil! –levanté la cabeza, y sí... él me miraba por el espejo conteniendo la bronca que quería estallar para mí. Lo reté con la mirada, aunque mis ojos estaban llenos de lágrimas cristalinas y quizás, me veía como una loca. Pero sus labios ascendieron en una espantosa sonrisa maliciosa.
–Lamento avisarle que ya llegamos al castillo, princesa.
Mis labios se secaron; las lágrimas no cayeron más en ese mismo instante, como si mi sistema nervioso estaba tomando en cuenta que yo no estaba más en peligro, cuando más lo estaba.
Entonces, el auto paró en medio de la nada. Y me sentí perdida, cuando dos figuras gigantescas aparecieron tras mi vista en la ventana.
Temblé de miedo.
No sé cómo, pero mi puerta se abrió porque uno de los negros la azotó del lugar, casi. Me miró a los ojos; sus ojos rojos, inyectados en sangre y los míos miedosos, inyectados de miedo. Sonrió con una sonrisa maliciosa, enseñando sus asquerosos dientes amarillentos, con su olor a marihuana y licor del barato. Sin cuidarme ni un poco, me jaló de los brazos sacándome del auto a la fuerza, no le importó mis jadeos, que era lo único que mi boca podía pronunciar por lo petrificada que estaba.
Estaba disfrutando lo atemorizada que estaba, y no dudó en sacar un pañuelo blanco, y antes de que pueda protestar... el cloroformo me hizo caer en sus asquerosos brazos.
Oh dios.
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Abrí mis ojos de golpe al no sentir mi cama, ni nada que pertenecía a mí. Entonces recordé todo.
Mi boca estaba sin tapar, por suerte, pero mis muñecas estaban atadas por incómodas sogas detrás de mi espalda, al igual que mis tobillos. Donde estaba acostada, era un horrible y mugriento colchón que hizo revolver mi estómago instantáneamente. Y cuando iba a gritar, pensé en que me convenía no hacerlo; había visto el lugar... no había una casa a la redonda, nadie que podría escucharme, además de que esto parecía esos lugares abandonados donde las paredes eran desteñidas y de tonos grises, completamente aterradores, sin ningún mueble, y muy extenso.
Estaba cagada. De verdad estaba sin salida.
Cuando me di cuenta, ya estaba dejando que las lágrimas cayeran por mis mejillas. Miré a ambos lados, con mi labio inferior temblando y mis quejidos silenciosos. Intenté imaginarme que hacer si querían matarme, pero... ¿cómo se supone que una persona debe actuar en casos así? Había leído unos cuantos libros de acción, donde el chico era la persona más valiente del mundo y defendía a su pequeña chica, que estaba tan atemorizada como estaba yo; desgraciadamente, yo era de esas chicas románticas, de libros que hacían llorar de felicidad cuando terminaban juntos, y de tristeza cuando no. Pero casi nunca de muertes, asesinatos, ataques, secuestros ni delitos como para recordar alguna táctica. ¡Ni siquiera tenía un chico que pueda defenderme! ¡Ni un arma, que a pesar de no saber utilizarlas, podía arreglármelas! Sólo era una chica, indefensa, pequeña, que se enamoró a ojos ciegos de un famoso cantante que tenía un hermano que, además de estar "loco", lo odiaba. ¿Hice algo mal en mi vida?
Sorbí mis mocos para adentro.
¿Qué harías si estuvieras en mi lugar? ¿Quisieras morir? ¿Llorarías como yo estaba haciéndolo? ¿Los enfrentarías? Quizás, si eres valiente, estarías confiada de ti y te mantendrías fuerte... pero, yo no era así.
Y aquí estaba. Así estaba. Así me mantendré. Porque no tenía las agallas suficientes para hacerme la valiente, como los personajes de libros que tanto yo amaba, ni mi vida era un libro. Esto era realista, tan realista que me rompía el corazón y me desmoronaba porque sabía que estaba sola en esto. Muy sola.
Quizá, y después de todo... estas sean mis últimas horas.
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Ojos Ciegos ( Justin Bieber & Tu )
Diversos"Caminar sin ver el camino; sonreír sin recordar tu sonrisa; reír con alguien, sin reconocer su rostro; mirar a pesar de no poder observar; escribir sin ver tu letra e imaginar el mundo que te rodea."...