Capítulo veintisiete.

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  Lo había hecho. Por primera vez en toda mi vida, le había dicho a una persona que lo quería.

Mis sentimientos se destrozaron cuando él no respondió. Su única respuesta, fue un pesado suspiro que sobrevoló mi cabello; y seguido de eso... no dijo nada por lo que pareció una eternidad. Sólo me mantuvo abrazada, sin presunto ni firmeza. Y eso fue exactamente lo que me hizo llorar más.
Porque todo se me juntaba. Todo parecía acumularse en mi garganta y soltarse como cataratas por mis ojos.

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"Ten cuidado".
"Cuídate y sobre todo a la ciega".
"¿Tienes miedo, idiota? Tranquilo. Te lo mereces".
"Vamos, marica, ¿piensas que no me doy cuenta de nada?".
"Veo que no contestas mis mensajes, tal vez tienes miedo. ¿Qué pasa Justin? Vamos hermano".
El vello de mi nuca se erizó.

Casi siendo la primera vez de mi vida, tuve miedo. Tuve impotencia. Y tuve furia. Todo junto y entremezclado, sin tener una salida. Mierda. Lo odiaba; odiaba no tener un dispositivo por el cual irme... y que no dañe a nadie. Deseaba con todas mis fuerzas que esté bien, que nada cambie, que él no aparezca, que se canse y nunca más moleste. Pero era imposible; hasta yo mismo lo sabía. Y eso era justamente lo que me molestaba: no poder ignorarlo, ni hacer nada para cambiarlo.
Dejé escapar un gruñido y no aguanté mis ganas: pegué contra el puño a la pared. La impotencia me sobrecargaba; todo se movía bruscamente. Todo caía al piso cuando lograba dar los manotazos que ni siquiera mi mente mandaba a hacerlos. Los vidrios se rompían en el suelo, sonando un fuerte quejido y estrepitoso sonido como respuesta; pero no importaba. La madera de los muebles parecía desgarrarse contra el piso cada vez que una patada mía las impulsiva a correrse con brusquedad. Pero no podía calmarme. No podía detenerme. Era como si una fuerza sobrenatural me molestaba. En consecuencia, mi pecho subía y bajaba; las respiraciones se volvían rápidas y con poco exceso de aire; mis puños sangraban pero no dolían, nada dolía más que lo que sentía dentro: Temor.
Tenía miedo. Demasiado. Sentía la necesidad de defenderme ante algo que no podía; y eso me consumía.
Necesitaba protegerme, necesitaba proteger a mi familia, necesitaba encontrarlo y dañarlo con mis propias manos. Porque sabía que él era capaz de cualquier cosa; no eran amenazas inconclusas. Era mucho más que eso. Eran avisos que se cumplirían.
Necesitaba hacer algo, ¿pero qué?

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–Mamá... –Llamé, con mi voz desesperada, al momento en que ella contestó.
–¿Justin? –preguntó su fina voz, pareciendo tranquila, pero yo sabía que no lo estaba.
–Mamá... –repetí conteniendo mi respiración. –Jason. Él mandó mensajes.


...........–...........


<<Ella pensaba un futuro con él. Él nada más que un rato. Ella soñaba y lo miraba con ojos extremadamente abiertos en expectación. Él la trataba como otra más... otra idiota más. Pero entonces, ¿por qué ella no podía ver la realidad? ¿Acaso no podía ver lo malo que tenía él? ¿Por qué lograba ser tan ciega y sorda?>>


<<Mientes tan bien, que me sabe a verdad todo lo que me das. Y ya te estoy amando. Yo te creo todo, y tú no me das nada. Que si sigo tu camino llegaré hasta el cielo; y me brilla el mundo cuando dices puedo. Cuando dices siento, siento que eres todo, cuando dices vida yo estaré contigo, tomas de mi mano y aunque sea mentira me hace sentir viva, y aunque es falso el aire... siento que respiro. Mientes tan bien, que me sabe a verdad, ya te estoy amando. Mientes tan bien, que he llegado a imaginar que en amor llenas mi piel>>.
Negué con la cabeza mientras escribía y me dejaba llevar por la canción que tanto me identificaba en estos momentos. Y era tan cierto. Tan destructivo, que no me dejaba aparentar que todo estaba bien.


............–...............


Mi corazón quiso salirse del pecho, apenas escuché lo que Justin acababa de decirme: tendrás tu operación en dos días.
"No preguntes por qué, ni nada. Sólo prepara todo. En dos días volverás a ver".
Entonces, por un momento, me vi obligada a pensar que quizás fue una broma. Pero luego de insistirle varias veces, me respondió que no... que no lo era. Y bueno... ahora estaba aquí, postrada en la cama de un costoso hospital, –del cual desconocía anteriormente–, y con los nervios erizando la piel y los pequeños bellos de mi brazo. Estaba nerviosa, pero más nerviosa por volver a ver, que por la operación. Siendo sincera, creo que confiaba más en el viejo japonés Joshiva que en mí misma... y es que no cualquier cosa sale dos millones de dólares.
Sentía que le debía la vida a Justin. Gracias a él iba a volver a ver; iba a cumplir mi sueño. Y ¡mierda! Se sentía tan bien que me emocionaba, y las lágrimas volvían a acumularse en mis ojos.
Mientras tanto, mi abuela tomaba mi mano como si me iba a morir; ella estaba sentada en una silla alado de la cama donde yo me encontraba. Y hablaba, como siempre como cuando estaba nerviosa. Mi hermana estaba recostada sobre mi pecho, con la respiración tranquila y también con sueño.
–Entonces, los primos de Europa te mandaron saludos. ¿Puedes creer que en Twitter me contactaron el tío Juan y la tía Mercedes de México? ¡No los veía hace siglos! –exclamó dramáticamente. Estaba tan nerviosa, que hablaba hasta por los codos.
–Abuela... es la tercera vez que me lo mencionas. –No podía impedir que mi voz salga cansada; pero lo estaba, y no lograba engañar a nadie.
–Es que es emocionante. Desde que tu hermana me enseñó a usar ese aparitejo que tanto utilizan ustedes, estoy impresionada. ¡Es genial! Y nosotros... como tontos en nuestras épocas, de suerte teníamos libros o para mandarnos cartas.
–De nuevo no... –susurré, más para mí, que para ella.
–Y los chicos de ahora, ¡Por Dios! ¡Vi una foto que me dejó impactada! Un tal 'Litoh El Mejor' perreaba con dos mujeres. ¿A dónde esperan llegar? –y lo intercambió por un tono de reproche. Volví a rodar los ojos.
Maldecí el momento en el que le dije a mi hermana que le enseñe utilizar la computadora.
–Juro que cuando salga de aquí, no tomaremos el helado que te dije, Kelsey. –Ella rió adormilada, y yo besé su cabello.
¿Qué tan hermosa estará? ¿Qué tan grande estará? ¿Cómo será Justin? ¿Y la abuela? ¿Seguirá igual? De repente, sentí ganas inmensas de volver a llorar. Iba a volver a ver.
La puerta se abrió de repente; mis cabellos volvieron a erizarse de nervios, porque sabía lo que sucedía.
–Paciente ____ Denninson, el doctor lo está esperando. ¿Ya está lista?
¿Lo estaba? Mierda, dos años, casi tres. Estaba más que lista.

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Ojos Ciegos ( Justin Bieber & Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora