Capítulo catorce.

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Faltaban tres días para el cumpleaños de mi hermana. Y no tenía nada. Estábamos en vacaciones y generalmente, está todo cerrado por el frío... además de que hoy hay tres grados centígrados bajo el maldito cero. O sea... prácticamente, me estaba congelando y las cinco camisetas debajo de esta chaqueta no funcionaban en lo absoluto.
Aún debía recorrer un poco más del pequeño shopping con Angelina para decidirme qué comprarle como regalo a Kelsey. Era difícil... porque ninguna de las dos éramos buenas en elegir obsequios y menos a una extrovertida niña de casi ocho años.
–¿Han peleado con... Gay? –preguntó en un susurro. Por un momento, fruncí el ceño... hasta que recordé el sobrenombre de Justin con mi tía: Gay. Una carcajada se me escapó sin querer.
–No, pero no quiero hablar con él ahora. –sonreí con arrogancia.
Había ignorado sus llamadas por un día, sin saber exactamente por qué razón. Solo quería no hablar con él y ya... no podía obligarme a darle atención cuando era un juguete y solo nos utilizábamos por momentos. Era tonto.
–Sí que te daño, eh. –comentó en broma, por su tono de voz.
–Me trató como un juguete... dudo que eso no te molestara a ti. –le dije sonando más irónica que de lo que quería. Hizo un sonido con su garganta.
–Buen punto. Te entiendo.


{••••}

Suspiré y volví a colocar mis manos sobre el teclado, intentando buscar inspiración. Pero el capítulo cinco de mi nuevo libro, no salía... estaba tan cerrada mentalmente, que no lograba poder escribir. Y era extraño, porque siempre fui de esas "escritoras" que tenían alta capacidad para redactar en cualquier momento del día.
Pero hoy... que era el cumpleaños de mi hermana, no lograba nada.
No había hablado con Justin en cuatro días, porque había ignorado sus llamadas y mensajes de texto. Aunque había abierto uno por curiosidad, era: 'Tendré que viajar a Las Vegas. Si no me quieres hablar, perfecto. Tú orgullo, yo orgullo, también.'
Ambos somos orgullosos y sin saber por qué. A mí me enojaba que me trate de un juguete, ¿Y él? ¿Qué no conteste sus llamadas? Já.
Dejé la computadora a un lado del sofá y tomé el bastón que estaba a mi lado. La sensación horrible de que alguien me vigilaba, se volvía a sentir dejando los pelos de mi nuca como piel de gallo. Traté de ignorarlo mientras caminaba, pero era demasiado para mí y me asustaba. Nuevamente... me convencí que solo eran ideas mías... que todo estaría bien y eran los típicos ángeles que sentía. Solo eso.
Totalmente afirmativo. Los pelos de mi cuello, bajaron y volvieron a subir ocasionándome horribles escalofríos.
<<Una señal...>> Pensé en un susurro. Una fea señal.

{••••}

–¡Que los cumplas, que los cumplas, que los cumplas feliz! –cantamos todos al unísono. Los niños, algunos compañeros de su escuela, estaban presentes además de nosotras, su pequeña familia.
Me imaginaba su sonrisa, frente a una torta gigante y redonda con ocho rosadas velas prendidas, con la pequeña llama de fuego. Sus ojos verdes grandes y su cabello perfectamente ondulado. De verdad... estaba segura que se veía hermosa.
–_______, quiero una foto contigo. –dijo ella en un momento. Sonreí mostrando mi dentadura, y caminé al sentir la mano de Angelina y Leandro empujándome hacia adelante. Mi hermana tomó mi mano y posamos juntas; yo, mirando para ella y ella... no sé.
–¡Kelsey! –gritó.
La voz jodidamente conocida resonó como un eco en mis sentidos auditivos. ¿Con qué necesidad de venir, Justin? ¿No estabas en Las Vegas? Idiota.
Y mi hermana... me soltó y fue corriendo para donde lo había escuchado. Traidora.
–¿No creíste que me olvidaría, cierto? –preguntó él y supe que la abrazaba.
Estúpido falso.
Para colmo, los niños empezaron a gritar. Y claro... Justin Bieber estaba frente a sus narices.
–Pensé que sí.... _______ dijo que estaban enojados.
Momento incómodo. Gracias Kelsey. Linda y tierna metedora en problemas. Me vi obligada a sonreír falsamente, y tomar un vaso con jugo de la mesa, tanteándola con la mano.
Justin rió.
–Claro que no, linda... solo que estuve algo ocupado en Las Vegas. –respondió mintiendo en forma profesional. ¿Cuántas veces lo debe hacer anualmente? ¿Millones?
Introduje el jugo a lo largo de mi garganta con algo de brusquedad. No quería verlo, sentido literal, ni tenía ánimos de hablar. Ya fue suficiente que acepte otra gran mentira y seguramente... recibir diarios insultos, contando el abuso de paparazzis fuera de mi casa.
–¿Te encuentras bien, _____? –preguntó Angelina. Asentí con la cabeza, volviendo a devolver el vaso a la mesa.
–Me duele la garganta. –fingí aunque no era del todo mentira... había tragado el frío jugo sin acordarme de que estaba algo enferma de la garganta últimamente... por los horribles grados bajo cero que cubrían la atmosfera.
–Escapemos de esta. –me susurró en el oído junto a mí, y en tiempo record, me hizo caminar para donde creo que era mi habitación.
Gracias Angelina. Gracias.
–Gracias. –suspiré y ella rió divertida. Una risa divertida, concreta de esconder cosas.
Entonces... lo supe.
Ella lo hizo apropósito. Genial.


–¿Podemos hablar, ______? –preguntó él, asomando la cabeza por la puerta que se suponía que estaba cerrada.
–No. –dije simplemente. Ignoró todo... y se acostó a un lado de mi cama.
Oh.
–¿Puedo dormir? No descanso hace tres días. –bufó seguido de hablar con voz algo cansada.
–No.
–¿Solo dirás no?
–No.
–Si te cuento lo que me pasó... ¿me perdonarás pase lo que haya pasado? –preguntó. Percibía su mirada en mi perfil.
–No.
–Bueno... me fui porque... tuve un problema familiar. –dijo ignorándome. Hice una mueca como si sabía que estaba inventando todo. –Juro que no miento. –Si no fuera digno a engañar todo el tiempo, le creería.
–No me importa, Justin... no soy nadie para saber lo que te ocurre. –espeté con la voz tranquila, como si nada me importaba.
–Mis abuelos tuvieron un accidente de tránsito.
Me sentí estúpida. Completamente idiota. Tenía los perfectos ánimos de pegarme fuerte.
¿Cómo es que solo pude pensar en mí? ¿Acaso no me canso de ser lo suficientemente idiota y egoísta para agregar algo más a la lista? Y sabía que no mentía. Su voz estaba cansada, y algo melancólica. La manera en que aún no se enojaba conmigo y no interponía su gran ego enfrente hoy, aterraba y daba los perfectos indicios de que algo no andaba bien. De verdad... soy la peor persona que alguna vez conocí.
–Lo siento –murmuré sin saber qué más hacer. Volteé mi cara para mirarlo, sintiendo que no estaba del todo bien. Y no se me ocurrió nada más, que abrazarlo fuerte, como si eso remediara que por mi estúpido orgullo, lo dejé solo en un momento como ese.
¿Qué clase de persona soy?
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Ojos Ciegos ( Justin Bieber & Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora