Capítulo dos.

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  –Mejor cierra la boca – advirtió amenazadoramente. En segundos, la multitud de chicas pasó gritando y preguntando "¿Dónde se metió Justin?" en diversas voces femeninas. Rodé los ojos sintiendo como se movían en redondos y relamí mis labios.
–¿Tengo derecho a hacerlo? – ataqué. Mi furia se estaba invadiendo dentro mío, tanto que sentía mis mejillas arder... y no precisamente por vergüenza. Percibía que su mirada perforaba mis ojos de manera aterradora.
–Mira cieguita... – habló de repente y fue la gota que derramó el vaso. Lo interrumpí ya enfadada.
–No me digas así – escupí con firmeza. El odio hacía él, fluía por mis venas y tan solo lo conocí hace instantes – ¿sabes Justin? – pregunté retóricamente y de forma desafiante – puedo ser ciega... pero tengo algo que tú no – saqué una mano de la suya, ya que había aflojado el agarre, y coloqué mi dedo índice, en donde obviamente estaba su pecho... justo en el centro – tengo sentido común, no soy una egoísta que solo le importa si mismo y... tengo corazón, algo que a ti te falta y te faltará, estúpido – escupí con frialdad. Tenía cualquier cosa, excepto miedo. ¿Quién se cree que es para insultarme? Y peor... para insultarme con algo que es mío. ¡No es nadie!
–No me conoces – su voz sonó igual que la mía, desafiante pero cortante. Intentó defenderse, pero fue un golpe bajo para él y uno alto para mí.
No pienso quedarme callada teniendo a este idiota enfrente a mí.
Lancé una carcajada totalmente falsa.
–No hace falta conocerte para saber lo que eres, campeón – sonreí con arrogancia – ahora suéltame... tengo cosas mejores que hacer, a que perder el tiempo con... tigo – completé la frase. Iba a decir otro insulto, pero me di cuenta que no valdría nada.
Para mi sorpresa, me soltó. Agradecí al cielo y estiré mi bastón, que estaba todavía encogido y en la mano izquierda. Inmediatamente lo coloqué en el piso, empezando a tantear, luego de llamar a mi perro, que enseguida vino hacia mí.
Ya no soportaba tenerlo cerca... debía alejarme de él o terminaría diciéndole el abecedario en insultos. No era que me importaba, pero me daba bronca y furia que se quiera creer mayor a las personas solo por tener dinero... son los típicos tipos arrogantes e idiotas que no están acostumbrados a que le digan la verdad, ya que vive rodeado de perritos guardianes que le siguen la corriente en todo sentido y piensan que su palabra es sagrada tanto como el mismísimo dios. ¿Quién es él? ¿Qué diferencia tiene el tan Justin de alguien como yo? Además de que sea famoso y conocido, y no-ciego, ¿hay algo más? NO.
Lo más sorprendente del día, fue como se calló y me dejó ir sin dirigirme la palabra. No creo que le haya dolido. No creo que se haya sentido inferior. Ni tampoco creo que lo haya cambiado en segundos. Tal vez, fue el impacto de enfrentarse a una chica ordinaria que no es su fan ni le pidió un autógrafo y menos una foto.
De todos modos... me siento victoriosa.



{••••}



Podía sentir como el sol quemaba mi piel y era raro que haya sol... en invierno y de ese tipo. Sin embargo, sentía en mis adentros, que hoy iba a ser un gran día.
–¡_______! – gritó Kelsey a lo lejos. ¡Qué histérica y pesada! ¡Y apenas tiene siete años a punto de ocho!
Yo, semi-dormida, me senté en la cama y bufé enojada. Es hermoso tener una hermana pequeña, pero que grite, grite y grite hasta despertarte, no es muy bonito.
–¿Qué quieres Kelsey? – grité cuando sentía su presencia en mi habitación. Me ponía de malas que me despierten así y más, si recién eran las diez de la mañana y vacaciones de invierno.
Podía escuchar como rodaba sus ojos, típico de ella cuando está cansada de mis idioteces. Y no la culpo, yo soy igual.
–Te están buscando – habló irritada. Bostecé y fregué mis ojos, limpiado los extremos sucios.
¿A quién se le ocurriría venir a esta hora de la mañana? ¿Acaso no tiene un dedo de frente para saber que estoy en vacaciones?
–¿Quién? – pregunté de repente. Me paré de la cama y acomodé con mis manos el pijama especialmente de seda. No pienso cambiarme, por nada en el mundo.
Aplasté mi pelo, que se encontraban en perfectas condiciones, por lo que sentía mi mano, gracias a la trenza cosida que me hizo la abuela ayer.
–No lo sé – vino a mi lado y tomó mi antebrazo; sabe y es consciente que debe ayudarme siempre – la abuela solo me dijo que te llame. Yo estaba jugando con mis muñecas – pude sentir que levantó los hombros desinteresada. Empezó a caminar y yo la seguí – no creo que sea alguien importante – agregó. ¿Quién vendría a verme? Digamos que en el colegio, no tenía amigas y todo por mi condición.
Sin embargo, no tomé ni un pico de importancia a sus palabras y me concentré en caminar a la par de ella, aunque me sabía la casa de memoria, nunca se sabe si me puedo chocar o no, y ¡Créanme! Vivo aquí hace dos años, y cada vez que caminaba sola, terminaba chocándome una que otra pared, y si no era la pared, era la puerta del baño o de la habitación de mi abuela o mi tía; lo sé, soy estúpida.
Mi abuela estaba encantada hablando. Por lo que escuchaba, le ofrecía galletas recién orneadas. ¡Ni a mí me ofrece eso! ¡Mujer! ¿Qué sucede aquí?
Y llegamos a donde provenían las voces que no logré captar, ni gracias a mi inteligente memoria. Un silencio se depositó y podía sentir las miradas en mí.
Oh. Qué vergüenza.
–¡No puede ser! – gritó mi hermana, soltándose de mí. Su grito fue de emoción y me hizo sentir más confundida; las pisadas por el piso, alejándose y yéndose para el sofá, resonaban en mi oído. No puede ser lo que estoy pensando.
1) Estoy segura, que es un fantasma de mis padres; 2) Puede ser alguna amiga de ella que no ve a hace mucho, aunque es poco probable; 3) Oh... ¿se llamaba Justin... qué?
No... no puede ser cierto... ¿sigo durmiendo?
Escucho dos sonoros besos en la mejilla y mi hermana inmediatamente vuelve a mi lado, dura como un hielo.
–¡Es Justin Bieber! – exclamó eufórica y sorprendida que podía imaginarme la situación; también, podía a ver a Justin mirándola con una falsa sonrisa en su boca. Gruñí por lo bajo, maldiciendo su nombre en un susurro no dicho por mi boca.
Y sí... mis sospechas son confirmadas.
Bufé con arrogancia mientras miraba por sobre mi hombro a quien sabe qué. Todavía, preguntándome que mierda hace aquí... ¿pedirá una disculpa por su 'perra'? Y... sí, es poco probable; ¿se burlará de mí? También es probable; ¿me contestará descortés y de la misma forma que yo le hablé ayer? Ok... son muchas opciones y me pone rígida pensar que esta aquí... para molestarme.
Idiota.
–Los dejaremos solos – dijo por fin mi abuela, desde que había entrado yo al living. Seguidamente, se escuchó pisadas y un pequeño refunfuño de mi querida hermana.
–¿Qué quieres? – pregunté sin rodeos; miré al frente. ¿Cómo sabe donde vivo? ¿Además de idiota, es controlador de personas que lo insultan con razón?
–Nada – respondió con tranquilidad pero tenía consciente que él quería decirme algo. Me crucé de brazos, debajo de mi pecho y recordé mi pijama, que por más que no me caiga bien, es vergonzoso
–¿Cómo sabes donde vivo? – volví con mi interrogatorio. Podía escuchar su sonrisa cínica y completamente fría. Carraspeó la garganta y volvió a hablar con su profunda y grave voz.
–No te importa – contestó de mala forma. Sé que se paró de donde estaba sentado, obviamente del sofá, y me miraba como si pudiese penetrar en mis ojos verdes, aunque yo no captaba los suyos.
–Entonces... ¿qué haces aquí? Puedes irte – cambié mi peso a la cadera y pie derecho, de forma amenazante, aunque sé que con este pijama me veo lo suficiente seria; nótese el sarcasmo.
–Espera querida... – dijo sarcásticamente – bájate del carruaje – fruncí el ceño en confusión. Estúpido. ¿Qué carruaje? ¿Me está tratando de idiota? ¿De princesa? ¡Já!
–No me digas que hacer – le contesté yo, en el mismo tono desafiante que él. Rió entre dientes con la ironía ahogada en sus acciones.
–Vine aquí porque quería ser amable – respondió y por primera vez, su voz no sonó irónica. Pero, de todos modos, la que rió ahora... fui yo. Y se me hizo inevitable no hacerlo, porque... la palabra 'amable' no figura en su diccionario y no hace falta que lo conozca hace años para darme cuenta – No te rías – dijo serio, por su grave tono – te traje tus anteojos – me dijo, y me callé de inmediato. ¿Mis qué? Mis anteojos... ¿pero por qué lo tiene él? Mordí mi labio sintiéndome estúpida.
No quería verlo... y la tonta que hizo que sí lo vea, fui... justamente y jodidamente... yo. ¿Cómo me voy a olvidar de mis anteojos? ¿Y por qué en esos momentos? Y claro... tenía mi cabeza en otro mundo, por estar enojada. Pero no debía... ¡Y menos en ese instante! ¡Le di la posibilidad de que vuelva a molestarme! Me siento estúpida. Y lo soy... hoy y ayer, más que nunca.
–Gracias – susurré intimidada. Imaginé la sonrisa cínica en su rostro, que me provocó escalofríos, no sé porqué.
Tomó mi mano izquierda, abriéndola y colocando el suave elemento del vidrio en mi mano. Pestañé lentamente y volví a poner mi mano enrollada con la otra, sobre y debajo de mis pechos.
Volvió a carraspear la garganta y yo no sabía que decir, porque ahora sí, cualquier cosa que diría estaría en mi contra y soy lo demasiado orgullosa para dejar que eso pase. <<Por favor... vete>> ¡Necesitaba decirle eso! Pero por algo desconocido, no salía.
–Me voy – dijo por fin y fue el justo momento en donde dejé escapar un suspiro que tenia contenido en todo este momento, sin que me haya dado cuenta.
–Adiós – contesté con la voz en alto y siendo fría. Me alejé dos pasos atrás, y choqué con la pared – que te vaya bien – canturreé como niña y me paré recta. Sin embargo, pensé que se daría vuelta y se iría, dejándome escuchar sus últimos pasos en toda mi vida; pero no.
Cada vez, y parecía en modo lento, se acercaba peligrosamente. Casi podía verlo con mis ojos, literalmente. Los pasos... los pasos se acercaban y tenían el aspecto de pisadas como si lo hacía con tanta fuerza que iba a romper el suelo, pero no sería así. Yo, parecía un animal inofensivo, siendo presa de un animal fuerte e importante, imposible de luchar. Sin embargo, adopté la forma de intentar verme dura y sin temor... pero todo se desvaneció a sentir su contacto con el mío. Su cuerpo con el mío. Sus manos atrapando a mis costados. Su respiración compartiendo la mía. Y sobre todo... sus labios con los míos. Sellándose en uno solo.


Holaaaa washas ¿Cómo están? Espero que bien... bueno. Es el 2do capítulo. Espero les haya gustado.
Todavía todo está re aburrido, pero tranquilas khsdufi más adelante, van a ver a Justin haciendo cosas malas y a la rayis sintiendo almas... solo eso diré. Pero prometo que les gustará.
¿Qué les pareció? Sjhfuidh... dejen en comentarios

Ojos Ciegos ( Justin Bieber & Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora