Capítulo diez.

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–¿Me quieres decir a dónde vamos? –Preguntó ella con algo de desesperación en su voz. Yo seguía conduciendo, ignorándola completamente. –En serio Justin. No seas gay, y dímelo. –Amenazó. Yo no pude soportar no reír, y ella sonrió divertidamente.
–¿Quieres saber que tan gay soy? –pregunté levantando una ceja, y por una milésima de segundo, corrí mi cara para verla. Un leve, pero tierno, rubor apareció en sus mejillas avergonzadas. De verdad era adorable.
Me siento tan cursi.
–No... no, Justin. Cállate, está mi hermana. –Habló rápidamente intentando ocultarse de mi mirada precipitada; de un cierto modo... sabía que sentía cuando yo la miraba.
Con una piadosa sonrisa, volví a mirar al frente.

–¿Qué hacemos aquí? Huelo a libros nuevos. –Confundida, frunció el ceño. Sonreí y pasé mis manos por sus femeninos hombros, para abrazarla y tenerla cerca de mí por si hay alguna cámara cerca.
–Sí... ¿qué hacemos aquí? –aburrida, Kelsey habló.
Ambas eran iguales en algunos sentidos. Su hermana, por ejemplo, era la mínima versión de ______. Ojos grandes y hermosos verdes, y pelo castaño ondulado, sobre todo. Pero la personalidad de _____ era mucho más madura, más prepotente, —cuando la insultas— y tímida; en cambio, Kel era extrovertida y no sé si se trataba de que solo tuviera siete años.
–Pues... teníamos un trato. –Me encogí de hombros para Kelsey, que me observaba extraño.
–¿Qué trato? –preguntó la pequeña.
Por un momento... olvidé que ella no sabía que todo era mentira. Mierda. Sabía que debía llevarla a algún otro lado antes.
–El de que... –habló ____, levantando un pie levemente y casi disimuladamente para tocar la parte trasera de mi pierna –El de... que, nos queremos... eh... ¿cuál era el trato, Justin? –abrió los ojos grandes, tras el vidrio de sus anteojos. Estaba nerviosa.
–Es que... Kelsey. –la llamé con dulzura. –Tu hermana aceptó casarse conmigo si yo le ayudaba a escribir un libro. –reí sigilosamente mientras mentía.
_______ se tensó. Y Kelsey rió.
–¡Deja de mentir, idiota! ¿No sabías que se cree hasta cuando le dices que tienes una zunga puesta? –gritó _____ estupefacta. Lancé una carcajada mucho más sonora. –Es que Justin quiere que sea escritora de sus canciones, pero primero quiere que escriba un libro. –Dijo como si era una total verdad.
La niña sonrió dejando que los hoyuelos de sus mejillas resaltaran.
–Justin y _____ sentados en un árbol, dándose besitos y agarraditos de la manito. – Cantó ella, yo volví a reír. _____ hizo un intenso intento en no hacerlo.
–Kelsey, basta.
–¡Un besito! ¡Dense un besito! –exclamaba emocionada. Y no era una pregunta.
Lo mejor, era que no estaba en desacuerdo con ello.
–¡No! ¡Kelsey! ¡Sin computadora por una semana! –dijo _____, imponiendo "respeto".
¿Alguna vez rompe las reglas esta chica?
Y para hacerle la contra, la atraje más a mí, besándola en los labios. Un beso tranquilo; estaba su hermana presente, por más que mis instintos reclamaban lo contrario y querían obligarme a verdaderamente besarla. Cuando pasó el tiempo suficiente, se separó de mí avergonzada. Yo dirigí mi mirada a Kelsey, que sonreía de oreja a oreja, dando pequeños saltitos emocionada.
–Aww... -murmuró como un gato. –Se ven tan tiernos –imitó una voz finita. Ambos reímos.

______ había firmado el contrato que anunciaba sobre el respeto a la editorial, y varias cosas que no me importaron. Solo sabía, que el ensayo que yo me había tomado la molestia de buscar, fue perfecto y varios editores de esa buena editorial, —generalmente mujeres—, agregaron que fue tan hermoso que derramó lágrimas. El tema, era la valoración de personas. Como su padre... o su madre.
Ella se pasó toda la tarde preguntando y preguntando cómo y de donde lo había sacado. Sin saber que en Google había muchas fotografías suyas por el accidente, y el gran talento para escribir, porque fue premiada en varias ocasiones. Un texto de ella, fue tan fácil encontrar... que me sorprendió.


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Los días habían pasado.
La prensa no había cesado.
_________ había empezado su primer libro, sobre una novela, pero se había negado a mostrármelo.
Yo, por mi propio lado, me seguí enfocando en la música y en... ella.
Sin embargo, y como un flash, las fiestas de fin de año terminaron, lo que significaba no-regalos, no-besos-debajo-del-muérdago, no-comida y no-cena-familiares. Por eso... ya faltaba poco tiempo para el cumpleaños de la hermana de ______, exactamente siete días y los premios, —que había decidido asistir con ella—, dos días.

_______ y yo, cada vez mejoramos.
No la considero una amiga, pero es lo más cercano a ello. Y le debo las gracias, después de todo, porque gracias a ella mi visión pública mejoró... y aunque no lo quiera admitir, interiormente también. Había recordado y recogido cosas que de verdad eran importantes, y las he olvidado.
Ella se enorgullecía de su trabajo, y yo también. En parte.
–¿Cómo está, _____? –preguntó mi madre, y ahora manager. Me encogí de hombros, sin importancia.
–Pregúntaselo tú –sin querer, fui brusco. Hace demasiado no contestaba así.
–He dicho que dejes de hablarme así. –Amenazadora, me señaló con el índice. Ella también había cambiado, pero para sentido bueno. Y también adora a _____, aunque sabe que todo es mentira.
–Perdón. –Dije. Por un segundo, me sorprendí que fuera yo quien lo dijo. Y honestamente.

Me despedí de ella ya de noche. Las ganas de irme a casa y dormir, eran inevitables de que cuando las imagine, me muera de celos por no poder cumplirlo ahora. Pero en cambio, al entrar a la habitación que suelo dormir... una especie de sentimientos involucró en mi mente.
_____ diciéndome que no.
_____ asustada.
_____ ayudándome.
_____ desilusionada y enojada.
De repente me pregunté si era eso lo que yo quería: imaginarme y borrar todo de mi mente por unos segundos. O escucharla a ella, teniendo razón y aconsejándome que no era correcto... que debía dejar de drogarme por más que sea un vicio de vez en cuando. Entonces, con una sonrisa que no me había dado cuenta, caminé a la cama para tomar un almohadón, una frazada por si hacía frio y la ropa para dormir. También aproveché para tirar la sustancia blanca, en medio del negro basurero de la esquina de mi habitación, desplomándose en el fondo, y formando una O improvisada.
Con todo vacío, y ya listo para dormir, me adentré en el sillón de cuero del living, cubierto por cómodas plumas adentro.
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Ojos Ciegos ( Justin Bieber & Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora