Capítulo 4

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—¿Estas segura de que no quieres un poco de compañía? —me preguntó Hayl.

Negué con la cabeza y tomé las llaves que estaban sobre el tocador. La verdad era que no necesitaba una niñera para poder salir del plantel.

—Estaré bien. Solo tengo que ir por el resto de mis cosas y regresaré.

Ella tecleó en su computadora y alzó la mirada por encima de la pantalla.

—No dudes en llamarme si hay problemas.

Rodeé los ojos. A mis dieciocho años, todo estaría en perfectas condiciones. No había nada de qué preocuparse, o al menos eso quería pensar.

—Hayley Jones, voy a estar bien. Sé cómo defenderme.

Sonreí y salí de la habitación. Era extraño sentir que alguien quería cuidar de ti, ya que en el pasado yo había sido mi propio ángel guardián, y el de mamá. Y es que al parecer, a Odell se le ocurrió la idea de darme mi propia habitación, por lo que tenía un nuevo armario que llenar. Sin embargo, el resto de mi ropa y de mis cosas se encontraban en mi vieja casa.

Bajé por las escaleras, había los reclutados entrenando en la explanada. A la distancia, Tyler estaba peleando de nuevo contra el chico con potencial para desnudar, el cual su nombre me era completamente desconocido. Ambos voltearon a verme en el momento en que me escucharon bajar.

Tyler trotó hasta donde estaba de pie y extendió los brazos en forma de sorpresa.

—¡Chica, sigues viva!

Fruncí el ceño.

—¿Viva? —pregunté.

—Sí, viva. Pensé que después de lo que sucedió en el comedor no saldrías con vida. Me he equivocado.

Sonreí.

—Si hablas de Fletcher, bueno, se merecía que le dijeran algo. Ya está hecho y sigo viva, no hay nada de que temer.

Sí, claro, por eso le habías mirado a los ojos, rogándole por tu vida.

—Pero de cualquier manera, te recomiendo que sigas manteniendo tu distancia. Me agradas, chica, sería terrible perderte.

—Y seguiré aquí, te lo prometo.

Tyler alzó la cabeza y sonrió con toda esa hermosa y resplandeciente sonrisa. Después el chico con potencial para desnudar no dudo en atacar de nuevo cuando se acercó hacia nosotros.

—¿Ahora si estas lista para estrenar, preciosa? —preguntó.

Sacudí la cabeza, había una razón para decir que no, además del hecho de que no estaba de ánimos para entrenar. Mi entrenador era un patán en todo el sentido de la palabra, pero no sabía hasta dónde comenzaría el entrenamiento y me aterraba la idea de conocer como sería ser entrenada por él. Hombre frío, entrenamiento difícil, era todo lo que sabía y pensaba.

—No, gracias —murmuré—. Además, voy de salida.

La comprensión se cruzó por el rostro de ambos chicos.

—Que lastima, pequeña galletita —torció las comisuras de sus labios—. Hubiese sido grandioso enseñarte mis movimientos.

Mi mente pervertida enseguida comenzó a funcionar y creo la perfecta imagen del chico rubio bailando sin camisa.

Me detuve enseguida.

¿Qué demonios estaba pensando? ¿Dónde estaba la chica que mantenía la distancia entre los chicos? Probablemente los atentados que había sufrido por culpa de Fletcher, me habían afectado el cerebro. Hice lo que creí mejor en ese momento: esquivar la conversación.

Lazos de Guerra #1 © [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora